Hace varios meses me sorprendí al encontrar en el sitio web del reconocido periódico El Espectador un titular muy llamativo: “Científicos encontraron árboles en los que crece oro”. Incrédulo, pero con curiosidad, quise conocer los detalles de tal maravilla natural. Sería espectacular ver un atardecer con árboles frondosos y dorados, pero aún más maravilloso comprar un terreno y sembrar unos cuantos. “¡El negocio de mi vida!”, pensé, aunque luego recordé el impacto que tuvo el hallazgo de grandes depósitos de amatista en Brasil sobre el valor de esta piedra violeta, que incluso se dejó de considerar preciosa. No obstante, el oro tiene una gran ventaja sobre la amatista, sus propiedades físicas le confieren muchísimos usos, mientras que la amatista es un recurso que se utiliza casi exclusivamente en la joyería.
Aún así, tal descubrimiento era revolucionario; la química actual surgió a partir de la alquimia, con la que nuestros antepasados durante siglos intentaron en vano generar oro a partir de otras sustancias, pero ahora resulta que de manera sencilla podrían haberlo sembrado. El hallazgo no solo representaba algo que jamás habíamos visto, sino que iba en contra de toda lógica y del conocimiento científico. ¿Cómo va a crecer oro en un árbol, si para formar estos átomos se necesitan eventos tan raros como explosiones en las estrellas? Los tentáculos del titular me atraparon, agarraron mi mano derecha y me hicieron mover el mouse hasta que el puntero se posó sobre las letras. Mi dedo índice presionó el botón y en menos de un segundo apareció en mi pantalla una manzana de oro, brillante, como si fuera la evidencia del hallazgo científico del siglo.
El contenido del artículo desmentía el título y la imagen. Sin entrar en detalles, el texto exponía lo que de verdad sucedió: un equipo de científicos buscaba encontrar partículas de oro en las hojas de los eucaliptos de una región de Australia donde hay abundantes yacimientos de este metal. Lo que encontraron fue que a través de las raíces, el oro que hay en las profundidades puede ser absorbido y llevado hasta las hojas, donde se expresa en pequeñísimas concentraciones. Aunque el artículo explicaba de qué se trataba el descubrimiento, no contaba para qué servía, para qué era útil, por que merecía una mención especial entre miles de trabajos científicos que aparecen cada semana.
Peor, no hay hojas doradas que brillen en un atardecer, ni negocio posible con la siembra de estos árboles. No hay árboles en los que crezca oro, como tampoco hay árboles en los que crezca oxígeno ni humanos en los que crezca dióxido de carbono. El átomo de oro que llegó hasta la hoja provino de la tierra, y seguramente ha estado ahí por miles de millones de años, lo único que hizo el árbol fue transportarlo hasta sus hojas.
No solo El Espectador cayó en la tentación de poner un titular muy llamativo para un artículo que no parecía tan interesante. Algunos medios importantes como CNN en Español, Infobae y Univisión también lo hicieron. Este último tituló “Los increíbles árboles de oro hallados en Australia”. En Infobae introdujeron el artículo con el siguiente párrafo:
“Investigadores de la Universidad de Perth encontraron pequeñas partículas de oro en árboles de eucalipto. Tras el asombro inicial, los científicos dieron con la causa: ese bosque se erigía sobre un yacimiento subterráneo de oro y los árboles funcionaban como bombas hidráulicas que lo extraían.”
El artículo original, publicado en octubre pasado en la revista Nature Communications, revela muchos detalles que los medios pasaron por alto, y explica lo curioso y la verdadera importancia del hallazgo: ya se había hallado oro en las hojas de los árboles anteriormente, por lo que eso de que acababan de descubrir que había oro en las hojas de los árboles es mentira. Lo que aún no se tenía claro era si este oro llega allí desde el viento en forma de polvo, o si es absorbido por las raíces y luego transportado a las hojas. Lo importante del trabajo de estos científicos es que le da un fundamento a la segunda opción.
Contrario a lo que informó Infobae, los científicos no encontraron yacimientos después de hallar las partículas de oro, sino que buscaron en una región donde habían yacimientos para saber si el metal se podía expresar en las hojas. Esa expresión facilitaría el hallazgo de yacimientos de oro en regiones donde es difícil la exploración del suelo. La razón por la que se usaron eucaliptos para el estudio es porque las raíces de estos árboles alcanzan profundidades mayores que 30 metros, tocando la zona donde se encuentran los grandes depósitos.
El valioso metal también se había encontrado previamente en el suelo alrededor de estos árboles, lo que contribuye al planteamiento de una posible razón por la cual el oro llega hasta las hojas de los árboles: el elemento precioso sería tóxico para estos, entonces el transporte hasta las hojas en concentraciones menores que las que generan toxicidad ayuda al árbol a evitar afectarse por este metal. Las hojas se caen con el tiempo y así el eucalipto se libera del oro. Las hojas caídas explican el hallazgo de oro en el suelo alrededor de los eucaliptos. Con base en lo encontrado, ahora se busca desarrollar una técnica que permita encontrar yacimientos con base en las concentraciones de este elemento en la vegetación de una zona, como si las hojas de los árboles fueran letreros que dijeran “abajo hay oro”.
El mejor artículo de la prensa hispanohablante que he encontrado sobre el tema lo publicó el sitio español lainformacion.com, es preciso, certero, razonable y usa un lenguaje sencillo. El título es adecuado, incluyen una imagen y un gráfico relacionados con el estudio, presentan la fuente original, cuál es la utilidad del estudio y qué fue lo que se halló. El artículo original en Nature Communications puede ser mas tedioso para algunos, pues es literatura científica, pero los lectores interesados pueden encontrarlo aquí.
Finalmente cayó la dictadura ucraniana el día de ayer con la destitución del presidente Yanukovich por parte del parlamento y la liberación de la líder opositora Yulia Timoshenko. Cuando los cuerpos de seguridad abandonaron la finca del presidente, la población entró para ver que encontraba. Las fotos son sorprendentes: en la última se pueden apreciar no solo algunos de los vehículos acuáticos de Yanukovich sino también numerosos documentos que encontró la gente, algunos de ellos quemados por el régimen antes de su caída.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-atl.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/t1/1450680_10202473183650216_1393131758_n.jpg[/author_image] [author_info]José Miguel Arias Mejía Medellinense. Estudiante de Medicina de la Universidad de Antioquia. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
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