Los resultados del plebiscito para refrendar los acuerdos de La Habana dejan en claro que somos un país de emociones y sentimientos. Sí, todos los colombianos, o al menos una amplia mayoría, queremos la paz; pero, esa paz se construye desde la coherencia con el discurso, las ideas y aceptando la diferencia; ¡Coherencia y tolerancia! Del plebiscito los grandes ganadores no fueron los promotores del NO, sino la desinformación y el abstencionismo.
Entristece que defensores del SÍ demuestren lo contrario que tanto han predicado al verse derrotados. Hay que entender que quienes votaron por él No están en todo su derecho de expresar su punto de vista; este es un llamado a no tildarlos de ignorantes y guerreristas, puesto hay que apuntarle al dialogo, a dejar de lado los odios y rencores y encontrar puntos comunes. Eso, precisamente es democracia.
El hecho de votar por el sí, no quiere decir que seamos la crema innata de la inteligencia colombiana. Es normal que el sentimiento de frustración hoy sea un común denominador entre las 6.377.482 personas que apoyabamos el Si y pensabamos que el 3 de octubre, comenzaría una nueva época para el país. Y así es, aunque la incertidumbre invada el ambiente, se comienza una nueva etapa de transformación para Colombia. Transformación que debe empezar por cada uno de nosotros, a partir de la tolerancia por la diferencia y la coherencia con el discurso; impera que las emociones no se adueñen de la razón y nos nublen la vista, pues ¡la violencia no es solo empuñar un arma!
Las victimas están abiertas al dialogo y al perdón, Bojaya dio una gran lección con un significativo 95.78% por el Sí, al igual que Toribio con 84,8%, Ituango con 69,34%, San Vicente del Caguan con 62,93%. Territorios que han sido fuertemente golpeados por un conflicto que lleva más de 52 años desangrando y agrietando a la sociedad colombiana.
Ahora, ese debe ser el ejemplo para los promotores del Sí, no inundar las redes sociales en contra del no, sino mostrar una actitud de conciliación y perdón; fomentar el dialogo, el consenso y el disenso. Todos estos son igual de validos dentro de lo que se pretende ser una democracia. Es tiempo de seguir trabajando por la paz, no de sentirse derrotados, sino de perseverar.
Posdata: Si el anterior acuerdo “homosexualizaba” a todos por tener elementos de la “ideología de género”, entonces, ¿una renegociación plantearía un retorno al medio evo, donde los líderes religiosos controlen las instituciones políticas y se comience una cruzada en contra de cualquier tipo de diferencia? Ayer Álvaro Uribe dejó ver algo de ello en su declaración: estimular y defender los valores de la familia, tradicional obviamente, defendida por los líderes morales y pastores religiosos. ¡Mal punto de partida! Sobre todo si se tiene en cuenta que con el escándalo de las cartillas su ex ministro del interior y promotor del NO, Fernando Londoño, afirmo en radio que si era necesario alzarse en armas para defender la familia tradicional lo haría, pero, ¿no era Colombia un país laico y en búsqueda de paz? Insisto: ¿Dónde queda la coherencia y la tolerancia?