“Es nuestra responsabilidad como sociedad continuar exigiendo políticas que garanticen una educación de calidad, accesible y equitativa para todos”
La Reforma Educativa de 1870 en Colombia marcó un punto de inflexión en la historia del sistema educativo del país. En un contexto en el que la educación estaba fuertemente influenciada por la Iglesia Católica y limitada a sectores sociales específicos, esta reforma, impulsada bajo gobierno liberal de Eustorgio Salgar y con la influencia de Rafael Núñez, buscó democratizar el acceso al conocimiento y sentar las bases de un sistema educativo más moderno e incluyente. Inspirada en principios del liberalismo y en modelos educativos europeos, la reforma apostó por la educación laica, gratuita y con un currículo más amplio, cambios que, aunque ambiciosos, encontraron múltiples obstáculos para su puesta en práctica.
La separación entre la educación y la Iglesia fue uno de los pilares de la reforma. Por su carácter eclesiástico, la enseñanza estaba fuertemente marcada por la religión y la moral cristiana. Con la nueva política educativa, Se determinó la condición laica de la educación pública, garantizando que los estudiantes recibieran una formación más científica. Este cambio, no fue percibido de la mejor manera por el sector conservador ¿Por qué argumentaba que excluir a la Iglesia de la educación atentaba contra los valores tradicionales de la sociedad colombiana? Torrejano, “Historia de la educación en Colombia”.
Otro de los grandes avances de la reforma fue la gratuidad de la educación primaria, promoviendo que miles de niños de sectores populares accedieran por primera vez a la escuela. Este principio respondía con la idea de progreso, dado que, la educación como derecho debía aportar al avance social. No obstante, el tiempo se encargó de hacer evidentes grandes desigualdades: mientras en las ciudades se crearon escuelas con la más alta calidad en infraestructura y recurso humano, en las zonas rurales esto estuvo acompañado de desventajas. Esto generó una brecha educativa que, en muchos sentidos, sigue presente en el país hoy en día, Alejandro Castillo, “La reforma educativa de 1870 en la formación de maestros y construcción de ciudadanía”.
Para mejorar la calidad de la enseñanza, la reforma también impulsó la creación de las Escuelas Normales, instituciones dedicadas a la formación de maestros. Su objetivo era profesionalizar la labor docente y garantizar que los educadores tuvieran una preparación adecuada para impartir clases. Este fue un paso decisivo para fortalecer el sistema educativo nacional, puesto que antes de la reforma, muchos docentes no contaban con una formación especializada. Esto trajo consigo que, la demanda de maestros supera la oferta de estas instituciones, lo que conllevó a que la mayoría de las escuelas continuaran prestando servicio con docentes sin una formación adecuada.
Dentro de este contexto, la ampliación del currículo escolar fue sumamente relevante. Antes de 1870, la enseñanza de la lectura, la escritura y las matemáticas básicas tenían un fuerte componente religioso. Tras la reforma, se incorporaron nuevas materias como ciencias naturales, historia y geografía, esto con el fin de brindar una formación más integral y alineada con los avances científicos y filosóficos de la época. Esta diversificación del currículo fue clave para la modernización de la educación en el país, lo que significó abrir nuevos debates desde diversas disciplinas.
A pesar de sus grandes avances, la Reforma Educativa de 1870 no estuvo exenta de desafíos. Su aplicación fue fragmentada y encontró resistencia tanto en sectores religiosos como en comunidades que veían con escepticismo los cambios propuestos. Además, la inestabilidad política del país dificultó la consolidación de las medidas adoptadas, y muchas de las disposiciones de la reforma fueron suprimidas con el retorno al poder del conservatismo en décadas posteriores.
En la actualidad, el análisis de la reforma nos hace precisar que es innegable su trascendencia en la historia de la educación en Colombia. Si bien, en el corto plazo, sus objetivos no se adoptaron completamente, sus principios fundamentales – laicidad, gratuidad y profesionalización docente – siguen siendo ejes esenciales de cualquier política educativa anhele la equidad y el progreso. En un país donde en un país como Colombia, donde el acceso a la educación de calidad sigue y donde el acceso a una educación de calidad sigue siendo un privilegio para algunos, la reforma de 1870 nos recuerda que la educación no es solo una herramienta de aprendizaje, sino un pilar fundamental para la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.
En suma, más que un episodio del pasado, la Reforma Educativa de 1870 debe verse como un recordatorio de que la educación es un campo en constante disputa y transformación. Es nuestra responsabilidad como sociedad continuar exigiendo políticas que garanticen una educación de calidad, accesible y equitativa para todos.
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