Desde el inicio de los diálogos de paz en Caracas entre las delegaciones del ELN y del gobierno de Gustavo Petro, en ambas partes quedó evidente el afán de desmarcarse del Acuerdo de La Habana entre el Estado y las FARC EP; en ese deslinde se recurre a viejas piezas de propaganda utilizados, por ejemplo, en la coyuntura del plebiscito del gobierno de Juan Manuel Santos quien convocó este mecanismo de participación ciudadana de manera unilateral sin contar con la otra parte firmante.
Protagonistas de la propaganda del NO en 2016, hoy son miembros de la delegación gubernamental en la mesa con el ELN; desde allí insisten en negar y descalificar lo acordado en La Habana y recomiendan que “Las propuestas sean “Sobre los temas de la agenda”, una exclusividad que acota las negociaciones para que no terminen, como las del Acuerdo Farc–Santos, arreglando todo en papel y nada queda arreglado, en un documento “constituyente” y metido a la Carta del 91 por la puerta de atrás, contra la voluntad popular.” (alponiente.com 20-12-22)
En esa línea, al Acuerdo de La Habana se le adjudica nada más y nada menos que la “fractura de Colombia”. Es la matriz que promueve en términos de opinión, un medio masivo de reconocida incidencia internacional como El País, quien en su portal llama “obsesiones del presidente” Petro al pretender “que este desarme no fracture Colombia de la forma en la que lo hizo el tratado de paz con las FARC”. Según se indica en ese medio masivo, esta es la explicación para la elección de “un amplio abanico de negociadores, de izquierdas y derechas”. (elpais.com 22-11-21).
También el comandante Antonio García del ELN sostuvo, “que las Ex-Farc negociaron por una Colombia hipotética, pero la Colombia real sigue siendo la que produjo las protestas de los últimos 3 años y todo sigue igual.” (arcoíris.com 22-11). Y así se van compilando opiniones, frases y piezas de propaganda que hacen parte de la lucha política e ideológica en la disputa por el poder político. Precisamente la paz está asociada a las condiciones en que todas las alternativas políticas sean reconocidas y no declaradas enemigas por su diferencia, punto dos del Acuerdo de La Habana.
Si bien entonces el gobierno Petro ha dicho que cumplirá con el Acuerdo de 2016, el consenso en los actuales diálogos según el cual Caracas no será como La Habana, sugiere la reflexión en el marco de la planeación y el presupuesto del Estado. Obviamente queremos que los Acuerdos de Caracas no se queden en el papel pero tampoco los de La Habana. Siempre hay que priorizar y con estas descalificaciones queda la duda sobre cuál es la prioridad de la Paz Total. Cualquier conquista en los derechos del pueblo pobre, la oligarquía la asumirá como amenaza a sus privilegios: ¿Cuál será la estrategia para unificar y no profundizar la verdadera fractura de Colombia?
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