Creo que el régimen de Nicolás maduro es execrable. Creo que su lugar en el poder es una expresión latina de autoritarismo. Creo que su liderazgo y su gestión ponen en evidencia una incompetencia colosal. Pero con esa misma convicción de reproche a quien gobierna desde Caracas, también creo que no se debe legitimar la intervención militar de Donald Trump y sus marinos. Su intervención no es libertaria, ni humanitaria, ni necesaria, ni legal. A Trump no le importa América latina. Su único interés es el crudo. La decisión con la que mira a Venezuela es inversamente proporcional al desinterés por otros regímenes de idéntica calaña como el cubano o el nicaragüense. El sheriff que anda desatado con su política migratoria, de puertas para adentro, puede hacer todo aquello que sus alfiles republicanos le permitan. Pero cruzar la frontera para apaciguar recodos de América latina es una extralimitación vulgar y una afrenta a las condiciones básicas de soberanía sobre las cuales se erigió el Estado nación. Oscilamos entre dos extremos perversos: que gobierne Maduro o que Trump lo derroque. ¿Cuál debe preferirse? Ojalá esta dicotomía acepte una tercera vía: que la comunidad internacional, representada en la OEA, presione para convocar a una nueva jornada electoral en la que se sumen varios elementos: (i) veeduría electoral internacional; (ii) posibilidad de participación de los ciudadanos venezolanos, incluidos los del exilio y, (iii) compromiso de acatar el fallo del electorado por parte de los contenedores. Un acto democrático, republicano y ajustado a derecho que le permita a los venezolanos, y solo a ellos, decidir su presente y su futuro. Porque es evidente que para este tipo de condiciones límite la fuerza y la política se repelen. Pero los intereses de Trump (con todas sus empresas) y la inmediatez de la política latina son incapaces de identificar la diferencia.
Celebrar el golpe militar es abrir la puerta a que Estados Unidos se crea la superioridad moral que tiene sobre el resto de América.
Acepto que es el único en el todo el concierto internacional que tiene la fuerza militar para derrocar a un tirano empoderado y atornillado gracias a las dádivas que genera la reserva de crudo con el que se ha financiado el establecimiento en exilio y la fracasada revolución bolivariana. Es cierto que el problema humanitaria en Venezuela no es solo d ellos venezolanos, por eso el reclamo que se ha hecho infructuosamente a lo largo del tiempo ante la comunidad internacional. Pero ¿qué es la comunidad internacional?
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