A dos meses de las elecciones regionales se confirma que la definición del próximo gobernador de los antioqueños responderá al cruce de dos variables: estructura y opinión. Nada más. Se repite el mismo escenario que ya se vivió en las contiendas del 2015 y 2019. Aunque al arranque el camino no pinta despejado para un solo candidato -como si pasó con Luis Pérez y Aníbal Gaviria- y es fijo que el próximo gobernador será definido por un juego de alianzas. En lo que veo, por lo menos, tres escenarios posibles e hipotéticos.
Luis Fernando Suárez revive el “Pacto de Indiana”
La centro-derecha paisa la tiene clara: si llegan divididos al 29 de octubre, con candidatos con estructura y peso en la opinión, le entregarían en bandeja de plata la Gobernación al candidato de Petro y Quintero. Fue el razonamiento que motivó la creación del “Pacto de Indiana”, el fallido acuerdo político que agrupó a Julián Rendón (Centro Democrático), Eugenio Prieto (Liberal), Juan Diego Gómez (Conservador) y Mauricio Tobón en un bloque “anti-Petro” que no resistió el peso de sus propias contradicciones, ya que se desmoronó sin definir un mecanismo de selección y sin la llegada de Luis Fernando Suárez.
Sin embargo, el Pacto de Indiana podría resurgir con varias certezas y una incertidumbre.
La primera certeza sería que Mauricio Tobón -el mismo que viene promoviendo el clásico refrito de una “Antioquia Federal”- sería definitivamente excluido. La otra certeza implicaría la llegada de Luis Fernando Suárez, quien, antecedido por su buen desempeño en las encuestas y reconocimiento, podría definir un mecanismo de selección que lo lleve a liderar el bloque de centro-derecha por encima de Prieto y Rendón.
Pero la incertidumbre en el posible resurgir del Pacto de Indiana viene por el lado del exsenador conservador Juan Diego Gómez. ¿Acaso, le ganará su deseo de “hacerse contar” hasta el final o cederá ante el pragmatismo de Suárez para atajar a toda costa al candidato de Petro y Quintero?
Luis Pérez le suma maquinaria a la opinión
Luis Pérez no es el mismo candidato del 2015. Ya no dispone de aquella portentosa maquinaria multicolor que lo llevó a la Gobernación con 819.389 votos. Ya esos tiempos son historia y para esta contienda el exgobernador solo dispone del alcance de su propia estructura política -bastante reducida o “quinterizada”- y su efectivo arrastre en la opinión. Y es precisamente por ese reconocimiento que viene punteando en las encuestas; eso sí, con una tendencia a la baja o al estancamiento (algo que de entrada debe tener a su equipo haciendo cuentas).
Para consolidar su candidatura, Luis Pérez deberá sumarle maquinaria a la opinión, lo que se traduce en llegar acuerdos con sectores tradicionales que le representen votos en la subregiones y no solo logos en un tarjetón (será co-avalado por más de diez partidos). Pero esa tarea pinta bastante difícil, pues su vieja alianza con Quintero y su adhesión a Petro le pesan como un lastre ante sectores que -en la línea de Federico Gutiérrez- insisten en convertir las elecciones en una suerte de plebiscito sobre el gobierno.
Al parecer, tampoco tiene las puertas abiertas con el movimiento Independientes, ya que, Esteban Restrepo, la ficha de Quintero y del Pacto Histórico, ha enfocado gran parte de su campaña en atacarlo y reseñar sus “elefantes blancos”. Algo que en principio parecía un libreto para las graderías se ha tornado en una línea narrativa bastante agresiva, lo que, desde el sentido común y la estrategia política, desestima la posibilidad de una eventual alianza (el costo para la credibilidad de Restrepo sería altísimo).
Todo esto para decir que Luis Pérez tiene muy poco de donde agarrar. En la práctica, solo sería posible una adhesión con Mauricio Tobón (quien pinta como un llanero solitario) o con el exsenador Julián Bedoya.
Esteban Restrepo y Julián Bedoya arman un frente común
El papel de Julián Bedoya en la contienda sigue siendo una incógnita. No solo porque se inscribió en el último momento -con el aval de un partido étnico-, sino porque los candidatos de su grupo político se encuentran avalados por el liberalismo (lo que de entrada los inhabilita para apoyarlo públicamente). Pero Bedoya es un político habilidoso y recientemente demostró -haciéndole el quite a la doble militancia- que tiene a toda su estructura alineada con su aspiración. ¿Acaso, se irá hasta el final para “hacerse contar” o tiene en mente una alianza?
Inicialmente, no veo a Bedoya jugando en el Pacto de Indiana, su cercanía con Petro (la representante a la Cámara de su grupo fue la que salvó el primer debate de la reforma a la salud) y su alianza con Quintero lo sacan de esa ecuación, sus aliados naturales, en el hipotético escenario de una alianza, solo serían dos: Esteban Restrepo o Luis Pérez.
Ya con Restrepo armó un frente común en el gobierno de Quintero, siendo Restrepo secretario de Gobierno y Bedoya senador, a ese frente también se adhirió el cacique conservador Carlos Andrés Trujillo (cuyo grupo no está del todo alineado con la aspiración de Juan Diego Gómez). De ahí que una eventual alianza entre Restrepo y Bedoya -conservando el respaldo bajo cuerda de Trujillo- no suene descabellada; además, Bedoya es un político pragmático que no se mueve por la intensidad de las ideologías.
En ese escenario las preguntas claves son dos: ¿A favor de quién sería esa alianza?, ¿Acaso, sería invitado Luis Pérez?
Hasta el momento, ningún candidato tiene el camino despejado, la contienda por la Gobernación pinta reñida y con varios aspirantes sólidos, algunos con mucha opinión y poca estructura, otros con mucha estructura y poca opinión; lo único cierto es que el próximo gobernador de los antioqueños será definido por un juego de alianzas. ¿Cuál?, esa es la cuestión.
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