Cambio de Paradigmas: urgencia nacional

Eran solamente los años quienes veían indignados y anonadados cómo las letras de las canciones se fueron deformando, y pasaron de engrandecer la belleza en los ojos de una mujer, a llamarla orgullosamente “puta”.


En el pasar del deformado y desgarrador siglo XXI, observamos con gracia, y con los brazos cruzados, cómo se desfiguraba la moral de las comunidades con pedofilia, con violaciones a los derechos de los niños, con asesinatos a golpes por parte de las personas que dicen protegernos, y con las innumerables aberraciones llevadas a cabo en contra de las mujeres y los infantes (inocentes que sufren en silencio las atrocidades más viles).

Las enseñanzas de nuestros abuelos fueron dadas como ideas sin una simiente, tal vez como palabras sin un sentimiento o quizás buscando que las generaciones migraran de ese abrupto maltrato a un futuro con más respeto, jamás lo sabremos, aun así evidencias muestran que fueron tomados esos concejos con nauseabunda hipocresía.

Ellos decían con toda propiedad: “las mujeres no se tocan ni con el pétalo de una rosa”, o “No maltrates las mujeres, porque hijo de mujer eres”, y hasta se conmemora un día al año, después de un acontecimiento atroz. Pero, tiempo después, se veía cómo en Colombia idolatraban a asesinos de mujeres, a misóginos de palabra y de acto, a perpetradores de masacres en contra de la feminidad y el feminismo. Fue así como apoyaron a aquel famoso que, mientras cantaba a todo pulmón decenas de canciones y se hacía llamar el “Cacique de la Junta”, asesinó a la muchacha Doris Niño.

El no hacer nada al respecto tergiversó todo lo que concebimos como cultura. Las sociedades se convirtieron en un sistema podrido y corrupto, doble moral, alienado, manipulado, represor de sí mismo.

Eran solamente los años quienes veían indignados y anonadados cómo las letras de las canciones se fueron deformando, y pasaron de engrandecer la belleza en los ojos de una mujer, a llamarla orgullosamente “puta”. Se fue afianzando la forma falsa de varón como una figura suprema que desentonó aún más la visión de humanidad, y no solo de las mujeres, sino del ciudadano mismo.

El no hacer nada al respecto tergiversó todo lo que concebimos como cultura. Las sociedades se convirtieron en un sistema podrido y corrupto, doble moral, alienado, manipulado, represor de sí mismo. A día de hoy, somos lo más alejado que puede encontrarse a lo que es la definición de sociedad.

La violación de la menor Embera-Chamí hace años, el maltrato humillante a mujeres en todo el territorio, la tortura por parte de la fuerza pública a manifestantes, el asesinato de civiles desarmados, la desaparición de seres humanos después de ser capturados por policías, son un cúmulo de influencias, manipulaciones, artificios que se apropiaron de las mentes con todo tipo de pensamientos basura. Es la muestra de una sociedad débil, ignorante y enajenada.

Ahora la misma sociedad dañada y falaz, naturaliza actos viles como si fueran lo ideal, como si el dolor de una mujer, o de 14 niños abusados, o de madres que lloran sus hijos inocentes mereciera ser disculpado, así mismo como se disculpa la desigualdad social, la pobreza, el desplazamiento, el hambre, la guerra, la miseria, el abandono.

Mientras se sigan naturalizando incluso desde la verbalidad los acontecimientos destructivos e inhumanos, y le importe más a la prensa comprada de este país los hijos de los más poderosos empresarios y políticos, que los niños de escasos recursos, o entretanto existan en los medios de comunicación opiniones desabridas y desconsideradas como las de muchos congresistas cínicos, y la sociedad no se repiense a sí misma, se seguirán presentando las mismas y peores transgresiones en contra de las poblaciones más vulnerables, no interesará que sigan haciendo daño, cantantes asesinos como Diomedes Díaz, un expresidente pedófilo como Pastrana, policías transgresores, violentos, agresivos, como han demostrado ser los últimos días, o un mandatario destructor de países como lo es Iván Duque el gran títere de Álvaro Uribe Velez.

Djack Muriel Pérez

Licenciado Ciencias Sociales en formación, Tecnólogo en sistemas, ambientalista, consciente. Miembro activo de Cofradía para el cambio. Crítico y opinante. El cambio es posible.

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