El carnaval de Barranquilla es uno de los más grandes de Colombia. Cerca de un millón de personas, entre visitantes y locales, participan anualmente de la fiesta, que comienza un sábado antes del miércoles de ceniza y se lleva a cabo durante cuatro días continuos.
Por su variedad y riqueza cultural, el carnaval de esta ciudad ha obtenido dos importantes reconocimientos: Patrimonio Cultural de la Nación, en declaración otorgada por el Congreso Nacional de Colombia el 26 de noviembre de 2001, y Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, concedida por la Unesco en París el 7 de noviembre de 2003.
Sin embargo, no todo es maicena y bembé, porque aunque muchos quisiéramos que las fiestas carnestolendas fueran más de bordillo y esquina como en otros tiempos, hay una realidad que pocos ven o quizás ignoran.
De acuerdo con Carnaval S.A. las festividades mueven 40 mil millones de pesos, lo que hace que sea más comercial que cultural, factor que no incomodara tanto si no dejará a un lado a quienes quieren disfrutar y hacer parte sin tanta restricción. Pero no es para menos, estas festividades dejan cuantiosas ganancias para el sector privado y se supone que para el distrito.
Asimismo, se evidencia el clasismo en una fiesta tan popular como esta y en la que no debería existir este tipo de estigma, con actos como el de tener tres reinas del carnaval, la primera y ante la opinión pública la principal, es la escogida por la junta directiva de Carnaval S.A que como conocemos son de familias adineradas. La segunda y también escogida a dedo, representa al carnaval de la 44 escogida de igual forma por la organización Carnaval de la 44 y la última y pareciera menos importante la reina popular de los barrios que aunque participa en los desfiles de la vía 40 que es organizado por Carnaval SA. no tiene el mismo apoyo que las dos primeras.
Otro Punto que deja una clara división socio-económica es el exceso de palcos a lo largo de la vía 40, donde se lleva a cabo los principales eventos de estas festividades (Batalla de Flores y Gran Parada) dejando un mínimo espacio para quienes buscan sentir el carnaval de cerca y que no cuentan con recursos para este tipo de lujos pero si el deseo de sentirse parte de ellas, aunque sea con menores cuantías de dinero.
Para el marxista ruso Mijaíl Bajtín, el carnaval permite la liberación transitoria de las clases sociales oprimidas, que prefiguran en las fiestas un mundo libre, sin jerarquías ni normas restrictivas.
Se entiende entonces que el carnaval debe ser del pueblo y para el pueblo, es decir para todos por igual caso contrario a lo que busca Carnaval S.A. quien marca una línea entre los adinerados y la clase trabajadora quienes a diario asisten a esa élite que hoy les quita un espacio significativo en un evento de gran magnitud.
Finalmente, no es justo que unos pocos se lucren y se apoderen de nuestra ciudad, de nuestras fiestas y se adueñen de las raíces culturales que tanto significan para los barranquilleros, que con esfuerzo han mantenido y disfrutado de ellas y que por mucho tiempo han mostrado a nivel mundial a la puerta de oro de Colombia, en ese sentido merecemos espacios dignos para el disfrute y la recreación de uno de los mejores carnavales del mundo.