Si es cierto, como decía Fidel Castro, que la historia se encargará de hacer absoluciones, creo que Belisario Betancur debe estar en esa selecta lista de absueltos. Y no porque haya sido el mejor presidente de Colombia, ni mucho menos, sino porque nos demostró que, ante las adversidades, como país la voluntad de paz siempre debe ser más fuerte, y que una salida al conflicto armado en Colombia podría darse mediante el diálogo.
Es cierto que el proceso de paz que él lideró no prosperó, también es cierto que por el fracaso de este proceso volvió la cruenta guerra. Y también es cierto, y él mismo lo confesó, que el grave incidente con el Palacio de Justicia no lo pudo manejar de la mejor manera.
Tal vez lo más reprochable, y obvio que hay que reprochárselo, fue su falta de ayuda para el esclarecimiento de los hechos de la toma y la retoma del Palacio de Justicia, fue casi como una decisión de ignorar que él era el presidente de la república y que gran parte de la responsabilidad fue suya. Sin embargo, espero que en el testamento que anunció el presidente del consejero de Estado, se esclarezcan, sino todos, algunos puntos fundamentales de este episodio aterrador de nuestra historia.
A pesar de esto, hay que reconocerle que fue una persona que le apostó a la paz, es más, fue el primer presidente que busco un proceso de diálogo con las guerrillas en Colombia; creía que el diálogo era mejor que las balas. Antecedido por Turbay, el presidente más autoritario de la segunda mitad del siglo XX, llegó en 1982 a buscar la paz dialogada a un conflicto que nos estaba desangrando. Fracaso, aunque no del todo, pues logró el acuerdo de la Uribe con las FARC, que permitió la creación de la Unión Patriótica (no sé si la historia es cíclica, pero este proceso es muy parecido al ocurrido entre Uribe y Santos).
Además de lo anterior, fue un hombre que promovió la cultura y el arte en diversos ámbitos, como la pintura, la escultura y la literatura. Más que un político era un intelectual. Incluso, su amigo personal Gabriel García Márquez lo definía, no como un presidente al que le gustaba la poesía, sino como un poeta que le tocó ser presidente.
Fue sin lugar a dudas, el presidente conservador más liberal que haya tenido Colombia.
Dio ejemplo incluso luego de su presidencia, pues a diferencia de la tradición presidencial colombiana, se retiró del debate público; o el debate público lo dejo, como él decía. No se entrometió ni entorpeció procesos de otros presidentes, ni intentó desprestigiar a los que consideraba sus enemigos o, por pura mezquindad, se opuso al cambio social del país, como sucede hoy en día. No, decido retirarse dignamente.
Belisario Betancur debe ser recordado como un hombre de paz, que apostó por un mejor país y que hizo lo que estuvo a su alcance, y dentro de sus convicciones, para lograr ese anhelado país.