Dostoievski: un espectro

Durante mucho tiempo estaba buscando una biografía que me enseñara la vida de Dostoievski, pero no su vida pública o el contexto socio político de su época, ni análisis críticos literarios sobre su obra. Mi ansiedad era conocer su ámbito más “humano”, ¿cómo fue el hombre Dostoievski?.

La verdad sea dicha, las biografías sobre Dostoievski de Henri Troyat y la de Joseph Frank no habían saciado mi voluntad de saber sobre el aspecto más humano de Dostoievski. Sobre todo, la monumental biografía de Joseph Frank, por ejemplo, es tan abundante en explicaciones del contexto político, cultural y literario de Rusia en el siglo XIX que a uno le queda la impresión de que en medio de tanto contexto se pierde el hombre Dostoievski.

El deseo de una biografía “ideal” se aumentó cuando supe que, en España, ediciones del subsuelo en el año 2021 editó una versión castellana de la biografía “Dostoievski” del rumano Virgil Tanase, que había publicado, la editorial Gallimard, en Francia en el año 2012. Fue un año largo año de espera y sin esperanza, dado que, a nuestra parroquia Medellín, sin cultura editorial, los buenos libros llegan dos décadas después. Pero, tuve la fortuna de que un buen amigo que estaba en España, me escuchó mi cuento y se propuso buscar el libro, lo encontró y lo trajo a Medellín. Cuando me lo entregó mi felicidad era absoluta, por fin, tenía la biografía que yo anhelaba.

En la sola contraportada del libro, la editorial tuvo el acierto de citar esta idea de Dostoievski: “El ser humano es un misterio que hay que descifrar, y si pasas la vida entera descifrándolo, no digas al final que has perdido el tiempo; yo me dedico a este misterio, ya que quiero ser un ser humano”.

Con esta biografía de Virgil Tanase, por fin, yo pude conocer al humano Dostoievski. Quería escribir un esbozo biográfico, pero desistí de esta idea; para qué un resumen más. Más bien he vuelto a leer su vida, y me atrevo a compartir unas pocas palabras que surgen de esta lectura que me ha causado una conmoción interior. No es largo este escrito.  Trato de encontrar la esencia de de Dostoievski. 

Creo que, Dostoievski, realizó en sí mismo, la investigación más despiadada de las profundidades psíquicas del ser humano. Muy pronto pecó por la vanidad de la gloria literaria, pero, la represión de la Rusia zarista, lo llevó al límite de la muerte. Condenado solamente por pensar y hablar de política padeció un instante de horror al ser conducido al pelotón de fusilamiento, solo en el último segundo supo que el zar les había perdonado la vida. Años de prisión posteriores templaron más su carácter y conoció a los miserables de la tierra. Después cuando vuelve a la vida, prosigue su vida de escritor, pero incapaz de organización material alguna, derrochador irracional del dinero, cayó en las redes de la angustia de las deudas, la adicción al juego, el descalabro, la quiebra en sus empresas literarias, la fuga para huir de sus acreedores, el exilio en Europa en la más profunda soledad y pobreza. A todo esto, su enfermedad. Una mujer lo salvó y pudo reconstruir una vida, una familia, muere su primera hija, otro dolor que parece un castigo, pero logra, finalmente, un hogar sus hijos su esposa que llegó como caída del cielo le ayudó a encontrar un lugar como escritor y entre tanto va surgiendo su obra colosal. Unas novelas que escribió “con prisas y probablemente malogradas”, confesó. No estaban malogradas, Dostoievski, en sus novelas nos estaba develando la humanidad.

Algunos concluyeron que Dostoievski se volvió un reaccionario y creo que, es un asunto más complejo, Virgil Tanase, nos muestra como Dostoievski se autocensuró y destruyó muchos borradores que nunca pudimos conocer. No estoy diciendo que Dostoievski fuera, al final, revolucionario o ateo, Su pasión por Cristo no tiene duda; pero él sí demostró las consecuencias de la muerte de Dios anunciadas por Nietzsche. Hablando de un personaje que quería crear dijo: «La figura principal es: un ruso de nuestra sociedad, de una cierta edad, no muy culto pero tampoco ignorante, no sin cierta categoría que, de repente, pierde la fe en Dios. […] Su pérdida de la fe en Dios tiene sobre él efectos colosales». Mucho de ese personaje era él. Más fuerte esta confesión de Dostoievski en su correspondencia: «Le confesaré que soy hijo de mi tiempo, hijo de la incredulidad y de la duda. Lo soy en la actualidad y (lo sé bien) seguiré siéndolo hasta el día de mi muerte. Qué horribles tormentos me ha costado y me sigue produciendo esta sed de fe, tanto más fuerte en mi alma cuantos más argumentos puedo oponerle».  

Dostoievski: yo lo busco, me asusto, me conmuevo, me paralizo ante su vida; veo como en un espejo, un infierno que también está acá. En esta época de incertidumbres, Dostoiveski, con su presencia se para a nuestro lado, como un espectro, padre de los fracasados del mundo. En su correspondencia dijo: «Soy el único en haber mostrado lo trágico del subsuelo, es decir el sufrimiento, el autocastigo, la presciencia de algo mejor y la imposibilidad de alcanzarlo y sobre todo, sobre todo, la ardiente convicción de esos desdichados de que es el destino de todo el mundo y por consiguiente es inútil enmendarlo». 

Dostoievski, un espectro. Un humano que no se va. Aun algo nos tiene que decir a nuestra descalabrada humanidad.

Frank David Bedoya Muñoz

Frank David Bedoya Muñoz (Medellín, 1978) es historiador de la Universidad Nacional de Colombia y fundador de la Escuela Zaratustra. Fue formador político en la Empresa Socialista de Riego Río Tiznado en la República Bolivariana de Venezuela. Ha publicado “1815: Bolívar le escribe a Suramérica”, “Relatos de un intelectual malogrado” y “En lo alto de un barranco hay un caminito”, libro que reúne cinco relatos, un ensayo y dos conferencias sobre la vida y obra del Libertador Simón Bolívar. Actualmente es asesor en el Congreso de Colombia.

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