Así que chao

Por estos días, el concejo de Medellín ha dado mucho que hablar, por un lado, con su conducta infantil y revanchista frente a la salida de Juan Carlos Upegui de la curul de oposición por fallo del Concejo de Estado y por la conducta de los concejales ante la critica de los jóvenes, también electos en el CDJ, en contra de ese espacio.

Me llamó particularmente la expresión de la concejal María Paulina Sánchez, que, al sentirse interpelada por los argumentos de las juventudes, dice en tono fanfarrón que barrieron, “así que chao”. Creo que esa expresión es suficientemente patética del sentimiento que rige y motiva a la administración de Medellín. Parecen como salidos de una sesión de coach, están convencidos de que, si repiten sin cansancio que ganaron las elecciones, la victoria será absoluta y definitiva.

Una de las grandes ventajas de las republicas es que ninguna victoria es absoluta, en principio, mientras exista la democracia ninguna victoria – o derrota – es absoluta, siempre habrá nuevas elecciones y no importa la contundencia de la mayoría siempre será circunstancial.

Lo que invade a la administración es lo que se ha llamado el síndrome de “manuelito” una expresión de la manía de la victoria que convirtió el narcisismo de su líder en un atributo de la comunicación política y que trata de opacar, como todos los narcisismos, el absoluto vacío de contenido; son un empaque suntuoso y vociferante de la mediocridad.  Están condenados a ahogarse en el reflejo de su envoltura.

El discurso de la falange fiquista, ganó las elecciones de octubre en una coyuntura muy concreta en el 2023 y quiere mantener ese mismo discurso, uno que convierte la figura del “paisa agrandado” en modelo a seguir, en el que no importa ser tonto, basta con estar decidido y tener plata. Una caricatura de nuestra cultura aupada en la apología al narcotráfico y la negación de la diferencia.

La síntesis  del chovinismo ramplón y del narcisismo fiquista es la de convertir en una victoria lo que no es otra cosa que una derrota; Federico Gutiérrez viene de perder una elección presidencial en la que tuvo todo lo que había que tener para ser presidente en Colombia y no llegó a la segunda vuelta: era el candidato del presidente y tenía el apoyo de todas las estructuras políticas en Colombia sin excepción. ¿porque perdió? Por los excesos de su personalidad que pusieron en evidencia su carencia de contenido y la exageración de un carisma que es molesto en el resto del país. Su victoria local solo se traduce en su condena a la intrascendencia, está condenado a ser una figura local  y su victoria local solo se debe a la inercia de los millones gastados por el establecimiento para hacerlo parecer presidenciable y a los errores y animadversiones que cosechó el alcalde saliente.

Tendremos que soportar las vociferaciones de un concejo de gente sin el menor atisbo de sensatez, que aplaude al vacío, pues no hay gestión para aplaudir y que se reafirma mirándose el obligo. Pasarán, como todas las tormentas pese a sus estruendos y serán olvidados, como todos. Paciencia.

Adenda: Algunos amigos de la izquierda también creyeron que su victoria era absoluta y ahora se dieron cuenta que tienen que volver a ganar las elecciones tratando de recordar las bases olvidadas, que tan frágil es el carácter de la gente que nos sabe qué hacer con el poder.

Carlos Mario Patiño González

Abogado de la Universidad de Antioquia, Magister en Derecho económico del Externado de Colombia, de Copacabana-Antioquia. Melómano, asiduo conversador de política y otras banalidades. Tan zurdo como puedo pero lo menos mamerto que se me permita.

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