En estas fechas de fin de año es muy difícil sustraerse de la tendencia de hacer recuentos, balances y evaluaciones del año que está por terminar. He pensado varias alternativas para hacer mi propio balance en este espacio de opinión. En un principio quise retomar los ejes de mis textos –el espacio público, la ciudad, la vida urbana e inquietudes feministas- pero me di cuenta que redundar sobre lo ya escrito no aporta nada. Después consideré escribir sobre los temas que me quedaron pendientes, pero tampoco me convenció esta opción.
Mientras le doy vueltas a los varios temas que tengo en mente, recordé una discusión virtual que tuve hace unos meses con un grupo de amigos: «En estos tiempos nadie lee», «los jóvenes leen poco» y varias variantes de esta postura un tanto soberbia en la que algunos nos erigimos en autoridad moral para opinar sobre los consumos culturales ajenos. Mi ejercicio docente con jóvenes de sectores populares y algunas actividades extra académicas en una escuela de oficios, me dieron el baño de realidad que me hizo repensar los argumentos sobre la sentencia de la poca literatura que se consume en estos tiempos. El primer argumento es que la «gente» consume otro tipo de productos culturales a la hora del ocio: cine, televisión, series online.
Tradicionalmente el acceso a la literatura y el consumo de libros estaba mediado por publicaciones de tipo cultural – cultivado y letrado – suplementos literarios de diarios y revistas culturales. Ahora tenemos una variedad de opciones mucho más amplia. Sin ir más lejos, el consumo de series online es el primer acercamiento a ciertos libros y autores: el último y más claro ejemplo es la reciente reedición de dos libros de la escritora canadiense Margaret Atwood «El cuento de la criada» y «Alias Grace» cuyas adaptaciones para televisión las pusieron en las listas de los libros del año.
Pensando en mi propio balance como lectora, este año leí autores variados y muchas de mis elecciones se basaron en críticas de televisión. Luego de haber conocido a Leonardo Padura leyendo su magnífico «El hombre que amaba a los perros» casualmente llegué a ver online «Cuatro Estaciones en La Habana» una preciosa adaptación de las novelas policiacas serie de Mario Conde.
Hace unos años descubrí la serie «La Canción de Fuego y Hielo» de George R.R, Martin gracias a la serie de televisión y recordé que fue gracias a las películas de Peter Jackson que leí El señor de los Anillos de Tolkien.
Nuestras lecturas se nutren de diferentes fuentes, ninguna es mejor que otra… Lo importante es no dejar de leer. En este 2017 leí mucho, para el 2018 espero leer más…