Jaque al cambio

Golpe de opinión firme y certero que dieron los colombianos en las urnas a Gustavo Francisco Petro Urrego, el gobierno del cambio, y la izquierda marca el derrotero de un giro que tendrá que tomar el ente gubernamental. El país dejó claro que el rumbo está errado, el camino de la transformación no es por la senda del Pacto Histórico.


En su mínima expresión quedaron los influencers, y las fake news propagadas en las redes sociales, que marcaron la estrategia del partido de gobierno, y sus fuerzas aliadas, para avivar la polarización y exaltar una ideología de extrema izquierda. La transgresión de la ética, que fue normalizada por una corriente política que decía personificar el cambio, fue la piedra angular que condujo a que Bogotá, Medellín y Cali, las tres joyas de la corona, encajaran un giro de 180º a la derecha y dejaran en evidencia que Colombia no cohonesta con un régimen que va camino al desastre comandado por un líder obsesivo y compulsivo. Incumplimiento de su presidente, a la clase media y los colectivos populares, testaruda obstinación de imponer, a “pupitrazo”, las reformas sociales, política del odio y el resentimiento son el eje de una derrota que pega en el ego y desde la prepotencia impide a Gustavo Francisco Petro Urrego reconocer su derrota en estos comicios.

Mapa político que se delinea en Colombia, luego de esta jornada electoral del poder local, denota que en la nación no encaja el alma resentida de un personaje, con ansias de dictadura, que tiende pactos con el delito y la violencia. Política del amor, que vendió humo y captó la atención de las masas inconformes, perdió el respaldo de los colectivos ciudadanos, primeras líneas, que incendiaron el país y ya comienzan a ver en el gobierno de izquierda una fuerza, extrema y radical, que conduce a la destrucción política, económica y social de la nación. Golpe en el alma que ha recibido su mandatario llama a que reflexione, asuma la derrota, y deje de hablarle, única y exclusivamente, a ese 20% de seguidores radicales que conforman su caudal electoral. Los más de 11 millones de sufragios que obtuvo Gustavo Francisco Petro Urrego, poco a poco, se diluyen y, muestran que quienes votaron contra lo que representa la figura de Álvaro Uribe Vélez, se hacen al margen de aquello que representa el populismo y la polarización insensata.

Desastre que implicó la izquierda para los tres principales núcleos poblacionales de Colombia cesó con el voto de los ciudadanos este 29 de octubre. Cheque en blanco que decía tener su presidente fue cancelado por un constituyente primario que demostró, con creces, que, tratándose de cuidar la democracia, los colombianos no comen cuento y lejos están de quedarse petrificados. La ramplonería, la inmoralidad, el cinismo, la corrupción y el engaño, esencia de la política del cambio implosionaron en el egocentrismo populista, incoherente, incapaz, mitómano, terco, sedicioso e irrespetuoso de Gustavo Francisco Petro Urrego. La estética de una campaña sucia sustentada en vídeos, artículos, fotografías, pronunciamientos gubernamentales en actos públicos y alocuciones televisadas, perdió, los colombianos se manifestaron con contundencia para exaltar que no simpatizan con todo aquel que pretenda poner a los criminales por encima de los ciudadanos.

Liderazgo que se quería encarnar en la figura de Gustavo Francisco Petro Urrego quedó seriamente fracturado, el sequito de adoctrinados seguidores que creían ciegamente en el nefasto progresismo socialista, paso a paso, se desencantan de quien es incapaz de aceptar sus equivocaciones y su terquedad solo le alcanza para criticar y aferrarse al poder. Impunidad que se quiere dar a los bandidos, el retorno de la inseguridad y los secuestros, la animadversión entre las clases sociales, y la crisis económica, son los ingredientes de una bomba de tiempo, producto de la improvisación, que estalló en las manos del gobierno del cambio. Resultados de las elecciones son la materialización de un sentir de los colombianos que se dieron cuenta del accidente que representa la izquierda y que se está en un punto coyuntural para recomponer el camino de cara al futuro.

El Pacto Histórico que constituyó la izquierda por Colombia no pasó de la charlatanería, fue la ilusión de una horda de ignorantes que no vio el retroceso que se proponía para el país con las reformas del cambio. Piromanía de Gustavo Francisco Petro Urrego, que busca matizar el pésimo resultado en las elecciones regionales, difícilmente engañará a los ciudadanos. Pañitos de agua tibia, que se usan para menguar la quemada en las urnas, no lograrán ocultar las marcas que quedan para un gobierno que quiere imponer medidas regresivas, apuesta por la persecución a la prensa libre, sucumbe en los escándalos diarios y encumbra el narcoterrorismo oprimiendo al pueblo. En el ambiente queda claro que los ciudadanos a la vuelta de un año se aburrieron de un cambio que le ha hecho mucho daño a la nación.

En las urnas los colombianos declararon perdedora, por amplia diferencia, a la Colombia del odio, la desesperanza, la división, la corrupción, el engaño, la violencia, y el asesinato. Quien, como su mandatario, quiere fungir de catedrático de los principios y los valores, debe ser respetuoso de la ley y la autoridad, reconocer que los ciudadanos pusieron un alto a quienes representan una idea política que personifica un riesgo para el futuro a nombre del cambio, el populismo y el juego del todo vale. Responsabilidad, bien grande, para los gobernadores, alcaldes, concejales, diputados e integrantes de las Juntas Administradoras Locales, será tender puentes con quienes opinan distinto, recuperar los territorios y hacer bien su trabajo para lograr la unión y buscar soluciones para el país en el corto, mediano y largo plazo.

La mayor pérdida de Gustavo Francisco Petro Urrego, y su partido, este 29 de octubre fue el fenómeno social que el ejercicio electoral reveló, los colombianos eligieron el camino contrario al propuesto por la izquierda. Lo que pronunció el constituyente primario en las urnas es un mensaje claro a la actuación de su presidente en el ejercicio del poder, en Colombia triunfó el contraste, la coherencia y la democracia. El sectarismo y la inapropiada forma de gobernar pasó factura de contado a los agentes del Pacto Histórico, el pueblo le dio la oportunidad a una alternativa política que desde la Casa de Nariño llegó a destruir y no a sacar adelante sus propuestas de campaña. El precepto es contundente, quienes se alzaron con el triunfo deben corresponder a sus electores con estabilidad, acciones que, razonadas desde la cordura, la tolerancia y el pluralismo se cristalizan en proyectos políticos.

Complejo será el panorama de Colombia si Gustavo Francisco Petro Urrego no toma con pinzas el resultado en las urnas, en política perder no es ganar un poco, derrota histórica de la izquierda muestra cómo se diluyó, en catorce meses, lo conquistado. El voto de los colombianos clama por frenar una represalia de su mandatario, imposición de las reformas, aumento excesivo de la gasolina, generación de una división social, muestra que quienes sufragaron por el Pacto Histórico no lo hicieron por una propuesta sino por el odio ridículo a una persona. Colombia requiere que desde ya se comience a construir un proyecto político que reconozca los errores y construya desde lo que existe, que surjan líderes que dejen de lado sus egos y puedan pensarse en el largo plazo como quien recuperó la seguridad democrática e impuso mano firme a la delincuencia. Quienes incendiaron el país vieron este domingo un verdadero estallido social, democracia pura de quienes sí saben lo que es vivir sabrosito lejos del progresismo socialista.


Todas las columnas del autor en este enlace: Andrés Barrios Rubio

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

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