Durante los últimos días el país se ha visto envuelto en una manifestación masiva, el catalizador inicial fue la reforma tributaria impulsada por el gobierno en medio de una pandemia y el conocimiento de bastantes gastos innecesarios. Sin embargo, el abuso de fuerza por parte de la policía y en algunos casos, el ejército, intensificó el descontento, están intentando callar la protesta a punta de plomo.
Tanto así que hasta las Naciones Unidas ha acompañado la protesta, velando por los derechos de los manifestantes. Ni en la peor de las guerras se puede atentar contra funcionarios de la ONU, sin embargo, en Cali, la misión de la ONU recibió impactos de bala, mismos que iban dirigidos a los manifestantes. Entonces cabe preguntarse, si hasta el mayor organismo internacional existente ha sido testigo y víctima de la respuesta violenta, armada, desmedida y asesina de la fuerza pública, ¿por qué tú, colombiano, sigues negando esa realidad?
Hago énfasis en ser colombiano porque por este solo motivo debería mostrarse al menos más empatía de la que están mostrando en otros países del mundo. No solo porque esto está ocurriendo en tu país, sino porque varios de tus compatriotas han muerto a manos de la fuerza pública en los últimos días. A manos de policías han muerto 26 manifestantes entre los que se encuentran: Marcelo Agredo (17, Cali), Jovita Osorio (Cali) Brayan Niño (24, Cundinamarca), Nicolás Guerrero (Cali), Miguel Ángel Pinto (Cali), Santiago Murillo (19, Tolima), Andrés Rodríguez (Cali), Diego Perdomo (Cali), que salieron a luchar no solo por sus derechos sino por los de todos nosotros, por los del pueblo colombiano, y lastimosamente no volvieron para contarlo. Además de eso han ocurrido más de 1181 casos registrados de brutalidad policial, 9 casos de abuso sexual por parte de uniformados, 56 casos en las que armas de fuego han sido utilizadas contra protestantes, de los cuales 761 han sido detenidos arbitrariamente por la policía.
Si eso no es suficiente para salir de la burbuja y entender que la situación es aberrante, no sé qué lo sea. No alcanzo entonces a imaginar que sea necesario para dejar la indiferencia de lado, o peor aún la mentalidad de “si le pasó es porque se lo merecía”, “algo estaba haciendo”, o la de “si protesta violentamente solo puede esperar una respuesta violenta” cuando la gran mayoría de los casos se da en protesta pacífica, y cuando se emplea la violencia es como defensa personal ante la irrupción violenta de los uniformados, que entran a generar caos en medio de una protesta pacífica como está registrado en miles de videos de estos días. Reconocer la existencia de un problema estructural, de una institución que ataca al pueblo cuando debería estar defendiéndolo y de unos gobernantes que no saben que esto está pasando, que de por si muestra incompetencia y señales de que hay algo mal, o que saben que está ocurriendo y prefieren no hacer nada al respecto.
No pretendo decirte que los policías que han muerto no deben doler, ni que todos los policías son malos ni nada de eso. Lo único que intento es generar conciencia de la situación que estamos viviendo, de que hay madres llorando a sus hijos que perdieron la vida injustamente por luchar por sus derechos, de que miles de colombianos que sin importar el virus, el cansancio o el miedo a perder la vida siguen saliendo a manifestarse, a alzar su voz contra los opresores, así sepan que van a ser víctimas de esa misma opresión, de que policías se voltean el chaleco o se tapan su número para cometer cientos de actos atroces contra los mismos civiles que juraron defender. Y de que, con tantas evidencias, la indiferencia hoy en Colombia dejó de ser una opción.
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