Hola, Víctor. No sabes lo complacido que estoy con las buenas noticias que me llegan de ti. Empezar ciclos, lo sé por experiencia propia, no siempre resulta ser una tarea fácil, pues implica cerrar otros, poner puntos finales sin darle mucha mente, es necesario apelar a la frialdad de la razón y no a la sensibilidad del corazón; esto podría sonar muy estoico para un romántico como yo, pero a pesar de ello, este resulta ser el único camino para salir bien librado después de una decepción, y seguir adelante con alegría y optimismo.
Esta semana, mi amigo, relacionándolo con tu situación, me encontré con una vieja amiga, que entre inquieta y orgullosa, me dijo “acabo de entenderlo todo, soy un Uno. Si lo hubiera sabido antes, mi vida habría sido distinta”. Me contó que había participado en un taller de eneagrama, que tras hacer una revisión profunda de actitudes y aptitudes individuales, te clasifica en alguna de los nueve tipos de personalidad.
Ese taller le había revelado su número mágico: un Uno. Esa confesión, me trajo inmediatamente a la mente a mi gran amigo Felipe Hincapié, escogiendo fichas en una tienda de Lego; pues, aunque este, con seguridad engolosinado con las formas, sé que no podría, por más que lo quisiera, llevarlas todas iguales. Difícilmente podría armar con ellas algo estético y reconocible; y de llevarlas todas de un mismo color, sabe él por su experiencia, su creación sería sosa y aburrida.
Haciendo un símil con la máquina ¿será que los hombres estamos programados? y de ser así ¿quién nos programó?, ¿para qué?, ¿será posible romper con esa programación y reprogramarnos nosotros? Preguntas complicadas para los tiempos presentes como en el que vivimos, en el que la programación neurolingüística está por todos lados, encasillando rígidamente el comportamiento Humano, como si este respondiera obligatoriamente a una única urna de fichas iguales de Lego.
Sin embargo, aventurándome a tomar partido; yo Felipe, declaro que tengo un poco de Uno, pues resulto ser ético y concienzudo, con un fuerte sentido del bien y del mal; pero también tengo algo de Dos, pues soy una persona preocupada y orientada a los demás; y un poco de Tres y de Cuatro y así sucesivamente. En esencia, también soy individualista, leal, desafiador y entusiasta. Somos un 360, tenemos en mayor o menor medida una mezcla de aptitudes y actitudes que, al igual que un código de barras, nos hacen a todos únicos e irrepetibles.
Es claro también que sí, estamos programados, y no en una única versión, pues sin que tengamos mucha consciencia de ello, va mutando de acuerdo con la necesidad del mercado o de las naciones o de las empresas, incluso de las instituciones o de los “líderes” de turno, quienes dicen cuál es la senda que debemos recorrer.
Apelar, mi amigo, por el camino de la rebeldía consciente, es sin ninguna duda la mejor de las alternativas, pues poder decidir y tomar partido es una muestra de que aún somos Humanos.
Abrazo cordial, mi amigo.
Felipe.
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