CHOCÓ, CRUEL IRONÍA

“El hecho de que ésta fuese una región aislada, muy distante de los centros de autoridad virreinal, desde los cuales nunca se gobernó adecuadamente, hizo posible que los funcionarios reales […] actuaran con impunidad casi absoluta”, Caroline A. Williams, Resistencia y rebelión en la frontera española: reacciones autóctonas a la colonización en el Chocó colombiano, 1670-1690.

Hace un par de semanas el país se horrorizó con las imágenes del agua fangosa vertida en los lavamanos de los quirófanos del Hospital San Francisco, en Quibdó. Para completar, los médicos dieron testimonio de la precariedad de sus instalaciones.

El San Francisco es un hospital de segundo nivel: tiene 144 camas, pabellón de urgencias, tres quirófanos, sala de pediatría. Se calcula que cada mes atiende a más de 400.000 pacientes.

Hace seis años fue intervenido por la Superintendencia de Salud. Luis Carlos Arboleda, jefe de control interno del hospital, explica: “El responsable de la operación es Caprecom; el Hospital le hace vigilancia a las quejas y reclamos”. Por los problemas de los últimos años, el interventor canceló el contrato unilateralmente, pero Caprecom no puede suspender operaciones hasta que no le sean adjudicadas a un tercero.

El agua del San Francisco, tomada del Atrato, es tratada en una planta propia. Arboleda cuenta que el operador de la planta se defendió diciendo que las imágenes obtenidas por RTV Noticias fueron producto de “una especie de sabotaje”.

Desde la semana pasada hasta antier (jueves) han ido llegando nuevos equipos. La coordinadora de quirófanos (e), enfermera jefe Andrea Salazar, confirma: “Llegaron dos máquinas de anestesia, una lámpara cielítica —de quirófano—, tres monitores de signos vitales y un electro-bisturí”.

No obstante, los nuevos equipos suplen las necesidades parcialmente: “Siguen faltando camillas, adecuar el lavamanos, más monitores y un ventilador en recuperación”, agrega Salazar.

En los quirófanos trabajan doce especialistas, que rotan en turnos de diez días. La atención en algunas especialidades es muy escasa; por ejemplo, sólo hay urología diez días del mes y la cirujana vascular atiende sólo tres… ¡a todo un departamento!

El San Francisco carece de un sistema de intercomunicación. Urgencias no tiene línea directa con cirugía: es necesario llamar a un celular o desplazarse (“Y está lejitos”, dice la doctora que contesta mis reiteradas llamadas… ¿Por qué una médica trabaja como recepcionista de turno en un hospital público? “Estoy haciendo un reemplazo”, responde).

¿Dónde queda aquel Chocó, fuente de oro que alucinó a los españoles en el siglo XVI y se resistió a la doma del látigo y el evangelio?

El Hospital San Francisco es sólo una manifestación de un departamento anquilosado en el tiempo, con la corrupción carcomiendo sus entrañas.

Y cada día, el himno del Chocó vuelve y canta la cruel ironía: “Tus tres ríos seculares: Atrato, San Juan, Baudó; tus dos mares, tus canales, por Napipí y Truandó, abren rutas de progreso, esperanza y promisión. Y eres la tierra más rica de nuestra rica nación”.

Tomado de: El Espectador

ANA CRISTINA RESTREPO Columnista El Espectador y El Colombiano. Profesora Universidad EAFIT.
ANA CRISTINA RESTREPO
Columnista El Espectador y El Colombiano. Profesora Universidad EAFIT.

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