Durante cerca de 2000 años, la humanidad creyó que las mujeres tenían menos dientes que los hombres. Lo había dicho Aristóteles y lo que decía Aristóteles iba a misa. Hasta que vino alguien a contar los dientes de los hombres y de las mujeres. Sorpresa. Seguro que era mujer y los de la misa la quemaron.
En la Comunidad de Madrid van dos hombres del PP quemados y dos mujeres chamuscadas. Es verdad que tanto Esperanza Aguirre como Cristina Cifuentes no han andado mal de dientes si se comparan con Gallardón y González. Todos son, como se dice en el Caribe, caimanes del mismo foso. Aunque Aguirre últimamente está más cocodrila.
El caso es que Mariano Rajoy, para sustituir a estos reptiles, ha buscado a otros dos caimanes, varones, para hacer la transición en el PP madrileño de la corrupción a la postcorrupción. Por fin cree que va a controlar el PP en la capital, que es algo así como controlar el PP en Valencia cuando mandaba Rita Barberá. Ciudadanos les ha dicho que sin problema, que le van a votar lo que pongan, aunque sea el palo de una escoba siempre y cuando tenga suficientes dientes. Por cierto, el palo de una escoba tendrá menos implicaciones con la corrupción que Ángel Garrido, que lleva 20 años al lado de los máximos responsables del PP en Madrid o Pío García Escudero, un eterno, que además de lo mismo rancio y repetido de todos los del PP, ya sabemos que cobró sobresueldos en dinero en negro de contratos públicos.
Que el PP tenía problemas para encontrar a alguien limpio entre los diputados y senadores ya se sabía. Están en política para forrarse. ¿Pero tenía la obligación Ciudadanos de apoyarles?
Esto es una maldad de Rajoy. En unos días o semanas es bastante plausible que se demuestre que no puedes ser el número dos de Esperanza Aguirre y de Cifuentes sin saberlo todo, y Garrido, que habrá dicho que viene a limpiar la Comunidad de Madrid, dirá que las acusaciones son mentira, que no va a tolerar que cuestionen su honorabilidad, que blablablá y al final, como sus cuatro antecesores, tendrá, cuando menos, que dimitir. Otro.
Y ahí, Rajoy le podrá decir a Rivera: ¡ah… tú sabrás, porque tú lo votaste! Rivera se pondrá nervioso, citará a Suárez o a Kennedy y dirá algo hueco y rimbombante aunque sin los errores sintácticos de Rajoy y se convocarán elecciones. Pero el partido azul de color naranja cargará con parte de la basura del partido azul de color azul. Una jugada astuta de intercambios que puede salirle mal a ambos. ¿No era más fácil hacer un gobierno de verdad de transición? Entierran a una mujer y resucitan dos hombres. A Ciudadanos eso tampoco le parece mal. Todo por el bien de los madrileños y los madrileños (y luego de los madrileños).
Decía Disraeli que si Gladstone caía al Támesis sería una desgracia, pero que si alguien se lanzara al agua para salvarlo, sería una calamidad. Ciudadanos, evidentemente, es una calamidad que además tiene, seguro, más dientes que las mujeres.