Por: Alexiel Vidam
He vuelto a ver todos los episodios de Buscando Té, motivada por el lanzamiento del cuarto episodio que es, a mi parecer, el mejor de todos hasta el momento.
Para quienes aún no estén muy ubicados en el tiempo-espacio, Buscando Té, es una miniserie lésbica de Youtube –homónima del blog de la misma autora y protagonista-, que cuenta las aventuras/desventuras amorosas, de Marianella Castro –alias “Nella”-, una escritora desencantada del amor que está intentando darse nuevas oportunidades. La susodicha tiene ciertas manías marcadas que dibujan su personalidad: es maniática del orden, workaholic empedernida, y sobre todo, adicta al té.
Sus episodios suelen iniciar con un rollo introductorio sobre la mujer con la que tuvo una relación de seis años. La cosa terminó, y ahora Nella se encuentra acorralada entre el miedo a sentir… y el miedo a no volver a sentir. Mientras resuelve la duda existencial sobre cuál de las dos situaciones es más difícil, en su camino va apareciendo una serie de féminas con las cuales se arriesgará a vivir experiencias; siempre con algún giro estrambótico y un final tragicómico. Como la vida misma.
Creo que una de las cosas que conecta mejor de Buscando Té, es la facilidad con la cual conecta con su público objetivo, y traspasa los límites del mismo: lo ven lesbianas, sí, pero también se ha hecho sitio entre un segmento de hombres heterosexuales (curiosamente, se han sentido identificados). Las historias son sencillas, cotidianas y frescas. Por esto mismo, es fácil que uno se vea reflejado en ellas. ¿Quién no ha tenido una decepcionante cita a ciegas? ¿O se ha encontrado con alguien que le guste a escondidas? Es cierto que también hay episodios que conectan mucho más con el grupo exclusivo de lesbianas (como cuando Nella se enamora de una “heterocuriosa”), pero una vez que agarras el filin de la serie –seas gay o no-, te pegas.
La dosis de humor también juega un papel fundamental. No se trata de simples historias rosas, sino que todas están empapadas de cierta carga irónica, de cierto tono de parodia. Buscando Té se balancea entre lo romántico y lo burlesco. De alguna manera, nos pinta cómo, en medio del desencanto, la protagonista intenta encontrarle el toque cómico a la vida, quizás porque así se la lleva mejor.
Por otra parte, y haciendo justicia, pienso que hay ciertos puntos aún por desarrollar; hay que tomar en cuenta que todo proyecto nuevo, tiene sus resbalones; es parte del crecimiento. Buscando Té peca de redundante en ciertas escenas: a mi parecer, el rollo introductorio de la ex, agota tanto como escuchar a tu nuevo prospecto –en la vida real- hablando de su ex (quizás, hay ciertos toques de realismo exacerbado, que no funcionan tan bien en la ficción). Asimismo, hay que tener presente que Marianella es escritora (de hecho, ella escribe sus propios guiones), pero como actriz aún tiene un largo camino por recorrer; de modo que hay varias cuestiones por mejorar. Tal es el caso –por ejemplo-, del tono de voz en los monólogos; a ratos no suena del todo verosímil, perdiendo emotividad en el discurso, que se vuelve excesivamente edulcorado. También percibo la tendencia a pecar en ciertos lugares comunes en el guión; frases típicas como la de las mariposas en el estómago y otras similares que, desde mi perspectiva, le quitan credibilidad al texto.
Aun así, me parece que en líneas generales, Buscando Té es una propuesta interesante y osada. Una historia que busca romper con los estereotipos negativos que aún se tiene en muchos casos del mundo homosexual. En su serie, Marianella presenta las historias de lesbianas de una manera tan natural, que incluso el público heterosexual podría conectar con ellas y comenzar a comprender una realidad que normalmente le es lejana.
Vale decir también que se nota una evolución entre episodios, siendo el último el más trabajado. Este capítulo cuenta con la particularidad de un giro en la parte estética. Se introduce una nueva gama de colores (menos rosados y pasteles) que le dan otro clima al episodio. Siento que esta última entrega de Buscando Té, busca añadir un toque más artístico a la parte visual, un poco más bohemioso que también cuadra con el perfil de escritora que tiene la protagonista. Muy bien colocados también los gags, haciendo alusión a alguna película o serie de género. Por otra parte, se nota claramente el mayor esfuerzo en la producción, no sólo por la cantidad de actores y la mejora en los decorados; también en la propia extensión del episodio en sí (aproximadamente 10 minutos, mientras que los anteriores han bordado los 5), permitiendo un mejor desarrollo de la historia y una mayor conexión de con los personajes. Como para cerrar a lo grande, los temas musicales muy bien elegidos; el I want to break free, cierra el episodio como anillo al dedo.
Sólo me queda invitarlos a darle una ojeada a esta mini-serie. Ya lo he dicho: gay o no, te arrancará más de unas cuantas carcajadas. Dale un vistazo aquí.
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