Cartas a Adela – Tercera carta (3/20)

Ayer al despertar noté que Maga dormía a mi lado. Me daba la espalda mientras el sol entraba a hurtadillas entre los espacios divididos de la cortina. La vi y sonreí, aunque no recuerdo haberme ido a dormir con ella la noche anterior ni que ella se escabullera entre mis sábanas, sin embargo ahí estaba, tan plácida, tan tranquila, sin tanto mar en sus mejillas rotas.

Toqué su espalda con mi dedo, busqué el calor de su cuerpo en la mañana pero cuando se volteó la vi llena de ojos y tres bocas, yo la miraba sin saber adonde mirarla, y la quise besar pero ¿Qué boca iba a besar? ¡Llena de ojos y tres bocas! Yo tan quieto, tan inmóvil. Me amarré el aliento para contener un grito mientras ella se desperezaba coquetamente entre las sábanas de ceda. Entonces como un petardo, se alzó en el colchón cantando, ella tan gusana ciega en el pantano, ella, tan Maga cantando en la mañana.

Sus bocas todas hablaban al mismo tiempo de cosas diferentes y el aire se empezó a derretir en la habitación, y luego la desolación, la agonía, la desesperanza y toda llena de ojos empezó a llorar mientras sus bocas resonaban como campanas en la casa. Sasha y Sissi entraron como siamesas a unirse al lagrimeo, todas sollozando mientras mí cabeza se hinchaba cual globo o como un libro que se llena de páginas.

Tanto llanto mojó la alfombra, lentamente se formaron pequeñas olas saladas y luego una marea nos llevaba como barcaza sin rumbo en un dilema… Maga, Sasha y Sissi, mis compañeras, mis amigas, mis amantes, todas llenas de tormenta… ¡Ay como te pensé! creí que iba a morir ahogado de tanta tristeza ajena y no quedando más, fui bucanero cantándole al mar hasta que el oleaje entró en calma.

La mezcla de aire derretido y lágrimas me dejaron en el corazón un estrujón.

Al desayuno, nos sentamos todos, ellas tan alegres y yo con el Igüazú reprimido tras mis párpados. Maga comía con sus tres bocas hasta inflarse, Sissi bailaba entre el café y las tostadas mientras Sasha cambiaba de color. ¡Qué desayuno al desnudo!, si tan sólo hubieras estado… si hubieras estado… pero no estabas.

¿Ves cómo es este asunto? Te hablo de las chicas, voy caminando por ahí en una nube de opio o me tomo un te en un zapato y de pronto te veo sonriéndole a mi memoria ¡Qué injusto es el recuerdo de tus besos que me ataca sin previo aviso!

El día no fue tan largo, yo ya me acostumbraba a Maga con todos sus ojos rojos y a sus labios franceses, incluso parecía feliz nuevamente, entonces la tomé en mis brazos y me la llevé en una abeja a recorrer las calesitas de la ciudad. Sonreía ahí en el carrusel girando y girando sobre un tigre blanco. Mi corazón latía con emoción al ver sus bocas reír y reír.

¿Y yo? Aunque aun tenía las inquebrantables ganas de llorar, verla ahí tan alegre me daba temple para no desmoronarme y caer en horas de silencio obsecuente.

A la noche, Sasha se acercó a mí, me besó invitándome al amor, pero no quise dejar a Maga, entonces Sissi besó a Sasha invitándola al amor, y así me quedé en la cama a solas con Maga.

Mis manos buscaron su piel, mi boca besó cada una de sus bocas, sus ojos, todos sus ojos, me desnudaron con ternura y calidez, cruzamos el universo mientras el Sahara se desmoronaba. Reímos, nos quisimos, nos elevamos y nos perdimos en la penumbra del placer. Regresamos a nuestro estado de conciencia y nos enloquecimos nuevamente. Fuimos circunloquio eterno de amor y cigarrillos, de sudor y margaritas secándose al sol. Lentamente nos llegó el cansancio y me hundí en un sueño profundo y te soñé.

Te soñé perdida en una clave de sol y un si bemol de una canción de Édith Piaf. Estabas ingrávida sobre los Elíseos y te envolvías en un capullo para ser la Venus de Botticelli. Tus cabellos se incendiaban y me abrazabas envuelta en llamas mientras tus besos se diluían en mi boca que era ceniza.

Entonces me desperté con el ardor de tu imagen en mi sexo, me volteé para buscar el cuerpo de Maga pero no estaba ahí, estaba solito bien solo, aunque la noche anterior recordaba haber dormido con ella. Fue en aquel momento en el que sentí la soledad agobiante, soledad de ti. Quise llorar y gritar ¡Estaba todo lleno de ojos y tenía tres bocas!

Yo tan lleno de ojos y con tres bocas pidiendo a gritos que estuvieras a mi lado. Creo que por fin entiendo a Maga, se irá pronto de mi lado, lo sé, se irá en busca de Paris así como yo me iré para buscarte.

Te dejo un beso que tiene el color de tu ropa interior. Cada día te extraño más, te extraño con extrañeza, te extraño más cuanto más se acerca el tiempo, pero supongo que el tiempo es oblicuo y ondulante ¿Qué sé yo? Hasta pronto.


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César Augusto Betancourt Restrepo

Soy profesional en Comunicación y Relaciones Corporativas, Máster en Comunicación Política y Empresarial. Defensor del sentido común, activista político y ciclista amateur enamorado de Medellín.

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