Álvaro Múnera ¿Concejal o inquisidor?

Uno diría que en pleno siglo XXI en un Estado de Derecho nadie por sus gustos, ideas y cultura debiera ser perseguido, mucho menos desde el ejercicio de un cargo de elección popular pero no es así, en Medellín se está dando el fenómeno.

El pasado 13 de marzo de 2015 un grupo de jóvenes gomosos e inquietos por la cultura taurina, invitando a quien quisiera ir, se dio cita en la Unidad Deportiva de Belén para realizar una actividad recreativa: hacer y aprender toreo de salón, un ejercicio físico y mental para coordinar los movimientos del cuerpo a través de un capote y una muleta, sin presencia de animal alguno. Fue una jornada vespertina placentera, pacífica, saludable, en la que se solidificó la amistad de treinta muchachos de Medellín. Por esa razón al enterarme la semana pasada de una supuesta “denuncia” del concejal Álvaro Múnera en contra del INDER – MEDELLÍN por “permitir” esta actividad recreativa en una de sus instalaciones me motivé a escribir esto, pero sobre todo, a plantearme una pregunta ¿En manos de quién estamos?.

La burda manipulación por parte del señor Múnera de la sentencia C-889/12 (que hace referencia a espectáculos taurinos y su celebración), en la que se “fundamenta” la tal denuncia no me sorprendió: pretender hacer del  espectáculo taurino y la cultura taurina una misma cosa es algo que se espera de quien confunde, convenientemente, Ley con juicios de valor. Lo que de fondo lleva la tal denuncia, pues sustento jurídico no tiene, lo peligroso por ser un atentado a la libertad, a la libre expresión y al libre desarrollo de la personalidad, es el intento solapado del concejal por acosar, estigmatizar, maltratar y discriminar a jóvenes que no ven el mundo como él lo ve, valiéndose ladinamente de su investidura para usar las instituciones públicas como arma arrojadiza de su propiedad. A todas luces un abuso de poder que en un Estado de Derecho no se puede tolerar.

La jurisprudencia en Colombia considera que efectivamente la tauromaquia es “una expresión cultural del ser humano ” (sentencia C-1192/05, entre otras), y esa discusión está superada en lo que al derecho se refiere, por tanto, preocupa ver como desde su cargo en el Concejo de Medellín, Múnera quiera pasar por encima de la ley y la jurisprudencia de las altas cortes e imponer su particular  pensamiento presionando a instituciones como el INDER para que sin fundamento distinto a su pensar, pues en lo  legal no tienen como apoyarse, los funcionarios persigan las actividades recreativas de los ciudadanos que tengan que ver con cultura taurina, so pena de ser “denunciados” por él desde su tribuna en el Concejo.

Si la misión del INDER es “Fomentar el deporte, la actividad física, la recreación y el aprovechamiento del tiempo libre… en espacios que contribuyan al mejoramiento de la cultura ciudadana”, y la corte Constitucional a su vez, está de acuerdo en  que la cultura y las actividades taurinas son “una expresión cultural del ser humano ” (sentencia C-1192/05), recrearse en las instalaciones del INDER o gastar el tiempo libre aprendiendo y haciendo toreo de salón allí, actividad lúdica enmarcada en la legalidad y que no implica ninguna forma de maltrato animal con un grupo de amigos, es tan válido como juntarse a jugar un partido de fútbol, es decir, es una actividad que el INDER está obligado a permitir en sus instalaciones. Si el concejal en su delirio quijotesco pretende ver en ello una corrida de toros en toda regla, o en una partida de Paintball una guerra fratricida, es su respetable forma de ver las cosas pero de ello no se desprende que como concejal esté legitimado para presionar al INDER a actuar como si de su policía particular se tratara, so pena de “denunciarlos” por dejar que un grupo de ciudadanos realice una actividad que a él no le gusta.

Basta con visitar las redes sociales del señor Múnera para saber que no comulga con la jurisprudencia de la Corte  en este tema, y enterarse de los sentimientos que le inspiran los humanos, particularmente los taurinos, o quienes comemos carne, pero su sentir y pensar es una cosa (respetable por demás), otra que amparado en su investidura ejerza una presión indebida sobre instituciones municipales para que persigan ciudadanos que no piensan ni sienten como él; mucho menos tiene derecho a invocar como sustento para ejercer esa presión, a la que astutamente llama “denuncia”,  fragmentos de sentencias de la Corte Constitucional sacados de contexto, enmendándole de hecho la plana a la misma Corte. Eso tiene un nombre en política y saberlo hace que me pregunte ¿En manos de quién estamos?

Afortunadamente existen los entes de control y la facultad de denunciar que a los simples mortales también nos asiste. La época en que la táctica del acoso sistemático del antituarinismo militante, que acomplejaba de hecho a los taurinos, se acabó y la juventud que viene ya no “come vidrio” ni piensa dejarse atropellar, como esperamos que los tiempos en que los funcionarios públicos cedían a la presión indebida de los políticos hayan pasado también. El INDER no puede negar de facto su razón de ser y violentar los derechos fundamentales de un grupo de ciudadanos por realizar una actividad física y recreativa  simplemente porque a un concejal de Medellín no le gusta.