“Canta ahora si puedes”

Foto: Rubén Torres - Instagram: @mrbencho

Sobre un régimen de violencia, el arte y las manifestaciones estéticas se convierten en un mensaje que incómoda, un mensaje de masas…”


A Víctor Jara le cortaron las manos y la lengua como una burla sobre su persona y lo que esté representaba en contra del régimen de Pinochet. “Canta ahora si puedes” dijeron los militares que lo condujeron hacia el sótano del Estado Nacional segundos después de este acto de tortura. Pero también como un método disuasivo para la población chilena, específicamente artistas y contradictores del régimen dictatorial. Un mensaje que tenía más allá de su brutalidad física, la desmoralización de las fuerzas que deseaban una democracia: atentar a lo físico, para minar el espíritu… El arte y la estética siempre han incomodado las dictaduras, por eso Víctor no está con nosotros, por eso Lucas villa no está con nosotros.

Lo que hemos visto en Colombia en este primer mes de Paro Nacional, respecto a la brutalidad policial, a la desproporcionalidad y a los actos cometidos en su mayoría en excesos por la fuerza pública, violando la constitución política, y más allá, los Derechos Humanos, nos muestra una cosa básica: La democracia que hoy profesan las instituciones nacionales respecto al trámite de las diferencias, solo tiene un carácter formal, y no de contenido. No es en estados de total tranquilidad que se conoce el poder del Estado en todas sus formas, sino en momentos de conmoción nacional. Por ello, se hace necesario que el Estado disponga de los elementos constitucionales para tramitar las situaciones complejas: el diálogo entre actores, más allá de las doctrinas ideológicas de los gobiernos de turno por la defensa del Estado Nacional. Fuerzas políticas nacionales y regionales plantean en sus canales oficiales la importancia del diálogo, pero el Gobierno Nacional, en un estado de “Leviatán sordo” ha dejado caer la espada que lleva este en su mano como símbolo de poder terrenal sobre los cuerpos de los jóvenes que aspiran un país distinto, sin voluntad de reconocer las fallas existentes de sus agresiones institucionales. Vertiendo sangre sobre un país que nunca ha contenido esta hemorragia.

Sobre el mensaje.

A Víctor le callaron su voz, le arrancaron su arma más poderosa, esa que era instrumento de su corazón: su lengua. A los jóvenes colombianos les arrebatan sus ojos, como a quien que hay “ocultarle” la verdad que acaba de revelársele, como la luz que ilumino la oscuridad en la que han vivido las generaciones anteriores a la de este ímpetu juvenil. Por eso van de gafas en Primera Línea.

Arrebatan la vida a los jóvenes, pero dejan mensajes disuasivos con una carga simbólica que estarán marcadas no solo en sus rostros sino en la memoria colectiva.

Sobre un régimen de violencia, el arte y las manifestaciones estéticas se convierten en un mensaje que incómoda, un mensaje de masas. De pueblo. Un mensaje que conecta.

Jonathan Chaverra Ortiz

Politólogo UdeA

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