Bogotá 485 años: ¿Feliz cumpleaños? 

Derribo de la estatua del Adelantado Don Gonzalo Jimenez de Quesada en el centro de Bogotá durante las marchas indígenas del Cauca en el marco del Paro Nacional de 2021. El hito de ruptura y no retorno de la destrucción de la identidad bogotana. Fotografía Cortesía Instituto Distrital de Patrimonio Cultural-IDPC

Derribo de los monumentos a los fundadores, el borrar de las calles el nombre de la fundación hispánica, la resignificación anacrónica, descontextualizada e instrumentalizada ideológicamente de un pasado idílico inexistente para cualquiera que estudie la dinámica social de la Confederación Muisca, el caos social, degradación de valores nacionales, la corrupción rampante y la desesperanza que se volvieron costumbre hace años en la capital, sumadas a la actual crisis nueva de Gobierno que esperemos no nos lleve a revivir las violencias políticas por parte de los golpistas viudos de poder -de la misma manera que los golpistas que hoy nos gobiernan hicieron en 2018, 2019, 2020 y 2021-. Nada de lo anterior son motivos para celebrar.


SALVAGUARDA LEGAL

Este artículo es un paréntesis parte de la serie: “El Pacto Histórico en su Justa Medida”, debido a la conmemoración de la fundación hispánica y civilizada de la ciudad de Bogotá, realizando un debate el respeto a la voluntad popular y el ejercicio responsable de la libertad de expresión, desde el punto de vista de la oposición y la independencia política establecidas por la Ley.

De esta manera invocamos el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia y el artículo 13 de la Ley 1909 de 2018 o Estatuto de Oposición.


BOGOTANOS DESARMADOS Y DESALMADOS

Bogotá está vacía de liderazgo, vacía de ideas, vacía de representaciones reales de su identidad. Tan vacía como el pedestal del Adelantado Jiménez en la plazoleta del Rosario. Ahora, él se encuentra en el Museo de Bogotá, allá en la carrera cuarta con calle 10, en la Casa del Virrey militar Sámano, desde donde se gerenció la reconquista española cruenta de 1816. Allí, en ese desapercibido “cuarto de San Alejo” de la historia colonial, una estatua desfigurada, sin su espada nombrada en el himno, escondida como un hijo no deseado, como el producto de un delito, como algo que no queremos que se vea.

Una estatua de un guerrero, de un conquistador sin su espada. Eso somos hoy en día los bogotanos y bogotanas al no tener voz para exigir las mínimas garantías de dignidad humana, base de los Derechos Humanos en una ciudad de todos, pero al mismo tiempo, de nadie. Una ciudad, donde desafortunadamente así como hay forasteros y extranjeros que han dado más por ella que sus propios hijos, esos hijos son devorados, discriminados y relegados a la nada, a la muerte a veces por los que vienen de afuera, siendo silenciosamente ciudadanos de segunda o de tercera en su propio suelo, tratando de entender idiosincrasias ajenas, cuando nunca hemos logrado entendernos a nosotros mismos.

Estatua restaurada del Adelantado Jimenez de Quesada en el Museo de Bogotá-Casa Sámano actualmente. Una espada rota y una mirada ya no de hidalguía sino de tristeza, se parece al alma actual de los habitantes de esta ciudad. Fotografía Cortesía Alcaldía Mayor de Bogotá.

UNA ANÉCDOTA

¿Y después me preguntan en la ESAP por qué detesto tanto a aquellos y aquellas que nos quieren hacer oír mapalé con guitarra eléctrica, vestir en guayuco o hablar en lenguas que no son universales?

Decir por ejemplo en un contexto académico que no promover la enseñanza del idioma español en un territorio indígena es condenar a esas comunidades al atraso y la vulneración de la dignidad humana de esas personas que son ciudadanos iguales ante la Ley a cualquiera de nosotros, fue considerado un discurso “racista” y “de odio” por parte del 80% del alumnado de mi curso y de un docente -muy católico, juvenil y carismático él-. “Señor, líbrame de las aguas mansas, que de las turbias me libro yo”. Y me libré, advirtiendo acciones legales de volver a notar estos comportamientos, o de utilizar el “Método Bolsonaro” de defensa del periodismo. Si algo nos ha enseñado el pésimo cine colombiano tipo “El Paseo” es que es mejor iniciar la agresión y quedar como salvaje, que recibirla y quedar como víctima.

¿Apología del delito? ¿Amenazas? Lectores y lectoras, ustedes son libres de interpretar como quieran estas líneas, y estoy dispuesto a asumir las consecuencias de esta denuncia frente al acoso que he callado para no perder una beca del Gobierno Nacional, quedar como intolerante y ser objetivo por mi edad, clase social, situación de desempleo y vulnerabilidad social -algo normal en el periodismo independiente de este país, pero en especial de Bogotá, donde nada es color de rosa para la libre opinión, y donde peor la pasa cualquiera que tenga la osada aventura de colocar un medio independiente-.

ELLOS Y NOSOTROS

El Adelantado y la actual burgomaestre tienen en común que fueron visionarios, que dieron esperanza y que fueron pésimos mandatarios. ¿Y qué con eso? ¿Por qué hablar de fechas tan lejanas como los 485 años de esta ciudad o los 212, 218, 210 o los que sean que supuestamente este país tiene como independiente cacareados por los seguidores furibundos del petrismo con su ya clásico tono profesoral, ególatra y retador, muchos de los cuáles no tienen más de veinte años? Tal vez, así como tuvo que desaparecer la Confereración Muisca y otros ordenamientos tribales de las comunidades indígenas andinas para poderse formar el Virreinato de Nueva Granada, tal vez, esos que se creen perfectos, que quieren desafiar la naturaleza, el sentido común, la lógica, el Derecho y las Leyes para inventarse un nuevo mundo perfecto donde sus traumas, miedos, inseguridades e incoherencias sean desaparecidos del ambiente bajo el uso del miedo, la represión y sus “buenas intenciones” destruyan todo lo que somos, y nos conviertan en otra cosa. No comer carne, no tomar lácteos, no hablar, no rezar, no vivir, no respirar, hacer lo que digan los otros.

¿Será que eso es a lo que llaman “progreso”?

Los fuertes de la manada, son ELLOS, amos y esclavos de un discurso del “mundo feliz”. NOSOTROS, somos los indeseables, lo de esconder en el “cuarto de San Alejo”, lo que hay que dejar sin espada, lo que hay que derribar, lo que hay que exorcizar, lo que hay que callar. ELLOS, el “pueblo bueno”, NOSOTROS, “el pueblo malo”.

Dios, en caso de que existas, y Rodolfo Hernández sea un error del sistema en la genética humana, por favor, líbranos de tantos ELLOS y danos más prójimos como NOSOTROS.

EPÍLOGO 

Tal vez por lo difícil que puede ser vivir contigo, es que te amo Bogotá, y que muy difícilmente podría estar lejos de ti y de tu área metropolitana. Aunque me cause dolor verte triste, vacía de liderazgos, con hijos propios desnaturalizados y adoptivos que te menosprecian, con todo y eso, jamás dejaría de pensar que el mejor lugar que me pudo corresponder ha sido contigo.

Por primera vez en tantos años, te digo por escrito, con la misma impotencia de la mirada de Jimenez sin espada y en el patio de una casa vieja despojado de su dignidad, con la desolación de ver su pedestal vacío cada día que paso frente al Colegio de Nuestra Señora del Rosario, con tener que ganar centavos para no desfallecer en tus ahuecadas, convulsas y al mismo tiempo abandonadas calles, y sin que nadie oiga ni lea ni una de mis palabras. Con todo y eso, te amo.

Y siguiendo el ejemplo de Dora Glotman, cuando llegó a Nueva York a trabajar como mesera para apoyarse en sus estudios por la quiebra de su padre, siendo uno de los hombres más ricos de Colombia en su tiempo. Siempre se presentaba como “la mejor mesera de Nueva York”. Espero llegar a ser al menos el mejor intento de periodista de la ciudad de Nuestra Señora de la Esperanza.

¡Feliz cumpleaños 485 Bogotá!


Todas las columnas del autor en este enlace: Jhon Jairo Armesto Tren

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.