“Las decisiones acertadas nos hacen ganar alegría, satisfacción y auto-confianza. Las decisiones equivocadas nos hacen ganar sabiduría. En fin, nunca perdemos cuando tomamos decisiones que invitan a la acción. Perdemos cuando decidimos no actuar.” – J.A.M.
A lo largo de mi vida he conocido mucha gente que no toma decisiones por temor a equivocarse o a contradecir a otros o a no saber qué hacer después de elegir un camino. Confieso que yo misma pequé de esto en alguna ocasión.
El asunto con eso es que la mayoría de la gente que asume esa posición de aparente pasividad no es consciente de que esa es una decisión en sí misma. Por lo tanto, no se salva de vivir las consecuencias a las que huía al no tomar una decisión proactiva: equivocación, contradicción a otros (y lo que es peor aún, a su verdadero yo interior) o desconocimiento de los siguientes pasos a seguir.
Por lo general esa actitud la vemos en gente que se resiste a salir de su zona de confort. Lo he dicho muchas veces y lo sostengo, la zona de confort es muy cómoda, pero terriblemente peligrosa. La zona de confort nos limita a unas pocas posibilidades y, poco a poco, limita nuestra capacidad de ser creativos y co-creadores activos de nuestra propia vida. Y el mejor antídoto para la zona de confort es abrir nuestra mente. Si deseas conocer algunos de los beneficios de expandir nuestros pensamientos te invito a leer en mi blog los 12 beneficios de abrir nuestra mente.
Ahora bien, volviendo al tema específico de la toma de decisiones, una de las áreas donde más se nota la supuesta no-decisión de no elegir es en la política. Sí, así como lo lees, ¡en la política! Basta con revisar los porcentajes de abstención en las elecciones de índole político, bien sea presidenciales, municipales o regionales o de cualquier tipo que existan en un país y que tenga que ver con la elección de representantes de la comunidad ante el gobierno. Y lamentablemente es un fenómeno mundial, no sólo de los países latinoamericanos. En Canadá, donde vivo desde hace cuatro años, sucede lo mismo.
Eso es algo que veo con profunda preocupación porque las cosas no podrán ser como nosotros deseamos si no formamos parte activa en la construcción de lo que nosotros queremos. Y el primer paso para eso es votar cada vez que tengamos la oportunidad. No tenemos que ser líderes políticos para crear una realidad distinta en nuestra comunidad; existen otras maneras de participar activamente en esa co-creación de nuestra realidad y, la primera es elegir a quienes nos representan. Cuando quienes gobiernan no están a la altura de nuestras expectativas o de la tarea que les fue encomendada y nosotros no votamos en el evento electoral donde fueron escogidos, somos tan responsables (o más) como quienes los eligieron, porque pusimos nuestro destino en manos de otros que no compartían nuestros valores ni nuestros ideales.
Esto es algo de tanta trascendencia que me sentí motivada a crear un curso online para ayudar a la gente a tomar decisiones de una manera sencilla, fluida, relajada y efectiva porque como coach y como ser humano sé que el proceso de la toma de decisiones es crucial para crear la vida que deseamos.
Es hora de tomar conciencia y entender que no decidir es en sí misma una decisión… ¡La peor decisión de todas!
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