Ciclos de gatos

¿Cuál es la escala de tiempo que nuestra humana memoria puede albergar y desde la cual reconocer experiencias, saberes o costumbres que valoramos como propias en la herencia de los pueblos?


Los gatos son seres redondos, criaturas en las que todo lo que les habita y caracteriza es circular. Cuando duermen su cuerpo parece una rueda que marcha en círculos fluyendo de manera imperceptible desde las orejas al lomo; del lomo a los bigotes; de los bigotes a la punta de las orejas. En ocasiones, el fluido se desvía hacia la cola que ondea con gracilidad por unos instantes para poner de nuevo el sentido del círculo en la punta de la nariz o en la pata delantera que sostiene la cabeza en el sueño.

Se habrá advertido que su caminar también es propio del círculo, con sus acompasados movimientos que ruedan sobre almohadillas mudas. Sin embargo, la redondez más definida del gato está en su mirada. Es una mirada que abisma en su infinitud y que interroga al mismo tiempo que habla. No es raro que en Guiza, justo al lado de las pirámides más asombrosas y afamadas del mundo, desde hace al menos cinco mil años, un gato nos mira entre compasivo e indiferente.

Como una increíble alegoría que pocos parecen notar, el gato ha triunfado como especie a expensas de los humanos, mientras nos marca y quizá nos enseña nuestros propios ciclos. La compañía del gato junto a nosotros y el hecho de que, a diferencia del perro, no haya cambiado su apariencia en milenios, invita a pensar en este particular compañero y la poderosa seducción que ejerce sobre nosotros, además de ese tic-tac temporal que parece gobernar nuestra vida como especie.

Al despuntar este año 2023, un astro visita la Tierra cumpliendo un ciclo de cincuenta mil años. Ha rodado por el vecindario galáctico como un andariego gato de cola verde marcando tiempos largos como el suyo, al lado de otros gatos-cometa como el familiar Halley quien nos visita cada ínfimos 76 años. ¿Cuál es la escala de tiempo que nuestra humana memoria puede albergar y desde la cual reconocer experiencias, saberes o costumbres que valoramos como propias en la herencia de los pueblos?

Los gatos y los cometas vienen a representar dos entidades que nos permiten reflexionar sobre lo inesperado y lo pasajero al lado de lo que permanece, lo constante y lo que siempre retorna a escala del propio tiempo en la experiencia humana. Pero esa escala puede ser mucho más dilatada o más inmediata de lo que imaginamos.

Hoy, revisar el correo electrónico cada mañana nos puede parecer una costumbre antiquísima, pero encender una fogata o una vela podríamos asumirlo como una novedad. A su manera, tanto el felino hogareño como el viajero cósmico subrayan las huellas de lo que hemos sido, así como la inevitable transformación-disolución hacia donde discurrimos.

Parados frente al abismo temporal de los próximos cincuenta mil años para que se presente la siguiente visita del astro coliverde, intriga no solo lo que haya sucedido para entonces con la especie humana que de seguro ya no existirá más, mientras que, por el contrario, los ojos penetrantes, adormilados y enigmáticos de un gato observarán sin mayor sorpresa la cola verde de aquel cometa surcando el cielo nocturno de un planeta que hace mucho dejó atrás a los humanos y sus delirios de trascendencia.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/aarredondo/

Andrés Arredondo Restrepo

Antropólogo y Mg. Buscando alquimias entre Memoria, Paz y Derechos Humanos.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.