“Es necesario y fundamental, que en Colombia se empiece a implementar de inmediato un sistema de salud preventivo y no curativo, es necesaria la asistencia de los médicos a las casas, siguiendo y ejecutando planes de salud preventivos y educativos”
Por fin parece que se va a acabar este año, fue un año sin duda diferente para todos, a algunos les cambió para bien la vida, y a otros para mal; para algunos fue un año largo, en cambio para otros el tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Para muchos, esta crisis económica causada por la crisis sanitaria por la pandemia del covid-19, desnudó varias realidades y desenmascaró varios engaños que nos vendaron los ojos durante tanto tiempo, no solo en Colombia sino en el mundo entero.
Pero esta vez no voy a referirme al mundo entero, bastante hay en Colombia por mejorar como para mirar la paja en el ojo de los países vecinos. Y hay tantas cosas por evaluar, mejorar y en lo posible cambiar en Colombia, que ni siquiera sé por dónde empezar.
Puedo empezar por lo más básico, lo más prioritario y lo más evidente en este año, en esta situación pandémica, en esta evidente agonía: la salud pública del país. Desde el establecimiento de la ley 100 de 1993, se entró a considerar la salud como un negocio, y no como un Derecho Fundamental de los ciudadanos. Hace ya 27 años se creó la intermediación a través de las empresas prestadoras de salud (EPS) del orden privado, y se marcó una profunda división entre el régimen contributivo y subsidiado por un plan obligatorio (POS), al cual solo se accede por tutela. Las EPS, por el poder que les concedía la intermediación financiera, adicional a la corrupción que se presentó, limitaron los servicios, abandonaron los conceptos de la salud pública y desconocieron la importancia de la atención primaria, lo que llevó al sistema a la quiebra. El actual colapsado sistema de salud es un fracaso total, a eso se le añade la pésima gestión del Gobierno Nacional y el Ministerio de Salud frente a esta pandemia. Es claro que nadie está preparado para una pandemia; hace unos meses nadie se imaginaba que la pandemia llegaría a cambiarnos la vida por completo en muchos aspectos, pero hay algo que es cierto, y es aquel sabio dicho que dice: “más vale prevenir que lamentar”, la pandemia tan solo fue la gota que rebosó la copa en el precario sistema de salud colombiano, porque las problemáticas de este, eran ya evidentes desde hace mucho tiempo.
Es necesario y fundamental, que en Colombia se empiece a implementar de inmediato un sistema de salud preventivo y no curativo, es necesaria la asistencia de los médicos a las casas, siguiendo y ejecutando planes de salud preventivos y educativos, donde le enseñen a cada persona de la sociedad, que la salud como la vida no debe ser un privilegio sino un derecho; es necesario que haya un personal capacitado y bien pago, que cumpla la función de llevar la salud y la prevención a los lugares en los que siempre han estado ausentes al igual que el Estado.
Para lograr esto, antes que nada, la salud tiene que dejar de ser un negocio que solo pueden comprar las personas con alta posición económica en la sociedad, la salud tiene que ser arrancada a las millonarias empresas privadas, y debe ser verdaderamente pública, manejada por personal capacitado que no piense en intereses capitalistas, sino en el bien común, y en el cumplimiento de los derechos constitucionales de la ciudadanía. Teniendo esto solucionado, el personal médico dejará de ser un esclavo más del gremio privado, y pasará a ser un empleado público, bien pago, bien equipado y por supuesto más motivado para realizar su trabajo. De esta forma, siendo la salud un bien público, y no un negocio privado, los ciudadanos tendremos que ejercer nuestro derecho y nuestro deber, a supervisar que los recursos públicos se destinen bien, sin desviarse, y con total transparencia.
Ligado al tema de la salud y la prevención, está el tema de la limpieza y la desinfección de los lugares que frecuentamos, de nuestros sitios de permanencia, de nuestras prendas personales; del lavado y la desinfección constante de nuestras manos, del uso obligatorio del tapabocas, de la desinfección de nuestros vehículos, del distanciamiento social, y tantas otras cosas que cambiaron en nuestra cotidianidad y que hoy agradezco y espero que después de que esta pandemia se acabe, -si es que se va a acabar- nunca desaparezcan de nuestra normalidad.
Otro de los temas trascendentales que dejó en evidencia su debilidad por causa de la pandemia fue la educación, la educación en realidad nunca ha tenido una evolución, los métodos de educación se han repetido por décadas sin muchos cambios, son métodos retardatarios que en muy poco han cambiado desde los inicios de la educación. Se ha tenido siempre la idea, de que la educación es memorizar un montón de datos innecesarios que fácilmente se encuentran en tablas, esquemas o en páginas de internet, se tenía el concepto de que para educar a la niñez y a la juventud, era necesario sentar a cuarenta aprendices seis u ocho horas en una silla incómoda, metidos en un espacio reducido en un salón de tres metros cuadrados, atestados de calor, sudor e incluso malos olores, escuchando a un interlocutor dictar hojas enteras de textos también viejos, que los estudiantes tenían que transcribir como amanuenses.
Ahora por el hacinamiento de los estudiantes en sus casas, las clases se dictan de forma virtual, por medio de pantallas de computadores, tabletas o celulares, usando como espacio común plataformas virtuales que aún tienen demasiadas falencias. Es evidente que hay demasiado por mejorar, pues los métodos de educación que se usaban hasta hace unos meses, eran tan atrasados, que hoy, en medio de la virtualidad, los problemas y las complicaciones técnicas se han vuelto cotidianas tanto como para estudiantes, como para profesores. Pero esto es tan solo la mejor parte, o la menos peor; lo peor de este asunto es la deserción escolar que hubo este año, que llegó al 1,1 por ciento, es decir 102.880 alumnos que se retiraron de sus estudios por falta de un equipo tecnológico o por falta de conexión a internet en sus hogares.
Es obligación constitucional del Estado brindar y garantizar la calidad de la educación para cada niño, niña y joven ciudadano, y contextualizando este tema con la actualidad que hoy vivimos, lo que debe hacer el Estado, es darle un equipo tecnológico a cada niño o joven que no lo tenga, y también brindarle una conexión a internet así sea por medio de un subsidio económico, para que absolutamente toda la niñez y la juventud tengan la oportunidad de continuar sus estudios desde sus casas teniendo en cuenta que probablemente la presencialidad tardará unos cuantos meses más en volver.
Solucionando el anterior problema de la conexión y la falta de equipos tecnológicos en los hogares pobres del país, estaríamos en realidad solucionando más problemas sociales que la deserción escolar, como por ejemplo el trabajo y la explotación infantil, pues debido a la deserción escolar, se aumentaron también las cifras de explotación infantil, los niños pobres de Colombia, al no tener los medios para continuar estudiando desde la virtualidad, se vieron desplazados a las calles, a las plazas de mercado, y las labores pesadas del hogar. La solución más urgente que requiere este problema, es garantizar el derecho de la niñez y la juventud a la facilidad de los medios para su formación académica.
Hay muchos más temas por analizar, temas en los que Colombia, y también el mundo tienen mucho camino por recorrer y experimentar, faltan demasiadas cosas por cambiar y mejorar, pero hoy quise hacer énfasis en estos temas que a mi parecer son mucho más prioritarios que otros.
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