“Mandos militares exponen operación Bastón como figura simbólica anticorrupción para distorsionar realidades en la Fuerza.”
Así, como en la antigüedad un enorme caballo de madera fue utilizado como estrategia en la guerra de Troya para ser llevado al interior de la ciudad y exhibido al pueblo como símbolo de victoria de los troyanos, sin saber que en su interior se ocultaban varios soldados enemigos que dieron paso a la creación mítica de una máquina de guerra transfigurada por la fantasía de los cronistas; hoy ya no es un caballo, sino tal vez un elefante blanco llamado «Bastón» que busca dar victorias ante la opinión pública por parte del mando de turno en el Ejército y poder así alejar a los colombianos de la realidad injustificada de las irregularidades y la corrupción interna de la institución, así como interceptaciones ilegales o las también denominadas «chuzadas» a personal ajeno a ésta.
La revista Semana alardea con la operación Bastón, según ellos, por ser una misión ambiciosa del Ejército que deja al descubierto graves casos de corrupción en la institución, pero si miramos el trasfondo de estas supuestas investigaciones nada nuevo trae en su interior, ya que desafortunadamente, desde siempre en todos los grados y posiciones se ha ejercido esta mala práctica en la Fuerza y, más son los casos de corrupción que no siempre tratan de sobornos en contratos, utilización de medios fuera de la norma o despilfarro en asignaciones presupuestales con destinaciones específicas para el funcionamiento del Ejército Nacional.
Se olvida acaso que lo que tiene «jodido» al Ejército es la corrupción en sus filas y allí es donde se origina el nacimiento de las manzanas podridas (desde grados bajos), con el tráfico de influencias dentro de la institución, entendiéndose como: favoritismos, el padrinaje de comandantes por subalternos, los pagos de favores o los encubrimientos de acciones mezquinas y torcidas que recaen directamente en la administración del personal, justificándose con nombramientos, traslados, cursos y viajes por nombrar algunos; como lo complementa el Veterano Fabel Avila Amaya, en su columna «Deficiencias en el manejo del talento humano en el Ejército Nacional». Twitter: @CPColombiaPM.
Aparentemente, la revista Semana descubrió el agua tibia y los mandos militares deciden ayudarle con éste descubrimiento al verse saboteados por sus propios hombres y penetrados por la inteligencia de una revista polémica que pudo haber coordinado pagos bajo la fachada del periodismo a cambio de información privilegiada (en cualquier otro escenario fuera de éste país eso sería también tachado como corrupción).
De igual manera, si las directrices de la operación Bastón son la depuración de la corrupción del Ejército Nacional, no es posible que desde el año 2017 a la fecha los resultados sean tan bajos y mediocres para el esfuerzo planteado, más aún, cuando el Ejército siempre ha utilizado de manera irresponsable la figura jurídica de «discrecionalidad de la Fuerza» para sacar personal en servicio activo «sin Dios ni ley» y en muchos casos por capricho del comandante de turno como ocurrió en el «princess team», que debilitó la moral de la tropa y acabó carreras de armas sin justificación ni explicación de muchos militares. Irrisorio decir que ante los hechos de corrupción «investigados y demostrados» según Bastón, la acción tomada por los mandos fue el traslado de personal y no la destitución justificada.
Así mismo, no es posible que, si existió una operación Bastón desde hace tantos años, nunca el principal y más controvertido general de la Fuerza y quien llegó a ejercer como comandante de las FF. MM. no tenga investigaciones ni resultados ante las innumerables denuncias incoadas por corrupción, no solo en contratación (lo cual también debería explicar la fiscalía y contraloría), sino de tráfico de influencias y utilización de la organización institucional para fines personales. Pero: ¿cómo investigar a quien dirigió la operación Bastón?, ante ésta interrogante queda entre dicho la legitimidad y transparencia de dichas investigaciones.
El maestro Sun Tzu, en «El Arte de la Guerra» que es el mejor libro de estrategia de todos los tiempos, podría tener una hipótesis de lo que busca abiertamente la séptima fase de Bastón de la cual al parecer muchos tienen interés que sea, así:
«En el momento en que el ejército ha sido confundido y ha perdido la confianza, se sufrirán los asaltos e incursiones de los Estados vecinos. Esto es lo que se denomina generar el caos en su propio Ejército y facilitar la victoria enemiga.»
Finalmente, es desastroso que después de casi cuatro años de supuestas investigaciones, los mandos actuales quieran venir a disfrazar resultados con trece (13) destituciones (algunas voluntarias) y treinta (30) traslados internos dentro de la Fuerza y desviar la atención sobre la invasión a la privacidad de personal civil y militar, así como ocultar otros aspectos siniestros al interior de la institución, presentados desde años atrás.
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