Colombia, el país que emociona

Tan increíble como la mismísima metáfora que tal acontecimiento dibuja sobre la realidad nacional, después de observar las tareas del ejército nacional, trabajando en equipo con grupos de búsqueda conformados por personas indígenas y la propia comunidad, todos a una en función de un objetivo de paz y de preservación de la vida de los niños.


La semana que acaba de pasar puede ser recordada en Colombia como la semana de las emociones y los sentimientos encontrados. En política la movilización de las emociones es tan importante que puede considerarse la sabia que mantiene en movimiento las dinámicas políticas en esta y cualquier otra geografía.

Los partidos de derecha en el país creyeron ver llegar al clímax su campaña para desestabilizar el gobierno del cambio a finales de la semana pasada, a propósito del escándalo que supuso las tropelías de la niñera Marelbys Meza, la ex jefa de gabinete Laura Sarabia y el inefable Armando Benedetti. Tanto así que desde la “gran” prensa hablada y escrita molieron día y noche el tema, mientras los políticos opositores al gobierno aprovechaban para descalificar y hasta llamar a retirar la agenda de reformas en el congreso e incluso pedir la renuncia del presidente Petro. Los aparentes retrocesos, equivocaciones (que las hubo) y dificultades del gobierno, parecían hacer fácil la tarea de trozar el supuesto árbol caído para convertirlo en una inmensa pila de leña.

En twitter los voceros de oposición, especialmente los más cortos de entendederas, pero no de cinismo y ánimo belicista, propalaban mentiras y exageraciones haciendo creer que llegábamos a extremos y que todo era culpa de Petro. Todo ello enmarcado en la estratégica manipulación de emociones que permitiera aclimatar y concretar el proyecto de asestar un golpe blando al gobierno.

En eso iba la cresta de esa ola hasta que llegó el miércoles 7 de junio, día señalado para salir a la calle a apoyar las reformas del cambio. La oposición hacía cábalas y, pensando con el deseo, desde muy temprano comenzaron a hablar del fracaso de la convocatoria y a predecir que las movilizaciones serían escuálidas. No contaban con que justamente los sentimientos de preocupación ante la posibilidad de bloquear las reformas de quienes creemos que esa es una agenda no solo urgente sino imprescindible para el país, nos sintonizó con la necesidad de salir a la calle para refrendar lo que es un mandato popular desde la elección de Gustavo Petro a la presidencia.

Fue entonces cuando el país presenció una inmensa movilización ciudadana para expresarle a la clase política en general no solo que el presidente cuenta con el apoyo popular, sino que después de décadas de terror y sangre lo que queremos es que se concrete por fin aquella Colombia que podamos llamar potencia mundial de la vida, como lo reza el Plan Nacional de Desarrollo recién sancionado.

Muchos creímos que el vaivén de emociones se calmaría hasta que el viernes al final de la tarde llegó la noticia del hallazgo con vida de los cuatro niños perdidos en las selvas del Guaviare. Después de 40 días, como si se tratara de una alegoría bíblica, el grupo de infantes a la cabeza de su hermanita mayor la sabia y valiente Lesly Mucutuy, de 13 años; Soleiny Mucutuy, de 9; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4, y el bebé Ranoque Mucutuy, de 1, aparecieron en fotografías y videos que ávidamente observamos en Colombia y el mundo, y que no pocas lágrimas nos hicieron derramar. Cuarenta días con sus noches un grupo de infantes en la inmensidad y rudeza de la selva amazónica, lo que con razón a muchos hizo exclamar ¡increíble!

Tan increíble como la mismísima metáfora que tal acontecimiento dibuja sobre la realidad nacional, después de observar las tareas del ejército nacional, trabajando en equipo con grupos de búsqueda conformados por personas indígenas y la propia comunidad, todos a una en función de un objetivo de paz y de preservación de la vida de los niños.

Es la metáfora perfecta para una política de la vida y no de muerte. Se demostró que lo que muchos creen imposible se hace posible si hay voluntad política. Voluntad que por demás permitió también, durante esta emocionante semana, llegar a un histórico acuerdo de cese al fuego con la guerrilla del ELN.

La cereza en ese pastel será el rescate con vida del perrito Wilson quien tiene a medio país prosternado de agradecimiento y con el corazón en la mano anhelando que regrese.


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Andrés Arredondo Restrepo

Antropólogo y Mg. Buscando alquimias entre Memoria, Paz y Derechos Humanos.

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