A los latinos nos preocupa más la crisis económica que el COVID 19
China logró en 40 años, lo que otros países desarrollados lograron en 120 años, si Latinoamérica no logró montarse en la segunda ola, no debe repetir este mismo error en la tercera ola. La principal razón que se expone para el retraso industrial, es que mientras los países de Norteamérica, fueron conquistados por Inglaterra, el país en donde se originó la industrialización de la segunda ola, los países de Latinoamérica, fueron conquistados por España, retrasada en el proceso de industrialización.
Entre el inicio de la Primera Guerra Mundial y el fin de la Segunda Guerra Mundial, hubo gran afluencia de ciudadanos de países de la segunda ola a Latinoamérica, pero prefirieron países con estaciones similares a los de sus orígenes. En este momento se está investigando la causa del COVID-19 y se argumenta que esta se debe principalmente, a la deforestación de los bosques y al mal trato a especies de animales, que se cazan despiadadamente y se llevan a los centros de consumo. Este tratamiento va en contra de la tercera ola o sociedad del conocimiento.
De acuerdo a la CEPAL, América Latina enfrenta la pandemia desde una posición más débil que la del resto del mundo. Antes de la pandemia, la CEPAL preveía que la región crecería un máximo del 1,3% en 2020. Sin embargo, los efectos de la crisis han llevado a cambiar esa previsión y pronosticar, una caída del PIB de al menos un 1,8%. Sin embargo, no es de descartar que el desarrollo que la pandemia lleve a previsiones de contracciones de entre un 3% y un 4%, o incluso más. El impacto económico final, dependerá de las medidas que se tomen a nivel nacional, regional y mundial.
El COVID-19 afecta a la región a través de cinco canales externos de transmisión; la disminución de la actividad económica de sus principales socios comerciales y sus efectos. La región depende marcadamente de sus exportaciones, cuyo volumen y valor se reducirán por la recesión mundial.
La caída de los precios de los productos primarios, las marcadas caídas de esos precios y el deterioro de los términos de intercambio, tendrán fuertes efectos negativos en los niveles de ingreso de las economías latinoamericanas dependientes de esas exportaciones, aunque con diferencias significativas entre ellas.
La interrupción de las cadenas globales de valor. La disrupción de las cadenas de suministro, comenzando por los proveedores chinos y luego por la producción europea y estadounidense, afectaría principalmente a México y el Brasil, cuyos sectores manufactureros son los más grandes de la región.
La menor demanda de servicios de turismo y la intensificación de la aversión al riesgo y el empeoramiento de las condiciones financieras mundiales. Esto conlleva una mayor demanda de activos seguros, una menor demanda de activos financieros de la región y una importante depreciación de las monedas de sus países.
Los sectores más afectados por las medidas de distanciamiento social y cuarentena son los de servicios, que, en gran medida, dependen de contactos interpersonales. En la región, los sectores que podrían sufrir las mayores contracciones —comercio, transporte, servicios empresariales y servicios sociales— proveen el 64% del empleo formal. Además, el 53% del empleo de la región se da en actividades informales, que serán significativamente afectadas por basarse principalmente en contactos interpersonales.
Dadas las desigualdades económicas y sociales de la región, los efectos del desempleo afectarán de manera desproporcionada a los pobres y a los estratos vulnerables de ingresos medios; es probable que la crisis aumente el empleo informal como estrategia de supervivencia. En 2016 el 53% de los trabajadores de América Latina trabajaba en el sector informal, también, se espera que las familias más pobres envíen a sus hijos al mercado de trabajo, lo que aumentará las tasas de trabajo infantil. La OIT estima que actualmente el 7% de los niños de 5 a 17 años (unos 10 millones de niños) de la región trabajan; mientras que CEPAL , en el año 2019, mostró que la pobreza en la región aumentó entre 2014 y 2018.
Debido a los efectos directos e indirectos de la pandemia, es muy probable que las actuales tasas de pobreza extrema (11%) y pobreza (30%) aumenten aún más en el corto plazo; si los efectos del COVID-19 llevan a la pérdida de ingresos del 5% de la población económicamente activa, la pobreza podría aumentar 3,5 puntos porcentuales, mientras que se prevé que la pobreza extrema aumente 2,3 puntos porcentuales y los mayores deterioros de los ingresos implicarán aumentos aún mayores de la pobreza.
La pandemia del coronavirus, que suma casi cinco millones de contagios a nivel mundial, dejará más de 29 millones de nuevos pobres en Latinoamérica y provocará miles de desplazamientos internos, según la ONG Acción Contra el Hambre; “La contracción de un 5 % de la economía y el aumento de más de 11 puntos en el desempleo, según un informe reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, harán de esta la mayor crisis del último siglo”, como lo señala Benedetta Lettera, responsable para la región de la ONG.
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