En el mismo sentido en el que el sur global trabaja para que la riqueza se aplique en el norte global, la mayoría de los municipios de la periferia de Antioquia trabajan para que la riqueza tenga sus beneficios en el centro del departamento. Así, la idea de desarrollo construida desde el centro político, administrativo y económico de Antioquia al servicio del mismo epicentro.
Mientras en el sur de la ciudad de Medellín se negocia el oro que se produce en la zona minera, los municipios de explotación minera tienen altos índices de pobreza, producen una riqueza de la que no disfrutan. La misma dinámica se puede ver en las zonas bananeras o cafeteras, la riqueza se concentra en quienes invierten en Medellín y en el sur del Valle del Aburrá.
Aunque la vida de estos municipios depende de su vocación y todos viven, de una forma u otra, de estas actividades económicas. Sus formas de vida, las oportunidades que tienen no se corresponden con la riqueza que generan. Dice el minero que hoy ocupa la oficina de la gobernación del Antioquia, que esto es una “paradoja” porque según él es misterioso e inexplicable (así son las paradojas) que donde hay oro, la vida no sea mejor. Claramente, quien se beneficia de la situación prefiere las explicaciones superfluas y esotéricas. Debo decirle al señor gobernador que la pobreza de las zonas mineras no es resultado de un albur inconveniente, provienen de una contradicción, la más clásica de la economía, la que existe entre los dueños de los medios de producción y quienes solo poseen su trabajo.
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En el mismo sentido en el que los habitantes de los países del sur del mundo, son incentivados a dejar todo para ir a trabajar al norte porque las oportunidades a su disposición no les permiten desarrollar sus expectativas de vida, expectativas muchas veces también construidas desde los relatos del norte, los habitantes de la mayoría de los municipios de Antioquia están incentivados a viajar a buscar vida en el centro del departamento. Las juventudes de Antioquia tienen que escoger entre el desarraigo o el estancamiento personal.
Y aunque conviene que pongamos en crisis la idea de productividad y la aspiración a la misma, la improductividad sin recursos, sin medios de vida es el hambre y el abandono. Lamentablemente esta improductividad no es contemplativa. Sin medios de vida, la desocupación no puede ser entendida como libertad.
El Cambio en Antioquia, implica necesariamente, poner en evidencia que la riqueza de las elites del departamento depende de la explotación colonial de las regiones, la riqueza centralizada extrae lo mejor de las regiones y explota su riqueza natural y humana, dejando solo despojo. Que Antioquia cambie implica que los antioqueños puedan estudiar, trabajar y desarrollas sus expectativas de vida sin irse del pueblo si no quieren hacerlo, implica también que la riqueza que se produce en las regiones se quede en forma de calidad de vida en las mismas regiones. Privilegiar electoralmente las elites en este octubre en Antioquia, para que resistan el cambio, será perpetuar la explotación colonial del departamento.
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