“Una nación con nociones básicas de economía tiene mayores probabilidades de escoger bien su propio destino.”
Es apenas natural que tengamos predilección por uno u otro candidato; con ello, viene usualmente una animadversión por el que representa la ideología opuesta. Esta es una característica propia de todos los seres humanos; con ella, viene también una predilección por ciertas ideas económicas, porque la economía se piensa desde una postura política, desde una forma de entender el deber ser de las cosas, así muchos insistan en verla como una ciencia exacta. De hecho, ver la economía como una ciencia exacta implica estar pardo desde una esquina epistemológica definida y delimitada.
Es necesario resaltar que, así como la economía es un tipo de conocimiento que se desarrolla desde y dentro de un contexto de interacción social, subjetivo y cambiante, también hay ciertas nociones fundamentales que son de común consenso, y que no deberían ser propias de los profesionales en economía, deberían estar ya en el plano de la cultura general. Algunas de estas ideas son sobre la tasa de cambio, una relación que cuánto de una moneda se recibe a cambio de una cantidad definida de otra moneda; en este escrito se hablará puntualmente de la tasa de cambio entre el peso colombiano y el dólar estadounidense. Sobre su comportamiento, es necesario enfatizar varias cosas, que no dependen de la inclinación política o conceptual del analista, y sobre las cuales contamos con una evidencia amplia y clara:
Primero, predecir el dólar es imposible. Como dijo un reconocido economista colombiano: es tan tonto el que afirma que sabe con certeza cuál será la tasa de cambio a futuro como el que le cree. Y con esta primera premisa, apreciado lector, usted puede concluir de tajo y sin miedo a equivocarse, que si alguien le dice que con seguridad sabe cuál será la tasa de cambio en el futuro, está mintiendo, al margen de su formación, prestigio o experiencia. No tenemos a la fecha, como especie, un instrumento efectivo para predecir con precisión el comportamiento de la tasa de cambio.
Segundo, la tasa de cambio depende de muchos factores. Se han identificado algunos, pero hay muchos otros que pueden influir y ni por enterados nos hemos dado. La evidencia empírica muestra que el comportamiento de variables agregadas de Estados Unidos, como el desempleo y la inflación, impactan la tasa de cambio, así como el valor del Euro, que a su vez también se ve afectado por el comportamiento de las variables macroeconómicas en Europa. Nuestra economía es pequeña en el contexto mundial; en el 2022, mientras el PIB de Estados Unidos estuvo arriba de los 25 billones de dólares, el nuestro apenas estuvo arriba de los trescientos mil millones. Nuestra economía, en el contexto internacional, es un espectador que se acomoda a los vaivenes, no es un actor influyente.
En este orden de ideas, debemos tener presente que difícilmente los mandatos presidenciales, independiente del que esté de presidente, ha podido tener alguna injerencia en la tasa de cambio, no tenemos el peso relativo requerido para que tal cosa ocurra, ni para aumentarla ni para disminuirla. Y sobre lo que a nivel interno podríamos hacer mal como para perjudicar nuestra moneda, cabe decir que los colombianos tenemos un banco central serio, y ostentamos una relativa estabilidad macroeconómica hace ya bastante tiempo; que si bien no resuelve todos nuestros problemas, si nos evita padecer varios que otras naciones adolecen.
Así las cosas, decir “si este candidato queda, la tasa de cambio será x o y” es una mentira, una afirmación que metodológicamente no tiene como fundamentarse empíricamente, y que no tiene un propósito diferente al proselitismo político, venga de la esquina ideológica que sea. Esto es algo que va más allá del conocimiento especializado, debe ser de común entendimiento para las personas. Una nación con nociones básicas de economía tiene mayores probabilidades de escoger bien su propio destino.
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