¿Sobre qué escribe uno cuando no tiene ya más qué decir? ¿Sobre Política? No, muy saturada en estos tiempos electorales en los que los ingeniosas e innovadores llegan a demostrar al público que quieren cautivar esa verdad revelada a la que sólo ellos tienen acceso… como si el genio de la botella se tratara.
¿Sobre Derecho? Tampoco, demasiado denso para estos días indecisos de sol y lluvia… el alma tampoco está para eso.
¿Sobre proyectos de ciudad, de región o de país? Menos, ¿quién, en su sano juicio, quisiera sentarse a leer una columna de opinión repleta de ideas y esperanzas sobre proyectos que nunca van a suceder salvo en las mentes de quien las escribe y de quienes las leen? ¿Acaso vale la pena sentarse a hablar de lo necesario que es para la ciudad la construcción de un sistema masivo de transporte, como un metro o un tranvía, que conecte el centro del Valle de Aburrá con el Aeropuerto Internacional en Río Negro? Creo que mejor dejo la idea hasta acá, para retomarla en otra ocasión.
Entonces, ¿sobre qué escribe uno cuando todas las ideas que se piensan no retumban en la cabeza como retumban antes? ¿qué pasa cuando esas ganas de escribir y publicar no se sienten como se sentía antes? ¿será que el hobby de las ideas plasmadas en la web se me acabó? ¿o será que la confianza en lo que escribo ya no la encuentro por más que la busque?
No sé, realmente no sé. Incluso, ahora que escribo esto y leo las palabras que hasta ahora he dicho, me parecen vacías, como cocas, sin sabor y sin sentido. Son como ese pequeño último sorbo de café que se deja en la taza porque no sabe sino a viruta amarga de café.
En fin, creo que lo que he tratado de escribir acá ha sido más para mi que para cualquier otro. Al fin y al cabo, la escritura es siempre para uno y por uno; nunca para o por el otro.
Siempre he pensado que el escritor se debe a sí mismo, y su mismidad se debe a la escritura. No hay día en que el verdadero escritor no esté pensando en la escritura y en las maneras en que sus ideas cobran vida en un papel y como estas pueden atravesar, cual bala en el tórax, la vida de las personas.
Así que, quizás este era el empujón que necesitaba el que escribe y el que lee para retomar ese camino bello de la escritura. No dejarlo perder, y, en cambio cultivarlo. Olvidarse de los comentarios posteriores y del alance del texto que se escribió, y simplemente dejarlo nadar libre en el río de palabras y letras que desgraciadamente inundan las redes todos los días.
Comentar