Sobre la tecnocracia

La tecnocracia es el poder asignado a la técnica con el propósito de ser usada en la legitimación de decisiones políticas; es el intento por invisibilizar los intereses ocultos bajo las decisiones técnicas de la burocracia de alto nivel; aún hoy, quienes la han ejercido durante los últimos 30 años en Colombia, son personas presentadas como seres extraordinarios blindados ante cualquier incidencia de la política, gente de academia, dicen, que están por encima de dios y del diablo, incorruptibles. Pero lejos de servidores públicos comprometidos con las garantías al consenso constitucional, la tecnocracia está integrada por los cuadros del desarrollo capitalista, ese es su interés.

La tecnocracia se acentuó luego de que el neoliberalismo acusara la política y al Estado de ineficientes y corruptos en la intervención de la economía; de esa manera fue legitimada la receta neoliberal con soluciones técnicas orientadas por tecnócratas apoyados en el diagnóstico negativo del aparato estatal y de sus responsabilidades en la cuestión social, caracterización que abrió el camino del desmonte de la intervención pública. Así las cosas, la promesa del Estado Social de Derecho fue incumplida por la tecnocracia; orientó la implementación de los planes de desarrollo y las políticas públicas olvidándose del Bien Común construido en la Constituyente de 199 y cómo si fuera poco, también volvieron trizas la Democracia Participativa.

A partir de ahí, la privatización, el achicamiento del Estado, los TLC y la regla fiscal, por ejemplo, fueron legitimados y legalizados bajo la aureola de la neutralidad y la sabiduría técnica, principalmente derivada de la economía neoliberal. La oposición política, teórica e ideológica a este modelo, era descalificada precisamente por politizar asuntos exclusivamente técnicos, a saber, el salario mínimo, los subsidios, la política tributaria. Tristemente los resultados del neoliberalismo después de tres décadas de fracasos, le dan la razón a la oposición que, dicho sea de paso, fue masacrada: ni el 1% de la población es clase alta mientras el resto se encuentra en proceso de empobrecimiento hasta hoy con los virajes propuestos por las reformas de Petro.

A estos puertos de la miseria nos trajo la tecnocracia con lo que ella misma denomina decisiones impopulares; y obviamente lo son, porque a pesar de que tratan de ocultar los intereses capitalistas acudiendo a eufemismos, son decisiones que terminan perpetuando los privilegios de una clase sobre la explotación masiva de la otra. Decisiones tecnocráticas como la tarifa de los servicios públicos domiciliarios, por ejemplo, tienen origen en la alta tasa de ganancia de las empresas prestadoras más que en las necesidades humanas. Antes de la decisión técnica hay una decisión política sobre la ganancia y el beneficiario de la misma.

En el campo popular y de las izquierdas en general, este problema se hereda del liberalismo, visto en el actual gobierno y en otros de la ola progresista. El fenómeno similar que aparece es el burocratismo, también colado en el gobierno del Cambio. Sobre ese tema escribió Ernesto Guevara en una clara actitud de autocrítica y de aprendizaje con las nuevas experiencias populares en el ejercicio del poder.


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Fredy Escobar Moncada

Trabajador Social. Magíster en Ciencia Política.

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