Asuntos bíblicos y una breve interpretación occidental

Asuntos bíblicos y una breve interpretación occidental

“El que va tras la justicia y el amor halla vida, prosperidad y honra.” (Proverbios 21:21)


Es pertinente resaltar que la vida propia depende siempre de otros, la convivencia humana, que necesariamente es con la alteridad, permite nuestra propia existencia; al respecto, algunos científicos han destacado la posibilidad de sanar heridas al tener tiempo para descansar bajo el cuidado de otro, como la mayor muestra de civilización y fundamento del desarrollo. Comprender la congregación en torno a los textos bíblicos, mediante la lógica, nos permite interpretar las manifestaciones de lo humano hasta nuestros días.

“Sin embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman».” (1 Corintios 2:9)

El pueblo de Israel contemplaba dos leyes primeras; la hospitalidad al forastero, al que va de paso, como mandato divino de virtud, cooperación y generosidad que se encuentra establecido en la ley bíblica, que ordena cuidar del extranjero, quien también es un hermano, pues como hombre es hijo de Dios. Y la venganza, que corresponde a la protección de la tribu como acto de solidaridad, porque quien honra y quien deshonra a un integrante de la misma, honra y deshonra a toda la tribu; la venganza como representación de la justicia soberana de los gobernantes en la tierra y la dignidad de los pueblos que preservarán su ley y la moralidad de sus costumbres sobre los otros. La venganza es racionalmente admitida en la ley del antiguo testamento, como cierta es la ira de Dios.

“Sigan amándose unos a otros fraternalmente. No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” (Hebreos 13:1-2)

“En la grandeza de Tu excelencia derribas a los que se levantan contra Ti; Envías Tu furor, y los consumes como paja.” (Éxodo 15:7)

“Día de ira aquel día, Día de congoja y de angustia, Día de destrucción y desolación, Día de tinieblas y densas sombras, Día nublado y de densa oscuridad,” (Sofonías 1:15)

Desde antaño, existe un principio que corresponde a “la pureza de raza”, que es un concepto que puede interpretarse y cuestionarse de acuerdo a las traducciones en las distintas lenguas, como se interpretarán y modificarán más adelante algunos mandatos bíblicos adaptados a los nuevos idiomas, pronunciados por diferentes profetas en diferentes tiempos; principio que solo tomará relevancia hasta el Siglo V. En esencia, este principio pretende salvaguardar la integridad religiosa de los fieles, de acuerdo al sometimiento irrestricto a los designios de un mismo Dios, del verbo divino aceptado, para que actúen de manera correcta (en coherencia) y puedan acceder a las promesas de Dios en concordancia a las mismas creencias, o recibir el castigo, a la luz de la perspectiva cultural que se preserva.

“Y no contraerás matrimonio con ellos; no darás tus hijas a sus hijos, ni tomarás sus hijas para tus hijos. Porque ellos apartarán a tus hijos de seguirme para servir a otros dioses; entonces la ira del Señor se encenderá contra ti, y Él pronto te destruirá.” (Deuteronomio 7:3–4)

Un ejemplo de interpretaciones cuestionadas sobre las leyes que encomienda Dios al mundo a través de Moisés, corresponde a las citas bíblicas que versan sobre el mismo tema, en las cuales se señala, primero, a la mujer como propiedad del hombre con el que contrae matrimonio, y en el segundo, se aclara la posición de ésta como un ser importante y fundamental para la obra Dios, que está por encima de cualquier tenencia posible y cuya obediencia y docilidad ante el esposo corresponde a la ternura con la que Dios doma el espíritu de éste para que le sirva. Al respecto, es posible identificar el mandamiento de respeto por el prójimo y la prohibición de interferir con la voluntad de Dios a través de cada uno. Sin embargo, cada lectura de la ley será adecuada a un momento histórico enmarcado en un contexto sociopolítico.

“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1:27)

“Asimismo, vosotros, maridos, habitad con ellas sabiamente, dando honor a la esposa como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de vida; para que vuestras oraciones no sean estorbadas.” (1 Pedro 3:7)

“Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto. El que halla esposa halla algo bueno y alcanza el favor del Señor.” (Proverbios 18:22)

Entre las citas que utilizan los diferentes cultos que van surgiendo a medida que crecen las naciones, se hace evidente la racionalidad de la palabra que se traduce a leyes vinculantes y la contundencia de las parábolas narradas en el libro de orden sagrado para hacer alusión a los caminos por los que Dios espera que se conduzca nuestra vida, para alcanzar la promesa de vida eterna, que bien podría experimentarse en el plano terrenal mediante la libertad, la salud mental y física, la seguridad personal y económica, y la sostenibilidad y estabilidad familiar que anuncia nuevas, dignas y sanas generaciones descendientes. En relación con el derecho, como lo teorizó Tomás de Aquino, es posible categorizar este saber cómo ley natural, pues la ley divina podría manifestarse, después del nuevo testamento, con la venida y obra de Jesucristo, que condensa la máxima del amor aún por encima de las leyes.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16)

“cancelando el manuscrito de las ordenanzas que había contra nosotros, que nos era contrario, quitándolo de en medio y clavándolo en la cruz;” (Colosenses 2:14)

“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.”  (1 Juan 3:16)

Más allá de los 10 mandamientos que la inmensa mayoría conocemos, en Israel se hallan otros mandatos plasmados en las sagradas escrituras que serán compatibles con las religiones de otros pueblos, en los que es posible entender el cimiento racional de lo que hoy conocemos como Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en occidente, porque invitan a la piedad y la honradez, al repudio del secuestro y la violencia injustificada; además se contemplan otras leyes que dan nociones de una ciudadanía, pues en ellas se insta al libre albedrío, a la garantía de la propiedad, al trabajo y la organización del poder legitimado en la autoridad.

“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:37-40)

El nombre de Dios es pretendido de conocerse por distintas religiones y usurpado por escribas profanos; no obstante, los pueblos de fe buscan la verdad del Padre atesorado su propio testimonio, como ley, en los libros sagrados, anunciando el más valioso legado para la humanidad, ya que contiene el mapa de la ruta que tomaron para acercarse a Dios para materializar las bendiciones como resultado extraordinario ante la limitación de nuestra carne.

“Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en Él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.” (Jeremías 17:7-8)


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