Abandonarse, perdonarse y florecer

Por mucho tiempo
me tuve en duda y en sombra.
Me tuve muda y sorda.
Me tuve, me contuve
y ahogué mis gritos.
Até mis manos
y estuve
y me olvidé.

Fui tierra seca,
me tragué a mí misma
casi para borrarme.
Y entonces recordé
que no era libre.
Y ya no pude
seguir viviendo
bajo mi propia tiranía
de tener que amarte.

Te lancé al fuego
junto a tu recuerdo
para usar las cenizas
como alimento
para mi nueva vida.

Me ahogué en llanto por días,
me aterró la luz del sol
cuando no estuvo tu sombra
para esconderme.
Y entendí cuánto me había perdido.

Empecé a reunirme,
encontrarme.
Me busqué a mí misma
en mi infancia
tan pequeña y vulnerable.
Me abracé como nunca,
me dediqué el amor que guardaba
para cuentos de hadas.

También le hablé
a mi juventud solitaria
y le dediqué los poemas
que alguna vez escondí
bajo la almohada.

Me hice compañía
y me cumplí las promesas
que en intentos de amargura
dejaba para después.

Abrí mis cortinas
y dejé entrar el sol.
Me abracé tanto
tantas veces
para ya no sentir frío,
para guardar en mi piel
mi olor y perfume.

Me besé las heridas,
las cicatrices,
los lunares.
Me perdoné
y ya no pude no quererme.

Me miré con ojos de amante,
con ansias locas de besarme.
Me compré mis propias flores
para después florecer.


Notas:

  1. SOBRE LA OBRA PRINCIPAL EN EL MONTAJE DE LA IMAGEN DESTACADA: Dalí, S. (1958). The Rose (La Rosa – Rosa meditativa) [Óleo sobre tela]. Colección privada: Fundación Gala-Salvador Dalí. https://www.salvador-dali.org/es/obra/catalogo-razonado-pinturas/obra/738/la-rosa.
  2. Este poema apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

Charol Rayo

Cali Colombia (1997). Escritora. Licenciada en Literatura y Lengua Castellana y magister en Educación en proceso. Actriz y bailarina aficionada. Docente apasionada. Amante de las letras, el movimiento y la comida.

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