El Gobierno Duque finalmente tiene una bandera que defender: la lucha directa contra el Eln. Esa es la conclusión a la que han llegado los medios de comunicación en las últimas semanas después del atentado en la Escuela de Policía General Santander. En las mesas de opinión de radio y televisión se les pregunta a expertos si es posible que Colombia vuelva a tener una política similar a la de la Seguridad Democrática. En los periódicos, los columnistas se cuestionan si se ha desvanecido la posibilidad de una nueva negociación con la guerrilla. La agenda mediática nacional solo habla de la nueva tarea del gobierno, y casi que le entrega a Duque la bandera que no había tenido en sus meses de administración.
¿Pero ahora que va a ser de lo que, siquiera en campaña, había sido la bandera del presidente? ¿Qué va a pasar con la cultura cuando Duque ya tiene en su cabeza todos menos eso? ¿Será que la economía naranja va a seguir siendo ignorada como lo ha sido en los siete meses de presidencia? ¿Las industrias creativas sólo fueron un comodín de campaña para apelar a los jóvenes y al centro?
No hay que decirse mentiras: Duque no ha hecho nada por la cultura en el tiempo que lleva de mandato. El Ministerio de Cultura, el que se esperaba que iba a ser uno de los más importantes en el gobierno, no ha tenido ningún protagonismo y en cambio ha pasado completamente desapercibido. Al contrario, lo poco que se ha intentado hacer por la cultura ha sido perjudicarla. Se me ocurren dos ejemplos. El Ministro de Hacienda, quien se esperaba que fuera a ser otro defensor de la cultura por el tema de la economía naranja, sólo la ha rozado cuando intentó gravar a los libros y a los espectáculos en la reforma tributaria del año pasado. Una jugada claramente hipócrita con la plataforma con la que se hizo elegir Duque, que por los menos fue retirada de la ley de financiamiento gracias la presión ciudadana. El otro ejemplo es la dirección de Centro Nacional de Memoria Histórica. Duque ha nominado a tres candidatos, uno cada vez peor que el otro. El primero habló mal de esa misma entidad que quería dirigir, el segundo mintió al país sobre sus títulos, y el tercero, el que suena en este momento, ha declarado públicamente que Colombia jamás ha vivido un conflicto armado.
¿Qué va a pasar entonces con la cultura en estos tres años y cinco meses que quedan de gobierno? Muy probablemente lo que ha pasado siempre: las iniciativas privadas van a superar a un estado que intenta darle pañitos de agua tibia a la financiación de la cultura pero que siempre termina rezagada por otros temas como seguridad y defensa.
En Colombia quienes más apoyan al arte son los individuos como líderes sociales o comunales, y las empresas privadas y sus fundaciones. De nuevo, cito dos ejemplos. En el 2015 la Editorial Planeta y el Grupo Éxito hicieron una alianza en el que por medio de “Booket”, la línea de bolsillo de la editorial, se promovería la lectura de manera masificada vendiendo libros de diferentes géneros y épocas, por un precio de 14.900 pesos. Esa alianza sigue el día de hoy e incluso se han dado promociones especiales en las que por 10.000 se consiguen dos libros de un mismo autor. El segundo ejemplo son los festivales culturales. Los mayores patrocinadores del Hay Festival son RCN y Postobón, del Festival Gabo son Bancolombia y Suramericana, y del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogota son Páramo Presenta y Konfigura.
Las únicos que sacan la cara por la cultura en la política son las administraciones locales. Las fiestas y ferias de libros son principalmente impulsadas por las alcaldías y las bibliotecas públicas, y los concursos literarios y de narrativas son fomentados por las secretarías de cultura y las universidades públicas y privadas. Pero los gobiernos nacionales hacen muy poco por las artes, y el gobierno de Iván Duque no ha sido la excepción.
El debate aquí no es si el estado debe o no subsidiar la cultura. En muchos países del mundo son las iniciativas privadas las que financian las artes y funciona muy bien. El problema es que un presidente que se hizo elegir con letreros naranjas e invocando la importancia de las industrias creativas, no haya hecho nada a favor de la cultura en los meses de gobierno. Y ahora, que parece que únicamente tiene en su mira combatir al Eln, la cultura y las artes no recibirán el apoyo que Duque les prometió.
Que no vaya a ser que, en la economía de los espectáculos, las empresas privadas le roben al gobierno el show.