Han pasado tres semanas después de la primera vuelta presidencial, algunos se quedaron mudos, otros ni se atreven a expresar sus opiniones. Nadie se imaginaba los resultados. Las encuestas perdieron nuevamente. No se sabe quién las paga. Hubo mucho cliente y se hicieron el diciembre con los nombres y apellidos que buscaban figurar, como caballo de hipódromo sin entrenar. La situación para unos, es halagadora, los otros, apenas esperaban, ver los resultados en el tablero digital. La situación fue de cierto porcentaje aventajado, si se juntaban, los que se sabía, estaban en la fila de los allegados al que tenía el partidor desde la campaña anterior.
La clientela burocrática aguarda con sigilo la señal de los jefes, todos agazapados, ante los ojos que los miran asombrados, lo que se está formando, a medida que van pasando estos días de incertidumbre, ante la mirada de los que pasan la encuesta que no modifica en nada y aumenta la llegada de nuevos compromisos entre campaña y campaña. La clientela burocrática, asume con cierta postura nerviosa, lo que pueda pasar, por los años donde siempre, se ha tratado de hacer lo mismo en cada campaña electoral.
Pasan horas y están pasando los días con mucha rapidez y poco descanso, la calle está repleta de movimientos entre barrio a barrio, de vereda en vereda, la visita al pueblo y al concejal que está tratando de agrupar la gente que le ha prometido el voto ante la realidad que distancia al candidato que ha llegado al capitolio nacional. El diputado está reunido con los electos al capitolio nacional, buscando como no quemarse para la campaña siguiente. Hay que pensar en todo. Algunos de esos, que han llegado nuevamente, al capitolio nacional, están reposando en silencio mientras tanto, los que siguen sus pasos, alertan a la misma gente que han comprometido con su voto.
La clientela burocrática está armando su votación con lista y formato en mano para saber dónde está el voto que puede salvar, lo que por años se ha tenido entre campaña y campaña. La clientela burocrática es una suma de los que no votan por un plan de gobierno, sino por el estilo de vida, que le garantiza otro contrato laboral. Muchos lo saben, nadie lo niega, son las maneras de sobrevivir ante la competencia profesional, que está repleta en cada campaña presidencial, departamental, regional y local. La clientela burocrática muchas veces decide quién será el triunfador en la contienda electoral. La clientela burocrática aporta con sus recursos económicos, aporta con su propio patrimonio, aporta con su capital social, familiar y emocional, aporta con su dedicación, sentido de solidaridad, a la campaña para ser parte de la nueva clientela burocrática. No se sabe a cual clientela burocrática nos estamos refiriendo, todas hacen lo mismo, en cada campaña electoral, desde concejal a presidente nacional.
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