“Son múltiples los factores que históricamente no han permitido el desarrollo del campo colombiano. Problemas interrelacionados que presentan mayor o menor incidencia en la calidad de vida de la población”
Cuando se aborda el enfoque, las perspectivas y las propuestas para la población rural en Colombia, estamos acostumbrados a escuchar lugares comunes: “Colombia es un país rural”, “Campo colombiano estratégico”, “Colombia despensa agrícola” y una larga lista de etcéteras. Pero, en realidad, se puede decir que Colombia es un país que tiene una deuda rural. Es más, lo correcto sería afirmar que es un país con una creciente pobreza rural. Son múltiples los factores que históricamente no han permitido el desarrollo del campo colombiano. Problemas interrelacionados que presentan mayor o menor incidencia en la calidad de vida de la población. Pensemos en los temas estructurales de la tenencia de la tierra, conflicto armado y narcotráfico, hasta asuntos pendientes del siglo XXI, como el rol de la mujer rural, acceso a servicios públicos y la conectividad a internet.
Un motivo adicional de preocupación, el coronavirus Covid-19, que impactó de forma directa la pobreza rural en términos de ingreso, la cual venía en aumento desde 2019, según las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas – DANE. En suma, antes de la pandemia, casi la mitad de los habitantes rurales, eran pobres. Después de la pandemia, esta cifra se incrementó.
En consecuencia, el reto se plantea en términos de propiciar el desarrollo rural, a partir de unas condiciones mínimas, a saber: i) incrementar los ingresos de la población empleada en la agricultura y garantizarles protección y seguridad social. ii) Mantener las ayudas gubernamentales, es decir, los subsidios que llegan a los hogares, aplicando criterios de equidad y eficiencia. iii) Visibilizar el papel de las mujeres, como factor de dignidad y cambio social. Es fundamental que, tal como lo señaló la ministra de Agricultura, Cecilia López, la mujer rural esté en el centro del cambio y sea motor de bienestar. iv) Inversión en infraestructura de vías terciarias. v) En palabras de Absalón Machado, “rediseñar la estructura del presupuesto sectorial para darle preferencia a los bienes públicos y los incentivos positivos o de creación de valor agregado a la producción”.
¿Cómo mejorar la deficiencia institucional en el desarrollo de políticas estructurales? Un elemento básico para avanzar, pasa por el diseño de políticas públicas que permitan la integración de los territorios con la vida nacional. Es claro, que incluso en la ruralidad existen diferencias, puesto que no es lo mismo pensar en los campesinos antioqueños o cundinamarqueses, que en los araucanos o guavierenses. Es decir, se requiere una nueva visión del país rural; al respecto Ángela Penagos (Universidad de los Andes) y Camilo Quesada (Rimisp Colombia) manifiestan que “las políticas públicas para la lucha contra la pobreza pueden estar clasificando a los pobres rurales con una vara distinta a la realidad (…) Tener un criterio justo de medida (y equivalente, además) de la pobreza rural debe ser el primer paso en el cierre de las brechas históricas de la ruralidad colombiana”.
Un enfoque rural moderno y el análisis multidisciplinario de los territorios permitirían el diseño de políticas de desarrollo innovadoras que implementen un nuevo modelo de gobernanza, basado en planes, programas y proyectos diferenciales, estratégicos y con una visión de largo plazo, logrando resultados sostenibles e incluyentes.
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