Autocontrol

Nunca antes la sociedad ha estado tan híperconectada y comunicada, y nunca ha habido tanta desconexión, incomunicación e insensibilidad humana. Todo esto lleva por caminos invisibles a la pérdida de autocontrol.


El límite de autocontrol parece descender cada día. Las personas responden más rápido con agresividad, no solo físicamente, sino también emocional y psicológicamente. Los ambientes laborales se vuelven más caóticos. Personas que son humilladas en sus trabajos cada día recurren a juegos en línea o a consolas de videojuegos con juegos de rol, donde les permiten ser y ejercer lo que desean. El metaverso podría convertirse en un escape, aunque expertos vaticinan su muerte si no se reinventa. Las aplicaciones de IA con fines sentimentales cada vez son más demandadas.

El éxito de Black Mirror es precisamente mostrar ramificaciones existenciales en mundos paralelos, en cuyos escenarios distópicos se encuentra la persona humana, víctima de súper avances tecnológicos de los que ahora es presa fácil. El hombre construyó su propio carcelero y ahora se encuentra preso en su existencia. No se soporta con el otro. La convivencia fragmentada y extremadamente frágil, en donde el metabolismo urbano se antepone a la razón, lleva al ser a perder sus cabales y autocontrol, destruyéndose a sí mismo. Luego pide disculpas públicas, pero la digestión urbana de la sociedad lo ha fagocitado y no le queda otro camino que levantarse, aprender de los errores y continuar su camino de lucha. Algunos continúan con el resentimiento, esperando una oportunidad para desencadenar venganza parcial o absoluta. Otros no se soportan a sí mismos, asumiendo conductas y tendencias autodestructivas.

En el camino de la venganza parcial continúan infelices descargando su ira en el trabajo, en su familia, en su entorno social. Mientras que, si tienen la oportunidad de dominación social, sea por caminos de poder, de control político o económico, hará caóticos los contextos donde se desenvuelve con sus semejantes, con su prójimo, con su inmediato próximo.

Nunca antes la sociedad ha estado tan híperconectada y comunicada, y nunca ha habido tanta desconexión, incomunicación e insensibilidad humana. Todo esto lleva por caminos invisibles a la pérdida de autocontrol.

Hay muchos detonantes para perder el autocontrol, entre ellos destacan el estrés, la ansiedad, la impaciencia, intolerancia a la frustración, déficit de la regulación emocional, deficiencias en la comunicación verbal y no verbal, problemas de salud, débiles habilidades de afrontamiento de situaciones adversas, entre otros.

Pero ¿dónde quedan las redes sociales y los servicios streaming?

Las redes sociales y los servicios de streaming ofrecen al ser humano la sensación de control temporal sobre la posibilidad de consumir infinitas historias que se encuentran allí alojadas, desnaturalizándolo con el tiempo y el verdadero sentido de lucha. Nuestras vidas no las podemos comparar con la línea temporal de un personaje en una serie o una película, como tampoco con la realidad exitosa que nos venden las redes sociales. Detrás de todo éxito está el esfuerzo e incluso el sufrimiento. Aunque mencionar este último me toca hacerlo a manera de susurro porque no es políticamente correcto.

Esa ruptura en la línea de tiempo, al asimilarla con nuestra realidad, genera la impaciencia. El “never ending scrolling” o “scroll infinito” reafirma esa falsa sensación de control. La ilusión de triunfalismo fundamentada en la rápida línea de tiempo que muestran las pantallas hace creer que nuestro tiempo está perdido o que vamos muy lento en la vida.

En entrevista con la BBC en 2018 el Ingeniero Aza Raskin se arrepintió de haber inventado el scroll infinito en 2006 porque su creación era “una dinámica muy adictiva que no permitía al usuario procesar la información que leía. Es como si rociaran cocaína conductual por toda la interfaz” (1). Aunque el scroll infinito ha sido asociado a la pérdida de tiempo, también debería investigarse la desnaturalización de los sueños y proyectos personales en quienes caen en adición a las pantallas, que indudablemente podrían llevar a una persona a perder el autocontrol.

La firma de abogados Beasley Allen demandó en 2022 a Meta, propietaria de Facebook, Instagram, WhatsApp y ahora Threads, por “explotar a los jóvenes con fines de lucro” con productos “manipuladores y adictivos”. Los abogados van más allá al afirmar que “la exposición prolongada a las plataformas ha provocado suicidios reales o intentos de suicidio, autolesiones, trastornos alimentarios, ansiedad severa, depresión y una menor inclinación o capacidad para dormir, entre otras lesiones denunciadas”.  También afirman que “se tomó la decisión de tener adictos agresivamente a los adolescentes en nombre de las ganancias corporativas” (2).

En ciertos sectores del contexto latinoamericano parece no haber una distinción entre los innumerables contenidos que muestran las redes sociales con la realidad temporal, geográfica, territorial del protagonista detrás de la pantalla en contraste con la realidad situacional de quien está percibiendo dichas historias. Todo es un scroll infinito. Aunque no son todas las personas, e incluye gran parte de los adolescentes y jóvenes, este paralelismo puede conllevar a falacias y conclusiones apresuradas más o menos del tipo: “siento que no estoy haciendo nada por la vida”, “mi vida no tiene sentido”, “no vale la pena matarse estudiando”, entre otras trampas mentales. Todo un golpe profundo a las pocas habilidades blandas (socioemocionales) que nuestros adolescentes, jóvenes e incluso adultos cultivan en la actualidad.

La realidad personal, así como la dimensionalidad de los proyectos y metas, debe analizarse a la luz de la “hermenéutica temporal” de cada contexto geográfico y territorial de las miles de historias del feed de cualquier red social. Si no se distingue la situación anterior, cualquier persona podría caer en deterioro gradual de relaciones familiares, sociales y/o laborales, pérdida de la autoestima, desconexión de la realidad, percepción de soledad, ansiedad, depresión, mayor adicción a las pantallas, desarrollo de conductas adictivas. Y en todo este caldo, ¿será que somos capaces de conservar el autocontrol?

Abocando al cliché popular te podría decir que respires profundo y trates de tener calma. Todo tu alrededor parece un lugar en llamas.  Aunque también te podría decir como el famoso escritor y poeta danés Hans Christian Andersen te expresaría en un inmortal y parafraseado consejo: “Disfruta de la vida. Hay mucho tiempo para estar muerto”.


Todas las columnas del autor en este enlace: Erlin David Carpio Vega

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(1) https://www.lanacion.com.ar/sociedad/el-scroll-infinito-por-que-las-redes-sociales-estan-alterando-nuestra-percepcion-del-tiempo-nid02032023/#:~:text=El%20ingeniero%20Aza%20Raskin%20creó%20el%20scroll%20infinito%20en%202006.

(2) https://www.eltiempo.com/amp/tecnosfera/novedades-tecnologia/meta-es-demandada-porque-facebook-e-instagram-generan-adiccion-en-jovenes-678847

(3) https://www.newtral.es/analisis-scroll-redes-informacion/20210629/?amp


Imagen creada por Microsoft Designer,

Erlin David Carpio Vega

Ingeniero Ambiental y Sanitario, Especialista Tecnológico en Procesos Pedagógicos de la Formación Profesional y Magíster en Ciencias Ambientales. Más de 15 años de trayectoria en el sector público y privado. Docente, Instructor e Investigador. Autor de varios artículos científicos, capítulos de libro y libros de investigación. En la actualidad es Instructor del Área de Gestión Ambiental Sectorial y Urbana del SENA. También es columnista en El Pilón.

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