Entre 2023 y 2024, América Latina será testigo de una serie de procesos electorales que comienza con países como Argentina, Ecuador, Guatemala y México. Durante estas elecciones, las mujeres han desempeñado un papel fundamental, siendo tanto candidatas políticas como símbolos de campañas electorales. A menudo, sus promesas giran en torno a conceptos modernos y abstractos como la igualdad. Es precisamente en este contexto que presento mis ideas desde una perspectiva liberal.
La sociedad está obligada a respetar la dignidad y los derechos de los individuos, como se consagra en las Constituciones Políticas de todos los rincones de la región, incluyendo los ideales de los padres fundadores de los Estados Unidos. En consecuencia, es esencial ver a las mujeres como individuos más allá de su género, sexo o preferencias. De muchas maneras, el discurso político actual las perjudica.
Uno de los desafíos es que a menudo se ve a las mujeres como sujetos políticos, lo que implica que están atadas a algo (en este caso, la política, claro está). Ello sugiere que su capacidad para tomar decisiones se encuentra limitada por fuerzas externas, por lo cual, la “lucha por la igualdad” pasa a un segundo plano; esto se asume automáticamente como el estandarte utilizado por los colectivos, que por su naturaleza, generalizan las ideales de cada mujer y, por lo tanto, sirven como limitaciones.
Estar sujetas a idearios colectivistas ha llevado a la imposición de cuotas, tanto en el sector público como en el privado, lo que obliga a las mujeres a alcanzar posiciones elevadas para romper el infame “techo de cristal”. Sin embargo, esto puede ser un arma de doble filo. Las mujeres pueden encontrar estas posiciones debido a sus capacidades, o pueden ser colocadas allí como parte de un sistema de cuotas, limitando así, su derecho a destacar por mérito propio. Esta situación es evidente en países como México, donde se llevó a cabo un proceso poco democrático y legalmente cuestionable para elegir a una Presidente, lo que causó divisiones entre las mujeres, e incluso, dañó a la población femenina en general.
Así las cosas, cuando los individuos están sujetos a colectivos, es fácil que caigan en la victimización, lo que es antidemocrático y perjudicial para la dignidad individual y el bienestar psicológico. Esto puede llevar a situaciones absurdas como negar la entrada a conferencias en virtud de un trino (tweet), o infringir los derechos de otros para participar en la vida social, económica o política debido a la posible ofensa que puedan provocar.
Como sociedades, estamos obligados a abordar esta fuente de conflicto de manera democrática y respetuosa, al tiempo que defendemos la dignidad y los derechos humanos de todos los individuos. Aunque imperfecto, el progreso hacia la igualdad ha resultado en marcos legales que reflejan las expectativas de las mujeres en cuanto a una mayor participación, oportunidades, autonomía y protección contra la violencia.
No obstante, la redistribución resultante de proyectos que “apoyan a las mujeres” puede afectarnos a todos, pues no tiene como objetivo integrarlas a la sociedad, sino que perpetúa su vulnerabilidad.
Avances
1. Visibilización de la violencia doméstica
Uno de los avances significativos en la sociedad ha sido la visibilidad de la violencia doméstica. Es esencial reconocer que cualquier forma de violencia, independientemente del sexo o género del perpetrador o la víctima, es inaceptable. Debemos esforzarnos por combatir la violencia en todas sus formas y ofrecer alternativas.
2. Motivación y modelos por seguir
Una mayor visibilidad de las mujeres en los medios permite que niñas y mujeres se identifiquen con ellas como modelos a seguir. Esto es positivo, ya que demuestra que las mujeres pueden seguir diversas carreras y estilos de vida, siempre que no dañen a otros.
3. Justicia igualitaria sin privilegios
El reciente aumento de leyes y políticas destinadas a discriminar positivamente a los hombres ha creado categorías de ciudadanos donde las mujeres son consideradas virtuosas y los hombres problemáticos. Esto contradice el principio de igualdad ante la ley. Sin embargo, se observa cierto progreso a medida que los hombres demandan pacíficamente sus derechos y apoyan la “igualdad de género”, demostrando que los individuos deben ser juzgados por su carácter y acciones, no por su género.
4. Ventajas en el mercado laboral
La entrada de las mujeres al mercado laboral ha transformado los roles de género tradicionales. El libre mercado, pese a las regulaciones burocráticas propias de cada país, ha permitido que las mujeres y la sociedad en su conjunto se beneficien de la liberación de las fuerzas productivas y creativas: le permite a los ciudadanos progresar y desarrollarse de la manera que deseen.
5. Respeto a la pluralidad y dignidad
El feminismo debería centrarse en el individualismo, tratando tanto a hombres como a mujeres como seres humanos, primero, con una humanidad compartida. Este enfoque enfatiza la responsabilidad humana fundamental de respetar las decisiones pacíficas que otros toman con respecto a sus cuerpos y propiedades.
En conclusión
Una perspectiva liberal sobre la igualdad enfatiza el individualismo, respeta la dignidad humana y aboga por la libertad de los individuos para tomar sus propias decisiones. A su vez, reconoce la importancia de abordar los desafíos que enfrentan las mujeres y los hombres en la sociedad sin recurrir a idearios colectivistas.
En última instancia, el camino hacia la verdadera igualdad es aquel que respeta la autonomía y los derechos de cada individuo, más allá de su sexo o género y de sus antecedentes.
Notas:
- SOBRE LA OBRA EN LA IMAGEN DESTACADA: Corrado, G. (1753-1754). Alegoría de la Justicia y la Paz [Óleo sobre lienzo]. Museo Nacional del Prado, Madrid España. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/alegoria-de-la-justicia-y-la-paz/1e7c0108-b36f-4ff1-91d0-4bb49d6e99da.
- Este análisis apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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