“Mientras los hombres no se sientan en verdad humanos no habrá fraternidad.
Por eso, precisamente, es tan importante el Arte para que el hombre,
cualquier hombre, se reencuentre de nuevo consigo mismo de forma inesperada.”
Dostoievski
La transformación social es un concepto que implica cambio, un cambio demandado por las personas y para las personas, un cambio que se define a sí mismo en un contexto de injusticia, de desigualdades, de falta de recursos y acceso a los mismos. El arte entonces entra como una herramienta para la transformación colectiva e individual cuando hablamos en medio de un contexto violento, hace ruptura a los paradigmas y sentencias que por costumbre hemos adquirido, hace referencia a la diversidad y tiene como base el respeto por el otro, a su libre expresión y a su creatividad.
Para transformar, primero se debe reconocer y asumir que existe un estado patológico y cíclico que es necesario cambiar, para dar paso al comienzo de un compromiso que debe estar sustentado por una actitud transmutadora que se proyecte en nuestra concepción de hacer parte de una sociedad que demanda todo nuestro potencial.
El arte como forma de expresión, puede ser el lenguaje que abra las puertas a otras realidades, se puede convertir en esa señal necesaria de “pare” para una rutina enfermiza y desgastante, es la vía alternativa para expresarse de manera distinta, el arte es la llave para abrir la puerta que nos lleva al descubrimiento de las inquietudes personales para humanizarnos, conocernos y podernos proyectar de la mejor manera para incluirnos en un contexto social que nos llama desde la mirada indiferente de tantos. Cuando una persona encuentra ese camino y lo hace suyo, por medio de su cambio individual puede convertirse en un agente de transformación de su entorno, y este a su vez como una cadena genera otros cambios, se convierte en un espacio de transferencia de conocimiento; mientras más personas se interesen individualmente por el arte, más influencia generarán en su entorno.
El arte es un campo principal y enriquecedor, donde se trabaja la subjetividad y la objetividad. Es ese espacio en donde podemos probar, experimentar y ensayar para avanzar en nuestra búsqueda personal.
Cuando una persona descubre su lado sensible mediante el arte está también reconociendo sus habilidades y talentos personales, fortaleciéndose, para confrontarse, defenderse, generar un identidad, y así pertenecer, para no sentirse olvidado, y luchar por sus propios derechos, para pertenecer a la sociedad que desea construir, para combatir la discriminación y luchar por lo sus afectos y por sus sueños, ésta introspección da también la oportunidad de leer la sociedad desde una perspectiva distinta, de crecer, de evolucionar.
La sociedad y en especial los jóvenes necesitan pintar las calles que se sueñan caminar, que dancemos en dirección hacia el progreso, crear nuevos colores y matices para futuras generaciones, escuchar la música del optimismo y del sí es posible un cambio, que actuemos en torno a la vida y aportemos para la construcción de contextos violentos, para la construcción de una mejor sociedad.
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