“El otro es necesario en nuestras vidas, el acopio de la diferencia y su reconocimiento es lo que da sentido a nuestro existir. El exterminio y la supresión son solo la autodestrucción de nuestra esencia, de la humanidad en sí.”
Combinar pensamientos filosóficos suele ser interesante, las diversas interpretaciones permiten contemplar de manera amplia nuestra realidad, incluso puede llegar a ser más conspicuo si se realizan breves analogías con hechos y acontecimientos de nuestro diario vivir. A continuación se analizará el tema del conflicto islámico fusionando un poco del psicoanálisis freudiano, la filosofía de Emmanuel Lévinas y los planteamientos de una admirable politóloga y filósofa belga, Chantal Mouffe.
Postulado Freudiano acerca de las Identidades Colectivas
Tomando como punto de partida la psicología social, es necesario hacer mención de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, quien manifiesta que todo lazo social está directamente emparentado con el “libido”; es decir, con aquella energía que surge a partir de las pulsiones; sin embargo, es importante identificar cómo se expresa en la realidad. Políticamente se explica a partir de la “dimensión afectiva” (Mouffe, 1993, pág. 32); en otras palabras, dicha energía surge como consecuencia de la identificación de los seres humanos respecto a diversos paradigmas existentes. Posterior se instituyen identidades colectivas mediante la creación de masas.
Entendiendo esto, es conveniente introducir la filosofía del nosotros-ellos, con el objetivo de afirmar la esencia antagónica de la política. Para Sigmund Freud, la concepción de ellos es considerada como la otredad, aquello que se manifiesta diferente al nosotros, no obstante, al momento de reunirse en masas se suprime la consciencia autónoma, ya que se está sometido a un modelo o poder que no da fundamento a lo propio, pero si tiene la capacidad de transformar la psicología individual en psicología colectiva. Esto lo afirma al decir: “el otro, como modelo, objeto auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado.” (Freud, 1921).
Además de esto, se deduce que toda identidad colectiva (vínculo a determinada masa colectiva) implica que las pulsiones que se manifestaban desde la psicología individual, ahora se expresen de manera colectiva con el reconocimiento y aceptación de un modelo, paradigma o ley.
Freud identifica dos pulsiones existentes, las cuales están caracterizadas “por una lucha entre dos tipos básicos de instintos libidinales” (Mouffe, 1993, pág. 33). El primero son las pulsiones del Eros, designadas como aquellas capaces de preservar o conservar la vida; mientras que las segundas son las pulsiones del Thanatos, las cuales son la expresión completa de los instintos agresivos, vinculándose directamente con la muerte o la destrucción.
El Islamismo, como doctrina política ha demostrado un status quo imponente pero fragmentado, lo que ha generado muchos problemas respecto a la gobernabilidad y al manejo del poder. Dicha competición desmesurada entre grupos opuestos se ha manifestado de manera violenta e incluso para muchos es incoherente la pragmática de su ideología. La búsqueda del poder no está determinada por un objetivo común, sino que se encuentra totalmente segmentada, convirtiéndose en una “relación de poder circular” (Brichs, 2011, pág. 15), donde solo se “disputan la acumulación diferencial de poder” (Brichs, 2011), más no hay un interés en beneficiar a la sociedad.
Tomando como fundamento lo dicho anteriormente, se puede afirmar que el antagonismo como esencia política está ligado a las pulsiones de muerte; e incluso se podría relacionar con el narcisismo; es decir que cuando una identidad colectiva no tiene la capacidad de reconocer al otro como existente, recurre al narcisismo exagerado, donde pretende defender de manera omnímoda su identidad, sin importar si deba recurrir a la destrucción. Freud lo explica con las siguientes palabras: “El ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad” (Freud, 1930).
En este punto, se puede correlacionar la existencia de pulsiones del Thanatos en grupos radicales, los cuales podrían ser definidos como masas colectivas contrarias en la manifestación de su pensamiento, añadiendo además que su conducta sociopolítica es totalmente hostil y violenta, teniendo como objetivo eliminar toda identidad contraria y que sea desagradable a su pensamiento.
Analogía con la Filosofía de Emmanuel Lévinas
Partiendo de la diferencia entre agonismo y antagonismo, se plantea según Chantal Mouffe que el primero (agonismo) hace referencia al dinamismo político, el cual por naturaleza es conflictivo, sin embargo es necesario resaltar que está caracterizado por tener varios adversarios que cuentan con valores, principios y con alteridad para reconocer al otro adversario; dicha alteridad puede ser analizada desde un punto de vista filosófico, por ejemplo en el pensamiento de Emmanuel Lévinas prevalece el tema de la “otredad” (Lévinas, 1979), realizando una visión crítica desde la perspectiva óntica de las manifestaciones del ser, planteando el concepto de “heteronomía” (Lévinas, 1979) como pilar esencial del sujeto caracterizado por una participación activa y extrovertida; de esta forma “el otro” se presenta como aquello que marca la diferencia, existiendo así una necesidad de comprenderlo y reconocerlo mediante un desarrollo ético y moral, además de esto, Lévinas plantea que el “rostro” es la relación entre ética y alteridad, por tal motivo el “«rostro» debe de pensarse al margen de cualquier contexto” (Navarro, 2007), es decir que va más allá de la representación humana, desarrollando así dos tipos de sensibilidades, en primer lugar la cognitiva referida a la conciencia del ser humano involucrando según la perspectiva psicológica: percepciones, sentimientos, pensamientos y deseos, y en segundo lugar la del gozo, refiriéndose al proceso empírico que se lleva a cabo posterior a la sensibilidad cognitiva; el cimiento para la comprensión del otro es la subjetividad, su arjé es la moral y la ética enfocada a la óntica; retomando el término heteronomía, se afirma que el sujeto denominado “otro” no es autónomo , sino que por el contrario es presionado por un poder comunicacional que lo convierte en un sujeto pasivo; en este punto se puede relacionar con la teoría planteada por Mouffe donde el agonismo como reconocimiento del otro se expresa de manera pacífica o pasiva, sin necesidad de la supresión de lo que es diferente al “nosotros” (Mouffe, 1993). Mientras que el segundo (antagonismo) se caracteriza por ser la expresión de la política, sin embargo Chantal plantea que el origen de dichas prácticas son “lo político”, concebido por ella “como la dimensión del antagonismo” (Mouffe, 1993, pág. 16), de esta forma, el adversario no es reconocido, suprimiendo la posibilidad de una “relación nosotros-ellos” (Mouffe, 1993, pág. 27), se afirma por tanto que no hay una “exterioridad constitutiva” (Mouffe, 1993, pág. 25), si se hace la analogía con la filosofía de Lévinas se afirma el antagonismo como el dinamismo político enmarcado en el absolutismo de pensamiento, donde no hay participación intersubjetiva, se destaca primordialmente el “alter ego” y no se reconoce la otredad. Así mismo, Lévinas plantea que la falta de reconocimiento rompe o distorsiona el paradigma ético anhelado, por ejemplo mediante el precepto ético de “no mataras” se comprende que la muerte no es solo física, sino que es el fin de la manifestación y expresión del pensamiento humano.
Reflexión
La humanidad ha construido la concepción de mundo como una configuración necesaria para su existencia, involucrando así muchas dimensiones como la política, la economía, la cultura, la geografía, entre otras; dichas dimensiones permiten explicar mediante un reflejo la naturaleza de lo qué es lo político; de esa esencia conflictiva que es inherente al ser humano se comprende el antagonismo manifestado a lo largo de la historia; en muchas ocasiones los intentos de domesticación del antagonismo han sido fallidos, cuestión que solo ha empeorado la situación de violencia y destrucción analizada desde el psicoanálisis como un instinto libidinal, Thanatos; tomando como referencia otra perspectiva, tenemos la filosofía que explica desde el término de otredad la falta de reconocimiento de los otros sujetos políticos como existentes, no hay una “revelación del rostro”, se debe recordar que dicha revelación “posibilita o funda el lenguaje en la trascendencia ética” (Menassé, 2015); si el mundo fuera ético no habría la necesidad de exterminio que se presencia gracias al fortalecimiento del alter-ego como entidad destructiva. Si por el contrario se tomara en cuenta el modelo adversarial en la práctica se desarrollaría un buen recorrido de la política, “a esto Lévinas le llama justicia, pues la justicia es la indecible ordenación del mundo, la que lo hace digno de ser vivido y de ser celebrado.” (Menassé, 2015, pág. 56). Para concluir quisiera dejar una reflexión final, ¿Consideras que tiene algún sentido la vida que estamos construyendo, llena de guerras y exterminio por falta de alteridad?
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