Una tragedia no es otra cosa que la ocurrencia de hechos que afectan el patrimonio espiritual, afectivo o material de las personas y suscitan emociones terribles en los afectados y, cuántas veces, en el entorno social.
En el pasado lidié como pocos con calamidades extremas, lo que quizás hizo que en adelante me pueda asomar a otras con ponderación y sensibilidad controlada. En el caso del Space, por doble partida me aproximo al sufrimiento de las víctimas y de los constructores mismos, con respeto y comprensión por el dolor humano y las pérdidas materiales, que dan al traste con parte importante de muchos proyectos de vida, como alas que se rompen súbitamente y nos arrojan al empedrado.
Hay qué aprender y corregir de raíz, así no se trate de la primera ni de la útima lección que nos deje la vida para el uso racional y responsable de los elementos que nos dispensa la naturaleza. Tierra, fuego, aire, agua reclaman respeto y manejo adecuados, y pasamos sobre ellos viéndolos ahí como tan apacibles y sonsos, y no hay tal.
De tiempo atrás asistimos ciegos y sordos al crecimiento descontrolado de las construcciones urbanas. Al amparo de regulaciones insuficientes, cuando no amañadas y caóticas, se da paso a la mercantilización desbordada de la industria. Muchas veces los planes de ordenamiento territorial y los usos del suelo vienen contenidos en normas expedidas, más que en razones técnicas y de conveniencia pública, bajo el influjo de cabildeos de los grupos de interés y los dueños de la superficie. En eso se podrían mover toneladas de dinero sucio.
Al parecer las Curadurías Urbanas no estarían cumpliendo estrictamente con la finalidad controladora para las que fueron creadas, representando sí otro gravoso agobio para los usuarios. El sistema estaría ya tan pervertido que muchos constructores tendrían su Curador de confianza, a la usanza del médico y el mecánico de cabecera, que estarían percibiendo honorarios en especie, creando un entramado de amistades peligrosas, al menos inconvenientes. De ahí que me suene la iniciativa del ministro de Vivienda de someter a reparto las solicitudes de licencias de construcción, agregando que también los reglamentos de propiedad horizontal con la primera escrituración dimanante.
Porque no es mi disciplina, no sé en qué haya consistido el defecto de la construcción del Space, si el diseño, los materiales, el suelo, pero los resultados evidencian que la edificación traía vicios ocultos de esos que no le era dable conocer a los compradores, como posiblemente tampoco a los constructores, pareciéndome plausible la decisión de estos de salir a indemnizar los perjuicios ocasionados, lo que da buena cuenta de ese necesario pundonor que en algo mitigará el dolor, cuando no la rabia, de los damnificados.
Para mi tengo que vivimos un duelo colectivo y no solamente los directamente involucrados, por lo que se impone tratarlo con buen ánimo y comprensión recíproca.
Tiro al aire: como algunas que se han oído, “Hay frases que matan con la intención”. Sansón Carrasco.
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