Cada vez estamos más lejos de la emancipación, cada vez estamos más lejos de recuperar nuestra identidad, cada vez estamos más lejos de construir desarrollo; hasta que la sociedad no despierte del estado enceguecedor en el que se encuentra, difícilmente podemos hablar de una sociedad en pro de desarrollo sustancial, sostenible y sustentable.
Actualmente somos esclavos de un sistema capitalista que difícilmente deja esperanzas de emancipación; vemos como el poder se represa entre unos cuantos pocos y como también diariamente el pueblo sufre a causa de las malas decisiones de sus dirigentes: los mal llamados actores políticos.
Lo que parece ser a pleno siglo XXI libertad, no es más que los efectos negativos de la globalización, lo paradójico del asunto es que somos conscientes del manejo sistemático que se nos da, pero seguimos anclados a él, es como si no quisiéramos despertar y estuviésemos felices de ser controlados; queramos o no, hacemos parte de un sistema capitalista salvaje que rige en gran parte del mundo, que está siendo gobernado por empresas, que nos venden un prototipo de vida lineal, que moldean nuestras mentes a voluntad de su mercado, que nos exime de toda capacidad de discernimiento y nos obliga a ser entes activos del sistema comercial.
La Política, en su buen proceder, es el arte de servirle al pueblo; sin embargo, la realidad es otra totalmente ajena y diferente a su razón de ser, pues esta deja de cumplir un bien social y pasa a satisfacer las necesidades personales de unos cuantos: de los dueños del poder. La democracia se ha convertido en el modo de contar gente y no de contar con las opiniones de la gente, el sistema neoliberal que nos rige en Colombia se evidencia como un sistema excluyente, un modelo de vida donde el rico cada vez se hace más rico y el pobre siempre lleva del bulto, cada vez más pobre y con menos oportunidades de progresar.
El poder del mundo le pertenece a los bancos, cada día es más evidente como el capitalismo se expande y las oportunidades para los seres humanos son cada vez más pocas; nos hemos convertido en la materia prima de las empresas; es la plusvalía del ser humano contemporáneo quien posiciona cada vez más a las empresas en la cúspide, somos esclavos de un sistema globalizador, sometidos a la tecnología, a la ciencia, somos hombres y mujeres manejados por el sistema, sin ánimo de desligarse de él. Basta con salir a las calles para ver a gran parte de la población siendo manejados por el sistema, gente que vive de la moda, que se parte el lomo a diario por tener unos zapatos de marca y sentirse mejor frente a su circulo social; que se gastan lo que tienen y se endeudan por comprarse el mejor celular del mercado, el mejor computador, el mejor carro, el mejor estilo de vida que este les puede proporcionar de modo ideológico y superficial. Gente que aguanta hambre por ser incluyentes en una sociedad de lujos y de placeres mundanos, gente que proyecta lo que consume, que no tiene identidad, que pierde su idiosincrasia, que se deja inyectar un modo de vida ajeno, que acaba con sus raíces, su cultura, que no se educa, que quiere vivir atada a las decisiones de los demás…
Cada vez estamos más lejos de la emancipación, cada vez estamos más lejos de recuperar nuestra identidad, cada vez estamos más lejos de construir desarrollo; hasta que la sociedad no despierte del estado enceguecedor en el que se encuentra, difícilmente podemos hablar de una sociedad en pro de desarrollo sustancial, sostenible y sustentable.
Hace falta que cada sujeto asuma un rol importante en la sociedad que compone, que aporte su conocimiento para el bien de todos, que se eduque para pensar y no para repetir la información que se le impone en el mal sistema educativo al que pertenecemos; que tenga una capacidad crítica y de opinión frente a las situaciones extremas de su país, frente a los problemas que atacan su entorno, su vida, su mundo. Es hora de que cada ser humano difiera de lo que que hace y lo que en realidad quisiera hacer, que sepa distinguir entre lo que le es provechoso para formarse como ser humano íntegro y lo que lo destruye y lo somete a la esclavitud del sistema. Es hora de un despertar, de liberarse, de ser conscientes, racionales y, sobretodo, de emanciparse del yugo protector del gobierno, del sistema y de los ‘pocos dueños del mundo’.