Ciudades en tiempos de crisis

Ciudad
Foto: Alejandro Lema

Por: Alejandro Lema y Juan Esteban Uribe

“La humanidad necesita todas las fuerzas que sea capaz de congregar, y esa fuerza se encuentra en los corredores de comunicación de las áreas urbanas densas”: Edward Glaeser

La OMS, en el texto “Transporte Urbano y Salud”, identificó los principales retos para el sector del transporte relacionados con su impacto en la salud de los ciudadanos. Allí se estipuló que, para la consolidación de una ciudad sostenible y saludable, se debía hacer frente a fenómenos como: La exposición a la contaminación del aire; los traumatismos causados por accidentes de tránsito; la baja actividad física, causante de obesidad y enfermedades no transmisibles (ENT); la contaminación auditiva; el cambio climático; el deficiente acceso a servicios públicos; y el comportamiento arraigado de los viajes. A lo cual, finalmente, en el 2018 afirmó: “La salud debe ser la máxima prioridad de los urbanistas”.

Ante este gran reto, dejó claro cuáles serían las estrategias que – en clave de política pública – los tomadores de decisiones deberían acatar en el marco de la planificación de sus territorios. Dichas medidas pueden ser resumidas así:

  1. Un sistema de uso del suelo que incremente la densidad y la diversidad de usos, promoviendo un espacio público de mayor calidad, incrementando la proximidad de destino y promoviendo medios de transporte sostenibles y saludables, como caminar y usar la bici.
  2. Inversión en espacio en la red de transporte para infraestructura peatonal y ciclo-rutas, promoviendo el uso de estas y disminuyendo las distancias recorridas por vehículos y, con estas, la emisión de PM2.5 en los territorios.
  3. Medidas de ingeniería y tecnología para reducir gases de efecto invernadero, contaminantes y ruido.
  4. Inversión en espacio en la red de transporte para la infraestructura para buses rápidos y transporte público en general.
  5. Tomas de decisiones a nivel nacional para la transformación de conductas y comportamientos arraigados de los viajes.

Así pues, este modelo de “ciudad sostenible y saludable”, encuentra relación con la coyuntura actual en el nuevo modelo que se viene planteando para una reactivación económica posaislamiento y para un escenario pospandemia. Acciones como el distanciamiento social, horarios laborales flexibles o escalonados, teletrabajo, medios de transporte alternativos, actividad física, entre otras, se encuentran entre las medidas establecidas por algunos gobiernos para mitigar los efectos de la pandemia mientras se le da un respiro a la economía. Todas las anteriores, enmarcadas en un modelo que se ha venido promoviendo desde finales del siglo XX pero que ha avanzado lentamente, un modelo que hubiera ayudado a preparar nuestras urbes para esta crisis.

El futuro de las ciudades es incierto. Si bien algunas de las estrategias que se promueven en pro de la sostenibilidad son crecer hacia adentro, redensificar, generar cercanías entre los servicios necesarios, el trabajo y la vivienda, además promover la movilidad sostenible en medios como andar a pie, en transporte público y en bicicleta, la crisis actual podría jugarnos una mala pasada.

El distanciamiento social puede crear resistencia hacia algunos procesos urbanos como el uso del transporte público colectivo y la redensificación de las ciudades, llevándonos, de nuevo, a un desarrollo incorrecto de nuestras urbes, promoviendo el transporte en carro particular, aumentando los niveles de contaminación y la vivienda a las afueras de la ciudad. Esta última, desplazando zonas agrícolas, cortando corredores ambientales y haciendo aún más difícil el reto de conectar los territorios con infraestructura vial y de servicios.

Las ciudades, especialmente ciudades como las nuestras en Latinoamérica tienen la posibilidad y obligación de escoger cómo quieren ser después de la pandemia. Si devolverse a ser un ejemplar del siglo XX, retrocediendo en un trabajo que se ha realizado a lo largo de los últimos años, o triplicar esfuerzos para afrontar los nuevos retos del presente siglo, encaminados a la sostenibilidad, mejorando la calidad de vida de todos sus habitantes y preparándose para los cambios que habrá en el mundo.  Entendiendo que este no será nuestro último reto.

Juan Esteban Uribe Vásquez

Soy politólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana, maestrando en Estudios Urbano - Regionales de la Universidad Nacional, con experiencia en gestión pública y en formulación, implementación y evaluación de políticas públicas.