El VII Congreso Latinoamericano de ciencia política, realizado entre el 25 y el 27 de septiembre en la Universidad de los Andes (Bogotá) abría una de sus mesas de discusión con una de las pugnas más calurosas en la comunidad científica social. La disciplina ha sido declarada en estado crítico, casi agónico, por los mismos fundadores de lo que hoy conocemos como politología. Son más de 50 años en que al disciplina viene tomando forma y su pluralidad ha permitido que los politólogos titulados y en formación no se sienten a una misma mesa a tomar el café de la concordia.
Cesar Cancino, reconocido cientista político mexicano, se ha unido a las palabras del Italiano Giovanni Sartori para decretar en “muerte corporal” a la naciente disciplina. Vale aclarar que por naciente me refiero al contexto colombiano donde apenas va tomando forma entre las redes universitarias y entre el público con inquietud vocacional profesional -en otras palabras, aun mi mamá y mis vecinos preguntan “¿ciencia política? ¡Eso para que es!”- y que por tanto no ha dado los suficientes frutos para ser aceptada y resucitada.
Si bien es cierto que el autor tan leído (seguramente quien inicie su carrera de politología habrá de citarlo alguna vez) se podría autodeclarar un ex politólogo, puede inferirse que el autor señala la muerte de todas las ciencias sociales bajo el argumento que de lo social no se puede hacer ciencia. Sí, bajo el modelo científico del hipotético deductivo es poco improbable que se obtenga la suficiente certeza de los actos sociales y que seguramente es ese el modelo retrógrado que ha conocido. Ya la ciencia política balbuceante superó su fase oscurantista de caótica búsqueda de números y formulas matemáticas al modelo de la economía o incluso de la física para describir la sociedad. Esta es otra época, Doctor Cansino, han pasado muchos años desde que llegó a estudiarse lo político en Latinoamérica de donde se ha avanzado a pasos de gigante por una razón que no se ha planteado en términos aterrizado: ¿cuál es nuestra materia prima?
Es cierto que ninguna sociedad es perfecta, pero el modelo europeo de proceder en ciencia social se queda corto cuando las democracias y los modelos económicos y políticos parecieran dar solución inmediata a la mayoría de problemas sociales de sus ciudadanos. No es comparable con las deficientes políticas públicas de choque programadas en los modelos estatales de nuestros países latinoamericanos donde bullen las masas subyugadas por la falta de atención a las necesidades básicas y a los derechos fundamentales, escapadas por las vías armadas ilegales y por todos los fenómenos sociales que de ello se desprenden.
¿Cómo negar que sea imposible hacer un acercamiento riguroso y sistemático de estos fenómenos sociales que no
son más que la suma de los fallos en el sistema estatal? Los asesinos de la ciencia política se han velado con la densa nube del fisicalismo y buscan a una sociedad predecible y susceptible de cuantificación. Pero han olvidado a su paso que la sociedad y sus fenómenos no son números ni cifras siempre tabulables… se han olvidado de la acción que se ha de emprender para construir un mundo mejor y más justo en medio de debates terminológicos. Y como decía alguien: “Profesor Cansino: no le parece absurdo hablar de una ciencia política muerta en un congreso de ciencia política. Es cierto. Cada día somos más los que buscamos ayudar a nuestros pueblos por los medios que sean necesarios y ser politólogo es una opción: un profesional que entienda a la gente desde su realidad y su contexto para incidir en su desarrollo. Y para rematar, y de adelantado: el 12 de noviembre se celebra en Colombia el Día del politólogo. Así que no me vengan a matar mi ciencia cuando ya me metí a esta faena.
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