El amor romántico es un término feminista teorizado principalmente por la científica social Coral Herrera, quien lo define como un sentimiento anhelado por muchas personas. Este a su vez, se alimenta del ideal típico de las comedias de Hollywood: historias con final feliz, amores eternos, deseo de amar y ser amado hasta el infinito (como si dos personas fuesen dos en una). En última instancia, el amor romántico es un tipo de afectividad, un modelo de vínculo sentimental en el que la aspiración es la proyección que un enamorado tiene hacia el otro y así aporta sentido a esa historia. El amor romántico se nutre de ideas poéticas como la fe en el destino.
Algunas escenas visuales sirven también para identificar lo especial de este tipo de amor, lo que es frecuente en la primera etapa de enamoramiento cuando cada uno idealiza al otro. Es decir, el romanticismo se alimenta de la proyección de una perfección. Es una forma de dominación, a mi modo de ver, impuesta por una cultura de consumo y una sociedad en la que se privilegia más unas cosas que otras. El amor romántico como constructo social le hace mucho daño a mujeres y hombres que buscan en la realidad una idea distorsionada del amor.
El amor según una investigación psicobiológica de Helen Fisher, de la Universidad Rutgers en New Jersey, se compone de tres fases: deseo, atracción y apego. Estas etapas se solapan parcialmente: si bien el deseo y la atracción son temporales, es el apego el factor más importante a largo plazo. Además, el apego y la intimidad se dan en el amor de pareja, en el de amistad y en el familiar. Es decir, el amor no solo se limita a una forma específica de romance, el que vemos en las parejas, se extiende a amigos y familiares, así que el primer mito de que uno solo puede amar a una persona, queda totalmente desmitificado.
Ahora hablemos de los mitos que acarrea el amor romántico y de cómo vivimos con ellos. Por lo general, estos nos hacen daño. El primero: el amor NO es para siempre, dura lo que dura. Conozco a varios amigos que se someten a relaciones afectivas largas y tortuosas, solo porque creen que tienen que estar mucho tiempo con sus parejas, o peor aún y más preocupante, temen a la soledad. Algunos amores duran veinte años, otros dos meses, otros dos días… por eso hay que saborear el presente, y no trasladar tu mente al futuro incierto: amar es estar presente, disfrutar del aquí y del ahora.
Otro mito, muy popular entre mis contactos es: “el amor lo puede todo”, no amigos, el amor NO TODO LO PUEDE, a mi modo de ver, no puede con la violencia y los malos tratos, no puede con la desigualdad, no puede con el egoísmo ni con las relaciones que no funcionan. El amor no transforma a las personas violentas en personas pacíficas, ese parece ser el chip con el que nos han educado, especialmente a las mujeres. Siempre les he dicho a mis amigas: “si el tipo te maltrata hoy, lo va a seguir haciendo siempre”. Tampoco puede cambiar a las personas de promiscuos en monógamos, ni cura a la gente celosa, ni resiste vivo si ha de soportar demasiado dolor durante demasiado tiempo. El amor no puede ser incondicional: si no hay respeto y buen trato, por ejemplo, no hay condiciones para el amor y tú tampoco te lo tienes que aguantar.
Las mujeres nacimos para esperar: nosotras no tenemos toda la vida para esperar. No tenemos la paciencia de Penélope, que estuvo 50 años esperando a que Ulises volviera de sus batallas. Soy partidaria de que NADIE TIENE QUE ESPERAR POR NADIE, a menos que haya un consenso y que ambos lo cumplan. Otro mito muy dañino es “del amor al odio hay un paso”, AMIGOS, el amor y el odio no son lo mismo. Si se quiere a alguien, lo lógico es desearle su felicidad y bienestar: junto a ti, a solas, o con otras personas. Creo que, entonces, el odio no es consecuencia del amor, es falta de amor, es ansia de destrucción.
El último está muy asociado a “estamos condenadas a sufrir por amor”. FALSO. El amor no nos tiene que hacer sufrir, todo lo contrario, tiene que hacernos libres e independientes, tiene que ayudarnos a ser asertivos y poder tomar decisiones. Tenemos que poder discernir entre lo que está bien y mal, eso implica que seamos capaces de ver quien no nos conviene o no, olvidarnos de las personas que no nos corresponden o no nos aman, elegir buenos y buenas compañeras para compartir la vida.
Por último, EL AMOR NO SE EXIGE, NI SE MENDIGA: si no te aman, ACÉPTALO. Si te amaron y ya no te aman, asúmelo. No obligues a nadie a permanecer a tu lado o a renunciar a su libertad para no hacerte daño: todxs somos libres para unirnos y separarnos. No hay malos ni buenos: lo del desamor nos ha pasado a todas y a todos. Hay que ser realistas y no mentirnos, hablarle con la verdad a la persona que está a tu lado. Hablarle con la verdad y con respeto al otro, no mentir porque eso hace más daño. Necesitamos amor en nuestra sociedad, AMOR REAL, del que se construye a diario, del que permite que la gente sea mejor cada día, del que construye y no destruye y sobretodo del que no se llena de falsas expectativas. Necesitamos gente que amé de verdad y amé bien. Sé que es muy difícil desmitificar el amor romántico porque es el sistema en el que nos han educado, pero revisando nuestras prácticas y tratando de ser mejor cada día es muy probable que lo logremos.