La cocina es un lenguaje mediante el cual se puede expresar armonía, felicidad, belleza, poesía, complejidad, magia, humor, provocación, cultura. -Ferran Adrià-
Cuando se lee la palabra cocina al lado de la palabra Derecho se creería que son totalmente incompatibles y que fusionarlas, quizá, no tendría mucho sentido; sin embargo, cuando se trabaja desde la línea de Arte y Derecho se generan nuevas reflexiones y se exploran nuevas realidades que refrescan ambas disciplinas. Si se puede combinar grandes artes como el cine, la literatura y la música con Derecho, ¿por qué no el arte culinario?
Cuando se llega a una cocina ‒esto es, a un lugar donde la creatividad, la inspiración, la disciplina y la pasión son protagonistas‒, se puede permitir que ciencias como el Derecho interactúen con este arte para dar vida y “salirse del molde”, literalmente.
Recordemos que es en la cocina donde cada ingrediente, cada aroma, cada sabor despiertan las más genuinas sensaciones, creando un espacio lleno de magia, conversaciones, risas y color. Muy similar a como ocurre con el ejercicio profesional del Derecho, donde cada abogado(a) debe saber combinar de manera efectiva, ingeniosa y creativa, las herramientas jurídicas que tiene en sus manos para dar solución a cada caso o situación.
Y es así como en “Cocina al Derecho” se busca que los(as) abogados(as) dejen sus códigos, sastres y corbatas para convertirse en chefs, en aras de acercar a las personas del común a diversas áreas del Derecho desde un lenguaje claro y sencillo, además de educar a una sociedad que necesita conocimientos jurídicos para enfrentar sus conflictos y sus realidades.
Comentar