“Las personas suelen llamar justicia a sus propias venganzas” -Fiódor Dostoyevsky.
La comisión primera del Senado aprobó la semana pasada, en séptimo debate, el proyecto de reforma a la constitución que permitiría la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños. Como a todos nos parece prioritario la protección de los niños, este proyecto parece un camino lógico y si es lógico exigir justicia en cada caso. Sin embargo, la cadena perpetua no es el camino a la justicia porque no busca proteger a los menores, busca promover políticamente a ciertos personajes a través del odio y el desprecio contra aquellos que, como sociedad, sentimos que se lo merecen.
La norma penal cumple diversas funciones; una de ellas es la preventiva y entonces nos dicen que si aumentamos lo suficiente la pena, al criminal le dará miedo y se abstiene de delinquir, pero seamos sinceros ¿Usted cree que el ladrón, el violador o el asesino, antes de cometer un crimen, revisa su código penal a ver si la condena es alta o el bajita? Normalmente el que delinque está confiado en que saldrá impune, cosa que, a diferencia de los derechos fundamentales en Colombia, sí está casi garantizada. Es preocupante que, según la fundación paz y reconciliación, Colombia tuvo el quinto mayor índice de impunidad en América Latina en 2017 y sumemos esto a que no existe estudio alguno en el mundo que compruebe que el aumento de penas tiene por reacción una disminución en el número de crímenes. Tomemos como ejemplo el caso de Costa Rica, que duplicó sus penas en 1994, pero en 15 años la tasa de crímenes como el homicidio pasó de 5,8 por cada 100.000 habitantes a 11,1, mostrando que el aumento de penas fracasó rotundamente ¿Por qué? Porque según el gran tratadista de derecho penal clásico Cesare Beccaria; lo que disuade al criminal no es la crueldad de la pena, sino la certeza de esta, entonces, la reforma debería estar encaminada a mejorar la investigación y reducir la impunidad, que es lo que verdaderamente cumple la función de disuadir al sujeto y prevenir el delito.
Por otro lado la norma busca rechazar las conductas que como sociedad consideramos que merecen repudio y por supuesto que la violación, más aún si es de menores merece el total repudio, pero en Colombia este tipo de delitos ya tienen un alto repudio, tienen una pena de hasta 60 años y sin beneficios pero ¿Esto ha ayudado a reducir los crímenes? y más importante ¿Ha ayudado en algo a las víctimas? Por supuesto que no, porque la medida se centra en la venganza contra el victimario y no la atención integral a la víctima, parece que lo importante es castigar, hacer correr la sangre, pero ¿y la víctima?
‘Quien comete estos delitos pierde toda humanidad y no tiene salvación, ni derechos’ uno puede encontrarse constantemente con este tipo de comentarios en redes sociales. Sin embargo, ante este planteamiento medieval surgen dos argumentos; primero, los derechos humanos son imprescriptibles e irrenunciables, por más detestable que sea el individuo sigue siendo un ser humano y en segundo lugar, que a pesar de que se cree que los violadores de niños ‘no tienen remedio’ resulta que estudios como los del psicólogo canadiense Hansen, de la American Psychological Association, revelan que la tasa de reincidencia en un delincuente sexual es de un 17% y se puede reducir al 10% si el individuo recibe tratamiento mientras cumple la pena. Es más, la propia ponencia del Congreso fija la reincidencia en 6%. Así que estaríamos transgrediendo el principio fundamental de la resocialización de todo criminal y negando de plano el derecho a arrepentirse sin razones de suficiente peso. Más grave aún, estaríamos posponiendo la discusión sobre las verdaderas medidas a tomar por adoptar por implementar una medida costosa e inútil y hasta entonces ¿qué pasa con las víctimas? Nada, pero si veremos a todos los proponentes de esta iniciativa carnicera e inútil pidiendo votos por ser ‘los protectores de la niñez’ proclamando al país ¡Victoria! hay cadena perpetua.
A pesar de todo esto, lo más seguro es que en el último debate en la plenaria del senado la cadena perpetua para violadores sea aprobada por una abrumadora mayoría. Los crímenes, casi con seguridad, continuarán en aumento a pesar de que en un papel diga que sus perpetradores deben estar de por vida tras las rejas y años después, ante la falta de efectividad de esta medida punitiva, nos venderán la necesidad de una mayor severidad y entonces será el turno de los atracadores, homicidas y corruptos. Adicionalmente, para ser ejemplares, no se les condenará a cadena perpetua, sino que serán guillotinados en la plaza pública de cada municipio del país y para menguar el reguero y no ensuciar el piso, la caída de la cabeza será amortiguada por un ejemplar original y autenticado de la Constitución de 1991.
Comentar