La pasada primera vuelta presidencial nos dejó una cantidad generosa de hechos interesantes para el análisis, pero quizás lo más llamativo del 30 de mayo es la manera en que los antioqueños contribuyeron a incrementar la ventaja entre Óscar Iván Zuluaga y el presidente Santos. En total ambos candidatos están separados por 458.156 votos, de los cuales sólo Antioquia aporta el 82%, es decir 376.887 votos.
A primera vista esta cifra impresiona, pero si comparamos Antioquia (37.5% OIZ, 16.2% JMS) con otros departamentos como Caldas ( 40.4% OIZ, 16.21% JMS), tierra natal del candidato uribista, o Huila (46.3% OIZ, 11.3% JMS). ¿Qué podríamos deducir? Que lo que impulsó a Zuluaga en la tierra de Carrasquilla no se trata de una votación anormal a favor del uribismo sino que es la consecuencia de ganar en un departamento que representa el 13.7% del total de los votos.
Por el contrario – y con atrevimiento porque en la segunda vuelta puede variar por completo- se registra un descenso en los votos uribistas en el departamento. Pues Santos en el 2010, quien representaba al uribismo en ese entonces, obtuvo 860.424 votos (45.4%) mientras que el domingo Zuluaga sólo sacó 663.632 (37.53%). Además las huestes de Uribe no lograron un apoyo homogéneo sino que fueron derrotadas en el Urabá y en el Bajo Cauca.
Podemos ver esto a la luz de una hipótesis. En Antioquia conviven por lo menos dos sociedades fragmentadas y diferenciadas, una con un ethos asociado al Caribe que habita en el norte del departamento en las regiones del Urabá, Magdalena Medio y Bajo Cauca y otro identificable como paisa asociada al carácter conservador de los colonizadores españoles y que se extiende hacia el sur hasta Caldas, Risaralda y Quindío. Más que uribistas o santistas estas sociedades tienen sus propios códigos de valores que hacen que su apoyo se incline hacia determinado candidato.
A pesar del fuerte conservadurismo de los paisas no todo está definido a favor de Óscar Iván Zuluaga y Antioquia no es un fortín asegurado para él, pues es posible que su contendor logre sintonizar ese conjunto de valores con su búsqueda de la paz. Los uribistas han hecho una campaña extensa y personal en el departamento apelando a valores como a la necesidad de justicia y seguridad. Sin embargo, esos valores pueden ser dirigidos hacia otras metas. Un claro ejemplo de guiar ese ethos hacia otros fines es Sergio Fajardo, quien con una propuesta alternativa logró obtener casi un millón de votos para la Gobernación de Antioquia.
Acertó Uribe y su Centro Democrático en centrarse tanto en Antioquia, este departamento cambia el rumbo en las votaciones. Ojalá Santos se dé cuenta de eso y pueda hacer algo al respecto en las tres semanas que restan de campaña.
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