Carta abierta al rector de la Universidad de los Andes

Me senté a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en la cafetería central de la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, Alma Mater de los colombianos, que tiene egresados nacidos en el 95% de los municipios colombianos.

Me senté a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en la cafetería central de la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, Alma Mater de los colombianos, que tiene egresados nacidos en el 95% de los municipios colombianos.

La Universidad Nacional de Colombia es el corazón de la educación superior en Colombia, y representa en todas las dimensiones a la universidad pública colombiana.

Recientemente el rector de la Universidad de los Andes, Pablo Navas dijo, en la ceremonia de grados 2015-1 que “En distintos foros he afirmado que la Universidad de los Andes es la más pública de las universidades colombianas, esta afirmación resulta un tanto provocadora.”

Lo anterior me motivó a escribir una carta abierta al doctor Navas con el propósito de aclararle a él, y a la comunidad en general, que su planteamiento además de provocador es incorrecto. Transcribo a continuación dicha carta:

Señor Rector de la Universidad de los Andes, doctor Pablo Navas.

Me enteré, a través de las redes sociales, de su planteamiento de que la Universidad de los Andes es la más pública del país. Aún no salgo de la sorpresa por su afirmación  y sólo encuentro una explicación en la hipótesis de que esta es una estrategia de marketing con el objetivo de buscar visibilidad para su institución o para su imagen personal.

No quiero entrar en el análisis sobre la calidad académica de la institución que usted dirige, la cual no tiene discusión porque ésta se ha ganado un puesto de privilegio en el ranking de las universidades latinoamericanas. La Universidad de los Andes es un referente académico y las ejecutorias de sus egresados así lo expresan. Pero una cosa es la calidad académica y otra es la dimensión pública en un país lleno de inequidades y por ende de necesidades.

Soy profesor de la Universidad Nacional de Colombia desde hace treinta y nueve años y en mi recorrido docente he interactuado como docente en más de treinta universidades colombianas, lo cual me permite, de primera mano, distinguir entre una universidad pública y una universidad privada.

Quiero plantearle, desde mi punto de vista personal, cuales son las principales características de una universidad pública que la hacen única y la diferencian ampliamente de la privada.

  • La accesibilidad. A la universidad pública puede llegar cualquier joven colombiano, sin distingos de clase social, etnia, preferencia religiosa o pensamiento político, porque el valor de la matrícula es proporcional a los ingresos familiares, tendiendo a la gratuidad para los estratos más bajos de la población.
  • La ausencia de “roscas”. En la universidad pública no caben las recomendaciones ni las intrigas para el ingreso, siendo la única condición pasar el exámen de admisión. Entonces sólo puede ser identificada como condición de acceso la capacidad intelectual del aspirante.
  • Los programas especiales de admisión. Como hay grandes diferencias en la educación secundaria entre comunidades desprotegidas y comunidades privilegiadas, algunas universidades públicas diseñan programas especiales de admisión para una juventud que, en su defecto, no tendría ninguna oportunidad de hacer una carrera universitaria. (Tal es el caso del programa PEAMA de la Universidad Nacional de Colombia).
  • La propiedad. La universidad pública es de todos, no responde a intereses de grupos minoritarios de la sociedad, por importantes y representativos que sean. Un grupo de socios, por grande que sea, no alcanza a tener la dimensión de “representar a la toda la sociedad.” Con esto no le estoy restando méritos a las universidades privadas, simplemente estoy puntualizando sus diferencias con las públicas.
  • La libertad de acción. Un concepto más amplio que la libertad de cátedra (la cual se da, de hecho, en muchas universidades privadas) es el de la libertad de acción. En la universidad pública el profesor tiene absoluta libertad de cátedra y de expresión, lo cual para algunos analistas externos pudiera aparecer como exagerado. Tampoco reclamo que la universidad privada aplique en toda su extensión el concepto de libertad de acción, simplemente puntualizo que acá hay otra diferencia con la universidad pública.
  • Los objetivos de nación por encima de los objetivos corporativos. Toda la actuación de la universidad pública privilegia el norte de la sociedad, por encima de los intereses parciales de sus directivos y académicos. Este alcance supera a cualquier propósito privado, por noble que sea.

Cuando usted entra a dirigir una cátedra para cien estudiantes en una universidad pública como la Universidad Nacional de Colombia se encuentra con que cuarenta y dos de ellos pertenecen a los estratos uno y dos, otros cuarenta y dos pertenecen al estrato tres y el resto, dieciséis, se reparten entre los estratos cuatro, cinco y seis. Y estoy seguro que las cifras son similares en la Universidad de Antioquia, en la Universidad del Valle o en la Universidad Industrial de Santander.

Cuando usted se enfrenta a los reclamos de los estudiantes en la universidad pública éstos se refieren a temas de bienestar universitario como la alimentación, el alojamiento y el transporte público, esto es en asuntos relativos a la supervivencia. Mientras que con frecuencia los reclamos en la universidad privada se centran en la falta de parqueaderos, en la diversidad de ofertas gastronómicas, y en las opciones de movilidad internacional, entre otras, esto es, en asuntos relativos a un mayor comfort de quieres de antemano tienen un significativo nivel de bienestar.

 

Para mayor ilustración me refiero a algunas posiciones teóricas entre lo público y lo privado:

 

Como referencia Lorenzetti, citando a Camps, (1) nos dice que «lo privado coincide con la esfera de la exclusividad (intimidad, particularidad, individualidad) y lo público con la esfera de la generalidad (accesibilidad universal, comunidad, pertenencia colectiva) ». En otras palabras, lo público supera a lo privado porque privilegia lo colectivo frente a lo individual. Esto no implica que lo privado, per se, sea negativo. Pero, como decía mi abuelo: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

 

La Cepal hace un planteamiento interesante sobre el concepto de lo “privado social” (2) como un avance entre los extremos “público” y “privado”, en el artículo “Las bases de la otra modernidad: la otra noción de lo privado y la otra noción de lo público”. El artículo de la Cepal habla de las dos posiciones extremas que compiten por dominar la orientación económica e la sociedad moderna, la primera, la estatización total de la economía, y en el otro extremo, el neoliberalismo.

 

Para la Cepal lo privado significa intereses particulares que se contraponen a los intereses de la sociedad y el límite se encuentra en la equidad, la solidaridad, la libertad y la democracia.

 

Señor rector, tal vez usted podría referirse a una universidad con una vocación “privado social”, mas que a una universidad con vocación “pública”.

Diego Germán Arango Muñoz

Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing.

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